Al abrigo de una cueva

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El grupo de nórdicos había encontrado un refugio temporal al abrigo de una cueva. Con la experiencia de siglos, habían conseguido encender una fogata sin demasiados contratiempos.

En un rincón, Noruega atendía a su hermano menor, tratando de acomodar la dislocación que este había sufrido hacía poco en el tobillo izquierdo, arrancándole varios quejidos al islandés en el proceso. Afortunadamente, le lesión no era tan grave, aunque si le dificultaría un poco la marcha de regreso.

-Ahhhh... que día para pesado... -soltó el finlandés, mientras intentaba calentarse las manos en el fuego.

-Hmp...

-Primero, Ta que se resbalaba a cada momento...

-Hmp...

-...y luego, cuando sacó de quicio a Norge...

-Hmp...

-...y para colmo, el pobre Is sufrió un accidente...

-Hmp...

-¡Pero hay que agradecer que no fue una fractura, como pensamos al inicio! Sólo se trataba de una pequeña dislocación... Y además, que bueno que Norge es tan precavido y trajo un botiquín de primeros auxilios... -comentó, mientras observaba como el noruego frotaba una pomada y envolvía el tobillo de su hermano con una venda. -¡De otro modo, el pobre Is estaría sin duda en graves problemas!

-Hmp...

-Ahora que lo pienso... supongo que Norge siempre lleva medicinas consigo a todas partes debido a lo propenso que es Is a enfermarse y lesionarse... tiene tan mala suerte el pobre...(1) -susurraba con lástima el finlandés, casi para sí mismo-. ¡Ah, por cierto! Casi se me olvida mencionar también el altercado entre Ta y yo por la botella de vodka... que por cierto ya casi se me acaba -sollozó el finés como si un querido amigo estuviese agonizando.

-Hmp... -el sueco miraba con fijeza al más bajo, adivinando sus intenciones de acabarse el último "traguito" de la bebida. -Ya tomaste suficiente por hoy. Deja lo que sobra para mañana- de un movimiento, el rubio de anteojos le arrebató la botella de vodka al otro antes de que se la llevara a la boca.

-¡¿AH?! ¡Pe... pe... pero Ru!! ¡Si ya no queda casi nada en la botella! ¡Aunque quisiera ya no podría tomar más después de esto! -sollozaba el finés al borde de la desesperación.

-No. Tuve que cargarte sobre mi espalda casi la mitad del trayecto por culpa de tu estado. Y ahora no quiero que armes un alboroto si te vuelves a emborrachar...

-¡Pero Ru! ¡Tengo mucha resistencia al alcohol! ¡No voy a emborracharmeeee! -Fin pataleaba como un niño al que no le quieren dar su caramelo.

-Siempre dices lo mismo. Y al final no es verdad.

-¡Pe... pe... pero Ruuuu! -el más bajo procuraba por todos los medios recuperar su preciada bebida de las manos del sueco, sin éxito. -¡RUU-UUU-UUU-UUU-UUU! -lloriqueaba, berrinchudo.

 -¡RUU-UUU-UUU-UUU-UUU! -lloriqueaba, berrinchudo

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Excursión sobre la nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora