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Sábado 24, 23:13

SÁBADO 24 de diciembre – 23:13

Iba a ser la primera Navidad de Isak lejos de su familia.

El año pasado sus padres habían intentado dejar de lado las diferencias para concentrarse en su hijo, pensaron que si ponían como prioridad a Isak, el rencor que llenaba los corazones de ambos desaparecería. Pero eso no iba a cambiar la realidad: no estaban listos todavía para volver a verse las caras.

Y todo resultó de la peor forma posible. Su madre abandonó la casa en medio de un ataque de nervios. Tomó su abrigo y salió corriendo de la casa mientras Isak y su padre seguían sentados en la mesa.

No se levantaron hasta que el teléfono fijo sonó. Llamaban de la iglesia para avisarles que la madre de Isak estaba con ellos y que se quedaría hasta que la misa finalizara.

Al rato su padre se fue. Ni siquiera esperó a que sean las doce, la vergüenza que sentía apenas le permitió hacer contacto visual con su hijo.

No quería tener que lidiar con sus padres ese año y todo lo anterior le bastó para mantenerlo firme en su decisión.

En algún momento de la noche aparecieron bajo el árbol de Navidad varios paquetes envueltos en papel de regalo y a Isak le pareció extraño, ya que el día en el departamento había sido tan común como cualquier otro.

Linn, Noora y Eskild tampoco pasarían la nochebuena con sus familias. Cuando Isak se enteró de esto quiso preguntarles, pero pronto creyó conveniente guardar silencio. Pensó en él mismo teniendo que contestar esa pregunta y se sintió incómodo.

Se enteró que Noora y Eskild propusieron hacer una cena entre ellos cuatro cuando de pronto Eskild le pidió por favor a Linn que no usara ropa deportiva o pijama durante la noche, por su parte a él lo obligaron a usar uno de esos suéteres navideños. Rojo, brillante y con patrones de animales en blanco.

Isak no ayudó a preparar la comida. Como le dijeron que con poner la mesa era suficiente, con Linn fueron llevando todos los platos y las servilletas.

No parecía ser real la cantidad de comida que había sobre la mesa sólo para cuatro personas. Isak pareció animarse mucho más en ese momento, hasta Linn se olvidó de su depresión y se la pasó bromeando con Noora sobre la ropa que les había obligado a usar Eskild.

—Una pregunta, Noora —dijo Eskild de repente. Los tres lo miraron y dejaron atrás las risas para reemplazarlas por rostros llenos de curiosidad, esa fue la señal que estaba esperando para continuar—. En Londres ya deben ser las doce con respecto a la zona horaria, ¿William no te llamó?

Noora se movió incómoda y dejó el tenedor sobre el plato de comida. Mientras el silencio empezaba a llenarse en la sala, ella intentaba formular una respuesta que no lo dejara con ganas de intentar husmear por más detalles.

—No Eskild, no me llamó y tampoco espero una llamada de su parte —dijo al fin—. Además, te equivocas, la diferencia horaria con Londres es de una hora y nosotros estamos más cerca de las doce que ellos.

Esa fue la última vez durante la noche que Eskild se animó a preguntar sobre la vida amorosa de Noora.

Cuando terminaron de comer, los cuatro se ayudaron para limpiar la mesa en el menor tiempo posible. Siguiendo las indicaciones de Eskild, Isak trajo su computadora y la conectaron a los equipos de música.

Con una extraña playlist que Eskild había elegido desde su cuenta de Spotify, los cuatro se sentaron cerca del árbol de Navidad. Con las luces apagadas, lo único que los iluminaba en esos momentos eran las casi doscientas lucecitas de colores que rodeaba el árbol y parte de la pared contigua.