Capitulo 1: El ser alado

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Temiendo lo peor y con numerosas dudas merodeando en sus cabezas Luna y Roberto se hallaban petrificados, de todas formas tenían que hacer algo, aquel ser alado, aquel ángel, clamaba su ayuda desde el jardín. La compasión se apodero de Roberto y corrió escaleras abajo en pos del ángel.

- ¡¡Rober!!- Luna corrió tras él.

Cuando lo encontró, se hallaba quitando el cerrojo a la puerta de la entrada.

- Es muy peligroso, ¿estás seguro de esto?-Preguntó su esposa desde las escaleras.

- Necesita ayuda... sea lo que sea, a mi me hubiera gustado recibir ayuda de haber estado en su situación- Argumentó.

Ella asintió indecisa.

Abrió la puerta, tragó saliva y  salió al exterior.

- ¿Vienes?- Preguntó mirando hacía el interior, esperando una respuesta afirmativa.

- Debemos llamar a la policía... Rober... ¡vuelve!-.

Rober corría ya hacía el lateral de la casa, había que girar en la esquina, Luna nerviosa por quedarse sola, le siguió. Todavía les costaba creer que aquello no fuese un sueño, tener al ángel delante hizo la situación más fantasiosa si cabe. 

Aquella criatura era increíblemente hermosa, las plumas plateadas relucían con la luz de la luna en lo alto, era un plumaje tremendamente denso y sus alas eran enormes a pesar de estar plegadas; era bastante más alto de lo que les había parecido, su estatura rondaría los dos metros muy fácilmente, o eso les pareció, dado que se hallaba formando un ovillo.

Los ojos del ángel se clavaron en los ojos de Roberto, analizándolos, tenía unos ojos muy grandes, cuyo iris color miel brillaba en la oscuridad, como lo harían los de un gato.

- Quaeso auxilium...- Dijo como una suplica con su voz extrañamente melodiosa y armónica.

- ¡¿Qué demonios?!- Preguntó Rober- Y ya se que resulta irónico... pero en serio, ¿qué demonios?-.

- Es latín... una lengua muerta- Susurró Luna desde su espalda.

- ¿Sabes latín?- La cogió por los hombros- Así podríamos entenderlo.

- Lo estudie hace muchos años; no lo recuerdo bien, pero estoy casi segura de que auxilium significa auxilio- Luna parecía convencida.

El ángel extendió un brazo hacía ellos y murmuró:

- Por favor... a... a... ayuda-.

Acto seguido cayó inconsciente.

- De acuerdo de acuerdo de acuerdo...- Rober se puso nervioso.

- No será necesario el latín- Concluyó Luna.

Roberto se acercó al ángel y pidió la ayuda de su esposa, lo levantaron uno por cada hombro, aquel ser se mostraba inconsciente, con la cabeza caída, Luna y Roberto pudieron ver muchas de las heridas que este tenía por todo su cuerpo. El ala izquierda estaba rota, tenía numerosos cortes por el pecho y abdomen, también algo muy extraño de color metalizado estaba clavado en su pierna derecha, atravesándola de un lado a otro. Su sangre además no era roja, sino de un llamativo color azulado.

Roberto miraba la cara de pánico de Luna por detrás de la cabeza del misterioso ángel, le preocupaba la idea de que su mujer corriese peligro, pero también tenía muchas otras cosas rondando su cabeza, y pronto esa preocupación sería sustituida por un millar de incógnitas.

Lo cargaron hasta el interior del salón de la primera planta, que era el piso por el que se entraba, aunque les costó pasar con él por las puertas, porque no solo era alto, si no también por culpa de las alas, que eran enormes. El "ángel" pesaba muchísimo y a pesar de ser dos, se les hizo muy trabajoso llevarlo. Lo dejaron caer sobre el sofá, sus alas se abrieron una vez más y golpearon las cosas que había sobre una mesita al lado del sofá. Una de las cosas era un jarrón funerario, que se rompió, haciendo que los restos de la madre de Luna se esparcieran por la alfombra.

Y entonces... Los ángeles cayeronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora