En la actualidad
En alguna parte de Minnesota, Estados Unidos
Roberto podía ser muchas cosas, pero no era un deportista, nunca se había centrado en ejercitar su cuerpo, siempre se había preocupado de cultivar su mente, y ahora eso era un problema, el ángel corría mucho más deprisa que él, no podía estar a su altura ni de lejos, Luna se hallaba en problemas, y jamás llegaría a tiempo a salvarla. Por otro lado, no sabía a que se enfrentaban, tras lo vivido la noche anterior, se podía esperar cualquier cosa, y eso le producía mucho miedo, un terror intenso; le temblaban las piernas, y por culpa de eso le costaba incluso continuar.
El ángel le sacaba ya unos diez metros de distancia y no podía alcanzarlo.
- Roberto, debería intervenir ahora... - Rober asintió y el ángel acto seguido, con un salto se impulsó hacía el aire con una facilidad pasmosa, batió sus alas con fuerza, haciendo que muchas de las hojas esparcidas por el suelo del bosque salieran volando en derredor- Nos vemos allí, date prisa-.
Se hallaba perplejo, observar como el ángel volaba, era un espectáculo asombroso, sus enormes alas lo impulsaron por encima de los arboles en un santiamén, poco despues lo perdió de vista; Rober despertó entonces de su ensimismamiento y echó a correr hacía allí.
El ángel sobrevolaba el bosque en paralelo al camino de tierra que se adentraba hacía casa de Rufus, a lo lejos veía el río, y en el camino pudo ver el motivo de sus problemas, era Belagor, un viejo aliado, convertido ahora en un peligroso enemigo; estaba torturando mentalmente a un hombre, con mucho esfuerzo este luchaba por resistirse a su influjo mental. Aquella escopeta de doble cañón ya había sido disparada, por suerte había fallado, pero le quedaba un cartucho, no podía arriesgarse a que aquel tiro si que fuera certero. El hombre alado descendió en picado hacía Belagor, que desvió la atención hacía él y soltó al hombre, Rufus cayó arrodillado victima de un fuerte mareo.
- Al fin apareces... Azile- Las palabras salieron despedidas de su boca con un tono tan desagradable como macabra era su voz- Craso error-.
El ángel al que habían llamado Azile aterrizó a escasos metros del demoníaco ser alado llamado Belagor.
- Luna, ¿estás bien?- Se preocupó.
La mujer estaba tirada en el suelo, al pie de un enorme pino, estaba tan asustada como dolorida, entre quejidos levantó la cabeza y asintió.
- He... he... he estado mejor...- Farfulló.
- Nunca aprenderás, eres una vergüenza para los nuestros Azile- El endemoniado ser se mostraba enfadado- Nos está prohibido interferir en asuntos de orden mortal-.
- ¿No te preocupa la idea de estar sirviendo a un tirano?- Inquirió con presunta serenidad.
- No me harás caer en tu juego Azile, quieres darle...- Belagor gesticulaba en exceso- quieres darle la vuelta a las cosas, Yahvé es un gran líder, que nos protege y nos guía-.
- No ves las cosas con claridad y no te das cuenta de que estás vagando en las tinieblas- Azile se hallaba muy tranquilo.
- ¡El único que esta perdido eres tú!, lo único que intento es hacerte recapacitar, ¡eras mi amigo!- Belagor se hallaba muy nervioso, hizo una pausa y dijo con un tono más frío: por eso te doy este beneficio... vuelve a nuestro lado, si no lo haces, conocerás la verdadera oscuridad-.
- Era tu amigo...- Azile soltó una breve risa sarcástica, su voz se hizo más sonora cada vez- los verdaderos amigos... están ahí en las buenas y en las malas, los verdaderos amigos no van corriendo a contar mis preocupaciones a la cámara, un buen amigo no me acusaría por cosas que aún no he hecho, un verdadero amigo no me hubiese traicionado, ¡ni hubiese venido en mi caza!-.
- Si quieres tomártelo así, supongo que no queda más remedio, tendré que encargarme de ti- Belagor profirió un grito similar al que harían los mariachis de México y se preparó para combatir, adoptando una posición de pelea muy agresiva.
Azile no se inmutó, se hallaba muy tranquilo, tan solo hizo un gesto, uno para indicarle que atacase, Belagor se enfadó ipsofacto, parecía burlarse de él.
En aquel momento Roberto apareció en el lado opuesto al que se hallaba Luna, y al verla echó a correr para socorrerla, Belagor observó como por detrás de Azile pasaba aquel hombre y enfureció al momento.
Concentró energía en su mano izquierda, y poco a poco tomo la forma de una chispeante bola de rayos, que arrojó hacía Luna, pero Azile se interpuso en su trayectoria.
El proyectil le dio de pleno, provocando que el ángel sufriese una dolorosa descarga, Azile notaba como la electricidad recorría y paralizaba su cuerpo, al tiempo que le provocaba un terrible tormento. Se sacudió y fue liberado, tras lo cual quedó arrodillado mientras respiraba agitadamente. Roberto se había quedado petrificado por la escena que estaba observando.
- Morirás por protegerlos, vamos... son solo seres humanos- Les señaló- Tú y yo en cambio, somos mucho más especiales- Mientras lo decía sonreía, se acercó a él- Ríndete ahora y los serafines serán indulgentes contigo-.
- Está es la diferencia entre nosotros Bel...- Azile se levantó ayudándose de sus enormes alas plateadas- ¡Roberto, sácalos de aquí, te daré tiempo!- Rober asintió, y prosiguió hacía Luna- Yo no estoy de acuerdo con tu forma de pensar, nadie es mejor que nadie, y precisamente por eso no puedo permitir que los dañes; ¿qué te hace mejor qué ellos?, ¿Tener facultades ampliadas?, ¿vivir en otro reino?... ¿es por las alas?-.
Roberto ayudó a Luna a ponerse en pie, y ambos avanzaron a duras penas en pos de Rufus, lo más parecido a un refugio en la zona era la casa del ex-novio de su mujer.
- Son diferentes... son inferiores; lo son porque... porque...- El ángel de negras alas parecía confuso.
- Ni siquiera me puedes convencer de lo contrario, no hay una razón por la cual deba infravalorar a la raza humana, yo creo en ellos, y creo demasiado cruel el final al cual están destinados, haré cuanto este en mi mano para impedir los planes de Yahvé- El ángel de alas plateadas estaba convencido.
- Tratas de romper el orden natural de las cosas. A pesar de lo que fuimos en el pasado... ¡no te lo puedo permitir!- Belagor dio un poderoso salto en dirección a Azile impulsándose con sus grandes alas de oscuro plumaje. Estiró su brazo y cerró su puño con objeto de golpear la cara del sereno ángel de plateadas alas.
Azile apartó su cara y con una de sus manos agarró su brazo con una fuerza sobrehumana, la expresión de su rival fue de autentica sorpresa. Colocó su pierna izquierda detrás de él y con el brazo que le quedaba libre golpeo el pecho de Belagor con la palma de su mano. El golpe no era tan simple como parecía visto como un mero espectador, cargaba una energía desorientadora, que provocó que el endemoniado ser saliese despedido varios metros y quedase aturdido boca abajo en el suelo. Mientras se quejaba, Azile mandó un mensaje mental a los tres, a Rufus le alivió una gran parte del mareo que llevaba, permitiéndole levantarse, a Luna y a Roberto les dijo:
- Esto no ha acabado, gracias por lo que hicisteis anoche; pero no quiero involucraros más, os tengo que pedir algo, necesito que os refugiéis en la casa del río, la cosa se va a poner fea, no debéis intervenir, repito, no intervengáis-.
Luna se quedó mirando con tristeza al ángel, sentía que podía confiar en él y no quería dejarlo a su suerte, las conversaciones que habían tenido los dos ángeles la habían dejado marcada, no podía dejar de pensar en aquello, era demasiada información. Despertó de su ensimismamiento cuando Roberto tiró por ella con intención de ayudarla a bajar la colina. Luna sintió miedo, aquello era peligroso si, pero no era el motivo de su miedo, le producía temor la idea de no volver a ver lo que había visto aquel día nunca más, la vida se había vuelto rutinaria, y aquello despertó algo en ella... una chispa.
¿Qué sucederá entre Azile y Belagor?, ¿quién saldrá victorioso?, ¿estarán bien Luna y Roberto en compañía de Rufus?...
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Y entonces... Los ángeles cayeron
Fiksi IlmiahSinopsis: Todo comienza tras la desafortunada noche en la que llegó el ángel a la vida de una pareja de lo más corriente; Roberto, un escritor en ciernes y Luna una experimentada bióloga, deberán vivir una serie de catástrofes sin precedentes y situ...