Capitulo 25: La noche en la fogata

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En alguna parte de Minnesota, Estados Unidos de América...



El extraño grupo había formado un pequeño campamento en un claro cercano a la carretera, Roberto y Luna habían salido a por palos, piñas o cualquier cosa que sirviera para prender fuego y formar una fogata, quedaba poco para el anochecer, debían darse prisa.

Roberto iba un poco más adelantado que Luna ya con un buen montón de leña en los brazos, su mujer en cambio le seguía con los brazos cruzados y la cabeza gacha. Roberto se giró para preguntarle algo, pero enseguida cambió de actitud al verla y lo dejó correr.



- ¿Lu, estás bien?- Preguntó un Roberto realmente interesado.



Ella negó con la cabeza, sin dirigirle la mirada para que este no viera las lagrimas en sus ojos.



Roberto apoyó la leña contra un enorme pino, se acercó a ella y la abrazó con fuerza.



- Oye, tranquila amor, estoy aquí... lo que sea me lo puedes contar, ¿Lo sabes no?- Inquirió Roberto y acto seguido besó su frente- ¡Esto lo superaremos juntos vale!-.



Luna comenzó a sollozar y Roberto acarició su cabeza para tratar de calmarla.



- ¡Esto... esto es demasiado!, trato de ser fuerte y afrontar lo que nos viene encima... pero la cosa no deja de ponerse más complicada, simplemente, pienso en que ojala todo sea un sueño y despierte en nuestra casa, y mientras tú escribas en uno de tus libros, yo siga centrándome en mi carrera...- Contaba Luna mientras se iba tranquilizando- Pero es evidente que la cosa a partir de ahora va a ser muy diferente...-.



Roberto la acercó a él y la ayudo a sentarse en una raíz que sobresalía de uno de los pinos cerca de ellos, con una mano orientó su cara hacía la suya y le dirigió una mirada cargada de ternura y comprensión.



- Mi amor... las cosas están cambiando demasiado rápido y hacía una dirección que jamás hubiéramos adivinado, lo cierto es que no te voy a negar que estoy cagado de miedo...- Luna se rio y al hacerlo sonrió una vez más- ...Pero hay algo que no ha cambiado, el hecho de que estamos juntos, de que te quiero con locura y de que no hay mal en la tierra que pueda separarnos... eso me da fortaleza, te amo Luna Montrésor-.



- Eres el mejor, yo también te amo Roberto Expósito- Luna lo abrazó y ambos se fundieron en un apasionado morreo.



Cuando se separaron, se dieron un largo abrazo y fue entonces cuando recordó que tenían una tarea que realizar.



- ¿Estás mejor Lu?, ¿puedes seguir?- Preguntó ofreciéndole una mano para levantarse.



- Si, gracias Rober, vamos...- Se puso en pie y cogió la mitad de la leña.



- Así me gusta, eres valiente mi reina- Comentó su marido orgulloso.



Ambos emprendieron el trayecto de regreso al campamento, había pasado un rato y comenzaba a oscurecer...

Y entonces... Los ángeles cayeronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora