Capitulo 6: La pluma plateada

52 12 7
                                    

Luna y Rober se hallaban en frente de la puerta de la habitación en la que descansaba el ángel.

- No estoy segura de esto- Dejó claro su esposa.

- Tranquila, abro yo- Se adelantó.

Luna le agarró de la camisa.

- Ten cuidado- Pidió.

Roberto giró la manecilla, y entreabrió la puerta, en el interior no había mucha luz.

- ¿Y bien?- Estaba muy inquieta.

Su marido se sobresaltó entonces, no había nadie en aquella habitación, abrió de par en par y entró.

- No está- Anunció.

- ¿Habrá sido una pesadilla?, es decir... quizás hemos tenido los dos la misma...- Explicaba Luna.

Rober le hizo un gesto para que entrase. 

- Enciende la luz-.

- No hay luz- Dijo tras comprobarlo.

Roberto la miró preocupado.

- Está bien-.

Subió la persiana todo lo rápido que pudo. La luz bañó la habitación, descubriendo algo que en la oscuridad pasaba desapercibido.

- Mira, lo ves, no ha sido un sueño- Roberto señaló las manchas de sangre azulada en el edredón beis.

- Tienes razón- Se acercó- Y sigue sin haber suministro eléctrico.

- Se ha marchado... mierda-.

- Mejor- Dijo ella aliviada.

- Era la respuesta a muchas preguntas, aseguraría el éxito de mi siguiente novela y el premio nobel para ti Luna... no es mejor, esto es una mierda- Roberto salió enfadado de la habitación.

- ¿A donde vas?- Preguntó en un tono elevado para que le escuchase.

- ¡A desayunar!- Respondió secamente.


Más tarde Luna bajó, y lo hizo en ropa de deporte, dispuesta a salir a hacer su ruta matutina, como cada día. Rober se sorprendió, no esperaba que lo llevase con tanta facilidad, el tenía miles de preguntas y no podía dejar aquello de lado y ella tan tranquilamente se marchaba a correr.

- ¿Vas a correr?, ¿en serio?- Preguntó incrédulo.

- Si, tengo que desahogarme, me quita el estrés- Comentó desde el vestíbulo.

Rober asintió mientras llevaba una cucharada de cereales a su boca. Luna estiraba contra el marco de la entrada del comedor.

- Oye, ¿no crees que es muy extraño que no haya regresado la luz aún?- Preguntó seriamente.

- Si, un poco, pero menos raro que asimilar que hemos salvado la vida a un ángel- Replicó.

- También es verdad- Bebió el resto de la leche- ¿Vas hasta el lago?-.

- Si, como siempre-.

- De acuerdo, nos vemos luego; voy a recoger esto un poco- Señaló el salón, que estaba patas arriba.

- Vale, te quiero- Acto seguido salió de la casa.

Las siguientes horas las dedicó a limpiar el salón, encontró el objeto que el ángel llevaba atravesado en su pierna antes de que el se lo quitase, era extraño, en cierto modo le recordó a un shuriken, pero era muy grande y muy pesado, lo dejó en la mesa contrariado y se puso a quitar la comida para el día de hoy de la nevera, dado que no había corriente se estropearía si no la comían pronto. Cuando hubo acabado con el piso de abajo, hizo las camas, ya hecha la suya, se dispuso a hacer la de su particular invitado, cuando quitaba el edredón encontró una pluma plateada. Se puso en la ventana para tener mayor luz, y la observó detenidamente.

Era una pluma si, pero no lo parecía al tacto, era dura y estaba afilada, tuvo cuidado pues podría cortar perfectamente. Miró la entrada de la casa desde la ventana, preocupado, hoy Luna tardaba más de la cuenta.



Su mujer corría por el camino de tierra, delante de ella podía ver el lago, tan hermoso como de costumbre, la luz del sol se reflejaba en su calma agua, produciendo un efecto tan bello como cegador. Luna estaba cansada, pues había dormido poco, normalmente este camino lo hacía más rápido; pero ese día era distinto, el sol calentaba muy fuerte, como si fuese verano, cuando en realidad estaba acabando el otoño. Pensó que podría tratarse del calentamiento global, y tras pensarlo negó para si con la cabeza, dado que ayer había habido chubascos y el cielo no estaba especialmente despejado. 

Cuando llegó al lago se sentó en un banco que había en una especie de muelle de madera clara, y descansó un buen rato. 

Entonces vio algo que le sorprendió y la asustó a su vez. Era un relámpago, como los de las tormentas, con una diferencia, la luz que emitía era muy persistente y bajaba desde las nubes bastante más lento, dado que lo normal hubiese sido que bajará instantáneamente.  

- ¡¿Qué diablos?!- Preguntó para si levantándose de su asiento.

Entonces el relámpago aterrizó en el centro del lago; levantando una gran cantidad de vapor. Produjo un fuerte estruendo y una ola de viento fuerte sacudió su larga melena, obligándola a cerrar los ojos. Cuando los abrió, el vapor estaba disipándose, y alcanzo a ver una silueta; una figura se veía a través del vapor de agua que se había levantado. Fuese lo que fuese estaba de pie sobre la superficie del agua. No sabía porque, pero notaba la sensación de estar siendo observada, como si aquella silueta la estuviese mirando fijamente y eso la puso muy nerviosa.

Sintió un profundo terror de pronto, una parte le decía que siguiese mirando, pero la mayor parte de su ser le advirtió de que era una pésima idea. Luna echó a correr entonces, terriblemente asustada. Corría lo más rápido que sus piernas le permitían, echó un vistazo atrás, pero no vio a nadie, esa sensación permanecía en cambio presente, notaba que la vigilaban.

Cuando estuvo lo suficientemente lejos se detuvo unos segundos a coger aire en el camino, estaba sin aliento, miró atrás, por el camino no parecía haber nada, ni nadie. Aún quedaba un rato para su casa, pensó que si de verdad estaba en peligro, la casa más cercana desde donde se encontraba era la de Rufus, su "queridísimo vecino". Él y ella habían tenido un noviazgo extraño en el pasado, por lo que le daba reparo pedirle ayuda. Por otra parte el tenía un arma de fuego.

Aunque tardó en decidir, cogió el desvió hacía casa de Rufus. 

Su ex-novio y su marido no se llevaban especialmente bien, y desde que lo habían dejado habían tenido una relación complicada, pero era su único vecino. Tras llevar un rato andando hacía la casa de Rufus, escuchó una voz a sus espaldas.

- Lungendorum aut mori, habeo tibi aliquid quarrere quaestiones- Era latín, pero no era la voz del ángel- Si non prohibere ego faciam doloris-.

Era una voz muy grave y profunda, gutural a decir verdad. Luna hizo un enorme esfuerzo por darse la vuelta, dado que estaba asolada por el terror...


El ángel ha desaparecido, ¿a donde ha ido?, Algo ha bajado de los cielos transportado en un rayo... ¿Quién o qué es ese ser?... Luna corre peligro, ¿Llegará con vida hasta la casa de su ex-novio Rufus?





Y entonces... Los ángeles cayeronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora