Capítulo 12

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Un año después

Todo ha cambiado desde la ultima vez que estuve aquí. Cuando Dylan se marchó, se quedó  un enorme vacío dentro de mi que impedía que estuviese lo bastante animanda como para salir a la calle, pero eso no hizo que faltara a las clases. Durante las clases, empecé a hablar más con Damon, y cogimos tanta confianza que le conté todo lo que había pasado con Austin y Dylan. A partir de ese momento, me invitaba a salir y yo aceptaba; era lo que necesitaba, necesitaba distraerme. Damon me gustaba. Desde la primera vez que hablé con él supe que era un buen chico, y la verdad es que me encontraba tan a gusto con él, que la noche en la que fui a ver una película a su casa, le pedí que saliese conmigo. No fue tan directo como parece; simplemente le di un beso y él me lo devolvió, y desde ese día, las cosas cambiaron entre nosotros y nos unimos aún más. Eso no hizo que me olvidara del todo de Dylan, pero si me ayudó bastante. A veces, me pregunto cómo estará, que estará haciendo y donde. Se fue sin explicaciones; me dejó sin explicarme nada, y lo hizo aún sabiendo que me haría daño. Pero ya he pasado página. Ya no me duele. Ya no siento absolutamente nada por él.

Hoy me toca volver a la universidad. Mi segundo y último año aquí, en el sitio donde mi vida ha dado más giros de los que creía que iba a dar, haciendome ver que nada es para siempre y que las cosas cambian cuando menos te lo esperas. Por un momento, se me había pasado por la cabeza cambiarme de universidad; simplemente para volver a empezar de cero. Sé que volver ahí me traerá recuerdos, tanto buenos como malos; pero lo pensé mejor y decidí que sería una mala idea.

—Descansa un poco. No has dormido nada en toda la noche—me dice Damon desde el asiento del piloto. Yo voy a su lado; esta vez, es él quien me lleva hasta la universidad.

En eso tiene razón. He pasado la noche en vela, nerviosa por este primer día. No sé cómo serán las cosas. No sé cómo me sentiré al volver ahí. Solo espero que no vuelva y me destroce todo lo que he superado en el tiempo que no he estado allí, en la universidad.

—Damon, estoy más nerviosa que antes. No voy a poder dormir por mucho que lo intente.—le digo con la mejor sonrisa que tengo. Él me la devuelve, y se centra en la carretera; pero no sin antes hacerme una pregunta.

—No te preocupes por lo que pasó. Todo va a estar bien, ¿vale?

—Estoy bien, Damon—le digo, y me acerco a él para darle un beso en la mejilla—Estaré bien siempre y cuando estés conmigo.

Cuando veo el enorme cartel donde pone "Santa Mónica Collage", empiezo a notar como las mariposas empiezan a revolotear con más fuerza en mi tripa. No entiendo por qué estoy tan nerviosa. "No pasa nada, Alissa—pienso—Ya está superado"

—Vamos—me dice Damon, saliendo del coche y dirigiéndose al maletero.

Como el caballero que es, Damon coge mi maleta junto con la suya, y nos dirigimos a las habitaciones. La primera vez que vinimos, fue un maldito desastre encontrar nuestra habitación; solo quería llegar ya la habitación que me correspondía. Pero, esta vez, ya sabemos donde está, y la verdad es que no quiero llegar. Pero después de 5 minutos, la encontramos. Habitación número 103. Si por mi fuese, me quedaría en el descansillo todo el tiempo que pudiese con tal de no entrar, pero Damon está al lado mío, y no quiero que piense que estoy pasándolo mal por entrar en la habitación donde pasaron muchas de las cosas por las que lo pasé mal.

—Es esta la tuya, ¿verdad?—me dice señalando mi habitación. Quiero decirle que no y dar media vuelta, pero sería demasiado.

Asiento, y se despide de mi antes de que llame a la puerta. Me da un largo y tierno beso, y me dice que nos vemos más tarde. Me quedo mirándole hasta que dejó de verle, y decidida, llamo a la puerta. Después de unos segundos, aparece Amanda y me recibe con un fuerte abrazo seguido de un grito de alegría.

—¡Por fin!—me dice—¿Has venido sola?

—Damon me ha traído. Todavía no tengo coche, ¿recuerdas?—le digo, y hago nota mental de que tengo que ir a mirar un coche.

—Es verdad. ¡Pasa!

Cuando entro, no puedo evitar que me invada una ola de recuerdos. Miro a mi cama, y recuerdo cuando estaba con Dylan durmiendo abrazados o viendo una película en mi portátil. Después, miro hacia la puerta del baño, y el primer recuerdo que me viene a la cabeza es la vez en la que tuve que encerrarme dentro porque Austin estaba descontrolado. Rápidamente, deshago esa imagen de mi cabeza; no quiero pensar en eso. Avanzo un poco más, y me doy la vuelta mirando hacia la puerta. Solo me vienen dos recuerdos, y en ellos veo cómo salen por la puerta dos personas que una vez fueron importantes y especiales para mí. Espero que Damon no sea como ellos. Otra vez no.

—Alissa, ¿me estás escuchando?—me dice Amanda poniéndose delante de mí y levantando una mano por delante de mi cara.

—No, lo siento. ¿Qué estabas diciendo?—le pregunto olvidándome de todo y centrándome solo en ella.

—Alissa, olvídalo todo. Lo tienes más que superado y lo sabes. Sé que... todo esto, sobretodo esta habitación, te recuerda a Dylan; pero tienes a Damon. Olvídalo. A la mierda, ¿vale?

En estos momentos, me alegra tener a una mejor amiga como la que tengo. Sabe como sacarme una sonrisa, realmente lo sabe. No sé cómo lo hace, pero siempre lo consigue. Y tiene razón, todo ha pasado. Ya no me importa. Quiero a Damon, y con él estoy perfectamente.

—Eres la mejor, lo sabes, ¿verdad?—le digo con una sonrisa en la cara.

—Lo sé. Y tú también eres la mejor porque vendrás conmigo a la fiesta esta noche, ¿verdad?—me pregunta, y sé que no va a dejar de mirarme con cara de pena hasta que le diga que sí. La verdad es que me apetece, así que no tengo ningún problema en decirle que no, por mucho que odie las fiestas.

—Esta bien, iremos.—le digo, y casi no me deja acabar la frase porque se lanza sobre mi repitiendo "gracias" diez veces seguidas.




Teniendo en cuenta que hemos venido a la universidad a la tarde en vez de a la mañana, hemos tenido que empezar a prepararnos en cuanto he llegado. Como sabía que este año habría ocasiones como esta en las que saldríamos de fiesta, decidí comprarme varios vestidos para no tener que pedírselos a Amanda. Hoy he decidido ponerme uno de ellos, y a Amanda le ha encantado. He dudado entre si ponerme tacones o no, pero he acabado poniéndome unos zapatos planos porque sé que acabaré con los pies destrozados y los tacones en la mano. Mientras Amanda rebuscaba por su maleta algo que ponerse, le mando un mensaje a Damon para ver si va a venir. Al de un minuto, me contesta diciéndome que esta noche no puede salir, tiene que adelantar trabajo y si sale de fiesta solo conseguirá atrasarlo. Me hubiese gustado que viniera, pero le digo que no importa y me guardo el móvil en el bolso. Justo después de que Dylan se fuese, Damon empezó a salir con nosotros. Ya que empecé una relación con él, tuve que decirles a todos (Amanda, Daniel y Adam) que Damon vendría con nosotros más a menudo, lo cual les pareció una idea perfecta. A día de hoy, es uno más en nuestro pequeño grupo; y me alegro un montón de ello.

—¿Lista?—me pregunta Amanda cuando se levanta de golpe y coje las llaves de la habitación.

Asiento, y nos dirigimos al aparcamiento. Amanda se compró un coche hace poco, y la verdad es que yo debería de hacer lo mismo. Ya tengo casi diecinueve años, y necesitaré un coche para cualquier cosa, para cualquier situación. Sí, algún día de esta semana iré a comprarme uno, o aún que sea a mirarlo. Lo necesito.

Never loved youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora