Cicatriza las heridas

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12:00pm
Sector Secreto. Alta Seguridad.
Monitoreo. . .

No pasaron más de diez minutos para que estrellara el puño contra el monitor. Los presentes se sobresaltaron, pero mantuvieron las expresiones en línea para no ser el siguiente objetivo. Sacó la mano de la pantalla de forma lenta evitando que los fragmentos se incrustaran más en su delicada y nívea piel,cuyo tono cambió a un carmesí cuando la sangre comenzó a emanar de la herida a borbotones. Lanzó una mirada feroz a uno de los asistentes, movilizándolo para que limpiara la herida.

—¡Maldita sea!—exclamó, sintiendo que la sangre le hervía al punto de la ebullición—.Aquí no hay nadie competente. NADIE.¡Yo mismo tendría que haberles arrancado el culo!

Varias maldiciones continuaron brotando de sus labios mientras el asistente sacaba de su piel cada fragmento incrustado de la pantalla rota; sin embargo, debido a sus continuas quejas la labor era difícil y tuvo que pedir ayuda extra para limpiar la herida y vendarla.

—¡KyungSoo!.
El aludido se levantó de golpe, con los ojos bien abiertos y apretando sus labios esponjosos. Corrió de inmediato al ver los ojos encendidos de su superior, preparándose mentalmente para no gritar del susto.—Dame una lista—le fue ordenado con un tono de voz áspero,pero más tranquilo.

KyungSoo llevaba puesta una chaqueta de color negro, con los cabellos cafés-oscuros cepillados hacia atrás con un toque esponjoso, utilizando mucho spray para mantenerlo alzado y ligeramente a la izquierda; se encogió cuando escuchó la orden, sintiendo el peso de su peinado hundirlo hasta el fondo de la suela de sus zapatos.

—Señor...Ya no hay más voluntarios—musitó temeroso a que su voz se quebrara.

La estatura de KyungSoo ya era bastante pequeña, pero la mirada asesina que recibía de su superior lo hacía sentir diminuto, como si se encogiera paulatinamente para ser pisoteado.

—¿Qué?

Aquella fue la monosílaba más terrorífica que había escuchado durante toda su vida, siendo respaldada por los ojos oscuros como la noche que destilaban ira contenida. Tembló.

—¡Yo me ofrezco!

Ambos voltearon al mismo tiempo al escuchar el grito sonoro y firme de otro asistente. Los ojos de KyungSoo se agrandaron más al ver de quien se trataba, llevando ambas manos a su boca para evitar que la mandíbula se desencajara.

Kim JongIn,compañero de KyungSoo, no pudo resistirlo más y decidió ofrecerse antes de que KyungSoo pagara las consecuencia, logrando que su piel habitualmente bronceada cambiara a un tono pálido; sin embargo, aquello no quitaba la firmeza en su voz ni la decisión de su mirada, aunque, ciertamente, tenía miedo.

—Supongo que tu me sirves—dijo serio, dándose la media vuelta para salir.

—¡No!—exclamó KyungSoo como reflejo, logrando atraer de nueva cuenta la mirada iracunda y fría sobre él.

—Está delirando—se apresuró a intervenir JongIn, corriendo junto a KyungSoo—. Yo tomo mis propias decisiones y si dije que iré, entonces iré.

Las palabras parecieron tranquilizar un poco al superior, quien sin decir nada simplemente continuó su camino, azotando la puerta después de salir del centro operativo.

—¿Estás demente?—reclamó KyungSoo por lo bajo con el entrecejo notablemente fruncido mientras lo acercaba a su propia altura jalándolo de la camisa, ya que él tenía la estatura más pequeña entre los presentes.—¿Tienes idea, a caso tienes una mínima idea de lo que te espera afuera?. Mierda, JongIn, esto no es un paseo por el campo.

—Himchan no iba a dudar en enviarte a ti—respondió tranquilo, en el mismo volumen de voz—. Y me conoces, prefiero morir antes que verte lastimado. Además, eres más valioso aquí de lo que yo seré algún día.

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