"This is my world, babe"

Capítulo dos: Secundaria, primera parte.

¿Uniforme?  ¡¿Qué diablos?!

Me encontraba muy enfadada en la cocina, mientras mi madre me explicaba inquietamente que debía usar un maldito uniforme para entrar a clases.

Suspiré frustrada.

—¿A qué viene esto mamá?—. Largué junto con un gemido.

Ya me estaba frustrando y aun no veía ni el sitio en donde tendría que permanecer 6 horas. Sólo en los colegios privados se usaba uniforme, no entiendo porque en esta maldita secundaria, que conste es pública, ¿también se debía usar?.

Frunciendo mi ceño, decepcionada, miré a mi madre, se veía cansada de discutir conmigo. Me acerqué a ella y besé escasamente su mejilla, la respuesta de mi madre fue rápida y en los labios colgó una sonrisa de agradecimiento. Clarissa, no tenía la culpa en absoluto de esta situación.

Ya comenzando mal el día, corrí escaleras arriba.

Mi habitación era espaciosa, paredes verde claro y con pájaros volando libremente pintados en ellas. Era muy cómoda para ser sincera. Y mi cama también, sonreí en mi interior. El gran armario de madera contenía las últimas tendencias de la moda del mundo. Mi madre exagera bastante, pero se siente a gusto comprándome todo lo que ella cree necesario para mi.

Gucci, Channel y otras marcas estampadas en las prendas. No las podría lucir mucho, ya que...¡hay que llevar un uniforme!. Suspirando, negué con mi cabeza. Me distraje al percibir que a mi IPhone se le agotaba la batería, decidí enchufarlo y miré curiosa la hora, 7:35 am. ¡¿Qué?! El primer día de clases y ¡Voy a llegar tarde!, dios.

Apresuradamente corrí otra vez escaleras abajo y encontré a mamá viendo el noticiero.

Me quejé en mi interior, ¿Ella de lo más tranquila y yo muriendo?, se que soy demasiado exagerada.

—¡Mamá!—. Le grité con en ceño fruncido, por segunda o tercera vez en la mañana. Sacándola de su trance, me miró asustada.

—¿Qué sucede hija?—. Su voz se notó cansada y algo irónica.

—No se si sabes madre—. Respiré profundo, tratando de calmarme y sonriendo cínicamente— que tengo colegio. ¡En 15 minutos!, así que si no te molestas y puedes—. Burlonamente hice una reverencia. — Me das el uniforme. Sólo si puedes.

Ella se sorprendió y comenzó a asentir en reacción.

—Oh hija, lo había olvidado por completo—. Suspiró levantando sus cejas dramáticamente.

Se levantó de inmediato, yo siguiéndola desde atrás, hasta que paró y sostuvo algo entre sus manos. Su espalda obstruía mi vista. Se dio la vuelta y sonrió, me entregó una caja y cuando menos supe, desapareció de mi vista. Esa era mamá.

Impaciente ya, abrí la caja. Levantando una de mis cejas, sonreí incrédula. Dentro contenía una pollera semi-tableada color negro y para la parte superior una camisa blanca y un saco a juego, color negro también. Bien, pensé, no está nada mal. Haciendo otra vez mi camino hasta mi cuarto, me adentré en él rápido. Me deshice de la vestimenta que llevaba puesta y comencé por la pollera... suspiré. 10 centímetros aproximadamente por arriba de mis pequeñas rodillas, está decente al menos. La camisa y el saco eran de mi talle por lo tanto no tuve problema. Debajo en mis pies, coloqué unas Vans de color rosado opaco.

Y me arreglé el cabello en una coleta firme y alta, sonreí al espejo. ¡Lista!, contuve el aliento al ver la hora. Cinco minutos y entro a clases

Mierda.

Sostuve un bolso sencillo en donde traía una libreta y lápiz para anotar horarios entre otras cosas. Corriendo por tercera vez en lo que llevaba del día, le grité a mi madre un “adiós” fugaz mientras azotaba la puerta.