Capítulo 5

63 6 0
                                    


El sol cubría las copas de los altos árboles de un brillo intenso, sin embargo, debido a la densidad de estos, apenas cuatro rayos de luz conseguían atravesar el follaje por lo que el interior del bosque, cada vez se volvía más oscuro. A las dos hermanas les estaba costando salir del bosque más de lo habitual, la lluvia torrencial había provocado muchos destrozos y la tierra aun seguía lodosa. Ya ni sabían las veces que habían necesitado cambiar de camino pero, si lo tenían que hacer muchas veces más, la noche les alcanzaría en medio del bosque.

-¿Cuánto queda?-

-Si conseguimos seguir este camino, saldremos del bosque en un rato, pero no creo que lleguemos a Cairdeil antes de que anochezca.- En la cara de Sheryl apareció una sombra de miedo- Tranquila, me se muy bien el camino.

Sheryl asintió conforme, Enya no entendía por qué pero parecía que su hermana, a pesar de no conocerla de nada, confiaba en ella ciegamente. Siguieron caminando en silencio atravesando caminos, saltando charcos de lodo y esquivando troncos que debido al intenso vendaval habían caído al suelo bloqueando los senderos. Por fin, llegaron a la linde del bosque, el sol ya casi tocaba las cimas de las montañas más alejadas, sin embargo aún quedaba un poco de tiempo hasta el atardecer. Sheryl respiró una bocanada de aire aliviada, al contrario que su hermana ella no se sentía cómoda en el bosque y, tras su experiencia la noche anterior, le resultaba incluso claustrofóbico. De repente, dejó de sentirse abatida y agilizó el paso para alcanzar a su hermana que le llevaba varios metros de ventaja. Cuando consiguió ponerse a la par y empezó a buscar un tema de conversación, no le importaba estar en silencio pero sentía una curiosidad enorme por la vida de su hermana. Cuando consiguió reunir el valor suficiente le preguntó.

-¿Qué sueles hacer en el bosque? Debe ser divertido-

-Bueno, suelo salir a cazar y, no se, poco más.- dijo incomoda.

-Y el arco, ¿lo hiciste tu?-

-Sí- dijo cortante.

Frustrada decidió que si Enya no quería hablar, hablaría ella. Aunque pareciese imposible iba a conseguir que su hermana le hablase.

-En Cairdeil la vida es muy tranquila, mis padres tienen una granja a las afueras y tenemos varios animales. Tenemos un caballo, se llama Gorwynt tiene el pelo negro y muy suave me encanta cepillarlo todos los días. Mi padre me enseñó a montar cuando era pequeña, adoro la sensación del aire en mi cara al cabalgar. En la granja me suelo encargar de dar de comer a los animales y, en época de cosecha ayudo a mis padres a recolectar el grano. Cuando era pequeña acompañaba a mi madre todas las semanas a vender los productos en el mercado, cuando crecí un poco me dejaron ir sola. Me lo pasaba muy bien hablando con la gente, de normal el trabajo en la granja suele ser bastante solitario.

Mientras la chica hablaba Enya escuchaba atentamente, aunque no lo demostrase también sentía curiosidad por la vida de su hermana. Se sintió agradecida de que el intento de conversación hubiese desembocado en un intenso monólogo. No se le daba muy bien relacionarse con la gente, nunca había tenido la necesidad pero muchas veces la tía Mai le había acusado de arisca. La realidad es que no se daba cuenta hasta que el daño estaba hecho.

-Una vez, estaba jugando con unas amigas en el mercado y no se como, acabé en las afueras del pueblo y no sabía volver. Era pequeña aún, creo que fue la segunda o tercera vez que acompañe a mi madre. El caso es que ya estaba anocheciendo, hacía frío y tenía hambre, en un intento de volver a casa aún conseguí perderme más. Cuando ya pensaba que ya nunca volvería a ver a mis padres apareció Gorwynt, me monté y me llevó a casa, no se como pero él siempre me encuentra. Mis padres estaban muy preocupados y en los siguientes meses mi madre no me dejó moverme de su lado cuando íbamos al pueblo.

Las crónicas de Eyre: El legado de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora