-¡No!- grito Enya mientras comenzaba a correr desesperadamente tras el caballo.
Sheryl todavía tardó un par de segundos más que su hermana en reaccionar, tenía las manos quemadas por el roce de las bridas en el movimiento rápido y repentino y le escocieron al apoyarlas en la tierra para levantarse. Ya no se veía a su hermana pero no le costo encontrar el rastro que había dejado el caballo. Se internó siguiendo las huellas de Gorwinth. Se maldijo a si misma por no haber hecho caso a su hermana. Ya iban varias veces que había complicado las cosas y la relación con Enya era muy tensa. No alcanzaba a comprender cómo su hermana tenía tan poco tacto.
Varios metros por delante Enya corría centrándose en cualquier sonido que le indicase que el caballo estaba cerca. Corría sin pensar en nada mas, solo se centraba en respirar para no quedarse sin oxigeno. No podía estar muy lejos, a pesar de que el caballo cabalgaba con rapidez, las frondosas ramas de los árboles y el terreno desnivelado impedirían que este alcanzase mucha velocidad.
Efectivamente, tras unos segundos de carrera consiguió escuchar el rápido golpeteo que se iba intensificando poco a poco. Aceleró el paso para alcanzarlo cuando de repente escuchó el sonido de las pezuñas de Gorwinth hincándose con fuerza en la tierra seguido de un grito ahogado y un golpe sordo.
Sin saber que podría haber ocurrido llegó al lugar donde había oído los sonidos y la escena la dejo estupefacta. Por un lado Gorwinth pastaba tranquilamente de la base de un árbol y, por el otro, Ronan se encontraba desparramado en el suelo sin moverse. Se acercó a este con precaución desenvainando la daga que le había quitado a este hacía ya unas horas. Cuando llegó al lado de este lo movió levemente con el pie. El soldado se agito brevemente y murmuró algo sin sentido. Al ver que estaba inconsciente guardó la daga y se agachó. Comprobó que tenía las manos atadas y se sorprendió de la habilidad de este para cabalgar sin sujetar las riendas y con las manos atadas. Le desató las manos y se las puso en la espalda. Si así era capaz de seguir con sus trucos, ella no sabía que más podía hacer para pararle los pies.
En el momento en el que termino de apretar el segundo nudo su hermana llegó sudando y con la respiración agitada.
-¿Qué ha ocurrido?- preguntó sofocada
-No lo se, cuando he llegado este estaba aquí tirado inconsciente y Gorwinth estaba al lado tranquilamente.
-¿Has sido tú, verdad?- dijo Sheryl dirigiéndose al animal. Este levanto el hocico y asintió divertido- Eres un caballo muy bueno- dijo cariñosamente mientras le acariciaba el morro.
Enya abrió los ojos como platos totalmente incrédula. Alternó su mirada entre el soldado y el animal y de un momento a otro rompió el silencio del bosque con una sonora carcajada. Sheryl se quedo totalmente sorprendida por la reacción de su hermana y le correspondió con una risa tímida que en segundos se convirtió en una carcajada digna de la de su hermana. Entre el ruido de las risas el joven se espabiló y levantó la cabeza sin comprender a que venía aquel estruendo.
-¿Qué... Qué ha pasado?
-Has sido derrotado por nada más y nada menos que un caballo ¿Qué te parece?
Poco a poco las imágenes se fueron formando en la mente de Ronan. Las hermanas seguían riéndose a carcajadas y el joven poco a poco adquirió una tonalidad roja por la rabia.
-¿Qué creías? ¿Qué podías escaparte con Gorwinth? El nunca me abandonaría- dijo Sheryl.
-Parece que no tienes escapatoria- se burló Enya.
Ronan ignoró los comentarios de las hermanas, no quería darles el gusto de admitir que le habían vencido.
-¡Enya, mira!- dijo Sheryl señalando la pierna del soldado.
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Las crónicas de Eyre: El legado de los dioses
FantasiaHace ya 19 años que en el reino de Eyre está prohibida la magia. Cuando la esposa del rey fue secuestrada por un grupo de druidas este se volvió loco y persiguió a todo aquel que la practicase. Los pequeños grupos de brujas y druidas que quedaron de...