Capítulo 10

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Lo primero que sintió al despertar fue la voz de su hermana hablando con alguien próximo a ella. No conseguía entender qué decía exactamente pero no le pareció que recibiese ninguna contestación. Enya abrió los ojos y la luz del sol la cegó. Cerró los ojos y volvió a abrirlos poco a poco intentando acostumbrarse a la luz. Cuando consiguió enfocar bien la imagen se dio cuenta de que estaba en un lugar desconocido. No sabía cómo había llegado ahí. Intentó recordar en qué momento había llegado a ese claro rodeado de árboles de hojas amarillas, pero no lo consiguió, lo último que recordaba era el lago. El lago y a los Grindylows. En ese momento se incorporó de golpe buscando a su hermana con la mirada. No entendía cómo habían conseguido escapar del ataque, pero seguro que no habían salido ilesas.

-¡Enya!- dijo Sheryl sorprendida.

En cuanto se incorporó la cabeza le dio vueltas y la imagen se desdibujo ante sus ojos. Un par de brazos fuertes la sujetó antes de que se golpease la cabeza con el suelo y le ayudó a recostarse con cuidado.

-¿Qué ha pasado? ¿Cómo hemos llegado aquí? - dijo todavía desorientada. Con los ojos cerrados escuchó la historia de su hermana sin poder creérselo. - ¿Yo hice eso? ¿Cómo?

-No lo sé, de repente estabas como en un trance y el aire se arremolinaba a tu alrededor. Cuando nos quitaste de encima a todos esos seres te desmayaste. No sabíamos si esos bichos volverían asi que te cogimos y huimos.

-¿Me cogisteis?

-Sí, bueno, Ronan te cogió- dijo agachando la cabeza sabiendo que aquello no le iba a gustar nada.

-¿Qué? -Pregunto exaltada. En ese momento fue consciente de que el soldado estaba inclinado a su lado libre de ataduras y armado. - Pero, ¿qué has hecho? ¡Átalo! - gritó incorporándose repentinamente otra vez, tanto que se volvió a marear y la imagen se distorsionó de nuevo. Aquellas manos que antes habían evitado que se golpease la cabeza en la caída la volvieron a sujetar y esta vez Enya vio que era el soldado el que la sujetaba con cuidado. -¡No me toques!- dijo sin fuerza.

-Enya, tranquila. Puedes confiar en él.

-Eso no es verdad. Nos llevó a aquel lago, él sabía lo que había allí.

-Y fue él el que nos sacó de allí.

-No... No entiendo.

-Enya, si no hubiese estado él no creo que hubiésemos podido escapar tan rápido, ni encargarme de ti tantos días.

-¿Días? ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?

- Tres días. Estamos a las puertas de Cladaich.

-Es imposible...

-No lo es, gracias a Ronan

Tras unos segundos Enya decidió darle una oportunidad al soldado. Seguía convencida de que el joven sabía perfectamente de la existencia de los Grindylows del lago y que las había llevado ahí con la intención de librarse de ellas fácilmente, pero decidió confiar en su hermana. Miró al soldado que silencioso agachaba la cabeza como un niño arrepentido tras una travesura. De repente le invadió el cansancio y se le cerraron los ojos.

Cuando volvió a despertar era de noche, pero aún en la oscuridad Enya reconoció el mismo claro en el que había recuperado la consciencia a la mañana gracias al brillo de una pequeña hoguera que ardía a su espalda y bañaba el borde de las hojas y las piedras de un tono anaranjado mientras las sombras bailaban al compás de las llamas. No se habían movido de ahí. Se incorporó despacio para evitar marearse, pero se dio cuenta de que estaba totalmente recuperada, no sabía cuántas horas había dormido, pero habían servido para recuperar sus fuerzas. Se volvió para descubrir que el soldado la miraba fijamente desde el otro lado de la hoguera. A su lado Sheryl estaba profundamente dormida, al parecer había decidido confiar ciegamente en el soldado, pero ella no era tan ingenua. Se mantuvieron la mirada durante varios segundos hasta que el soldado agacho la cabeza con un gesto de, ¿arrepentimiento quizás? Enya no estaba segura. El soldado llevó la mano a la empuñadura de la espada que su hermana imprudentemente le había devuelto. La chica se levantó alerta pero lo que el soldado hizo a continuación la dejó totalmente atónita. Ronan con la cabeza gacha desenvainó la espada y la dejó a los pies de Enya. No entendía nada ¿qué significaba aquello? ¿Estaba realizando una especie de juramento de lealtad? ¿Sería todo una farsa o de verdad quería hacerle saber que podía confiar en él?

Las crónicas de Eyre: El legado de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora