A veces es imposible no sentirse acorralado. Desprecio en verdad que esto que Karol y yo tenemos, lo que sea que sea, no nos lleve a ningun lado. Tal vez estoy perdiendo el tiempo, pero tal vez ella lo valga. Cuando miro su sonrisa toda esta preocupación se desvanece, la tormenta se detiene dejando paso a que el sol salga. Nunca había sentido algo así por alguien, aunque ni siquiera me corresponda, aunque sea algo prohibido. Pisar terreno peligroso es excitante, no se olvida, pero todo el mundo es conciente que puede terminar mal si no sales de él a tiempo.
Me hace sentir estúpido a veces, porque seguramente si fuera el fín del mundo con la persona que querría estar en ese momento sería con Karol, y es frustrante no hayarle una justificación a esto.
Se preguntarán, ¿por qué tengo tanto tiempo para pensar?. Será porque estoy enfermo. Que bien, genial. Lo peor es que justo hoy ella me prometió pagarme la deuda lo que anoche no pasó, por lo tanto analizando las circunstancias, no creo que esté dispuesto a cobrarlo. Por lo menos no por ahora.
Seguí pensando en ella, en todo lo que había pasado entre nosotros. Detecté un pequeño gran detalle. No usamos protección. Mierda, mierda, mierda. Explícame Pasquarelli por qué no te diste cuenta, sos un adulto maricón. En el momento en el que no me podía sentir más boludo, escucho la puerta de la casa abrirse. Aclaremos una cosa: cambié la cerradura de la casa para que la loca de Candelaria no pueda entrar más. ¿Quien es entonces?. A Karol nunca le dí llaves, me olvidé.
Sin embargo la ví entrar a mi cuarto con toda la comodidad que hay en la faz de la tierra. Tiró las llaves al sillón y fijó su mirada en mí cruzando los brazos. Me undí en la almoada, notando aún su mirada en mí.
- ¿Pero que rayos pasó aqui?
- Estoy enfermo.
- Ya me dí cuenta. Que lastima, justo había traido juguetes para que juguemos un poco. - ¿Pero por qué mierda me decís eso hija de puta? Ahora mismo estoy peor que nunca.
- No quiero que te vallas. - me levanté para verla, mientras ella se sentaba a mi lado.
- Ese es mi plan, no te preocupes
- ¿enserio?
- Obvio que me quedo Ruggero, parece como si no me conocieras. - me imagino lo terrible que debo haber lucido, pero sin embargo ella tocó mi cara mirándome con ternura. Me volvió loco aunque no lo demostraba.
- ¿no te vas a contagiar? - se levantó preparando una toalla con agua fría.
- Puede ser, pero no importa. Enfermémosnos. - me recosté dejando que me pasara la toalla por la cara, literal mi fiebre estaba por las nubes. Antes de darme cuenta por mis ojos cerrados, sentí sus calidos labios sobre los mios.
- ¿Estas segura?
- Si para poder estar con vos me tengo que enfermar, lo voy a hacer. Además me encanta enfermarme.
- Sos la primera persona que escuché decir tal cosa. - me reí burlándome un poco.
- Soy especial, que te puedo decir. - volvió a besarme, dejé que me tocara, que hiciera lo que quiera conmigo. Me sentí suyo, y si, es patético no sentir que ella era mía. Pero en ese momento, lo era. Me pertenecían sus labios, sus manos audaces, su cuerpo, sus pensamientos por lo menos por un momento. - no te muevas, no es bueno que lo hagas.
Mordí mis labios, podía estar indefenso pero siempre mi pene estaría inquieto ante cualquier cosa viniendo de ella. Se sentó sobre mí, meneando sus caderas mientras yo quería acabar en el mismisimo pantalón. Aún no había desabrochado el cinturón, asi que bueno ¿que otra opcion le queda?.
- mmm... Karol. Creo que me estoy sintendo.. mejor.
- usted tranquilo señor Pasquarelli, va a quedar curado después de mi inyección y la dosis que le voy a dar. - gemí como nunca en mi vida.
- Hagalo doctora, que espera.
- No sea impaciente, tengo que preparar el equipo necesario. - me calló cellando mi boca con un beso. Me acordé lo de la protección y antes de que siguiera (probablemente me olvidaría) las palabras salieron de mi boca.
- Pará pará. - mis palabras la descolocaron.
- ¿Qué? ¿No te gusta? Tu compañero no dice lo mismo - señaló a mi pene sobresaliendo de mi pantalón como un cohete. Vaya, que comparación.
- No, no es eso. Me acordé de que no usamos protección las primeras veces. - se rió. ¿Pero que mierda le pasa?
- Ruggero, yo ya me ocupé de eso.
- ¿Que quieres decir?
- Mi medico me resetó unas pastillas hormonales hace 2 meses, que tambien sirven de anticonceptivos. Debo tomarlas hasta que se termine el mes llevando un control, es un poco complicado. Así que es tecnicamente imposible que ocurra algún tipo de... accidente por así decirlo. ¿Ahora estás más tranquilo?
- No sabes cuanto - suspiré aliviado mientras ella se reía de mí.
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Our Dark Side {Ruggarol}
FanficSe podría considerar que Ruggero Pasquarelli tiene una vida normal. Novia, trabajo, amigos, casa, todo lo que quiere lo consigue, a excepción de una intrépida adolecente que pondrá su mundo de cabeza. La locura que experimenta por ella lo hará hacer...