Cuarta parte

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El corazón de Yuri estaba destrozado, más bien Yuri estaba destrozado.
Después de aquel encuentro con Otabek en la cafetería Yuri salió corriendo, sus ojos picaban por las lágrimas acumuladas que pedían salir.
Afortunadamente nadie estaba en los pasillos por donde el pasaba y si había alguien Yuri no lo noto, Yuri no podía sentir nada de lo que pasaba a su alrededor.
Porque después del desprecio por parte de Otabek su corazón se rompió en pedazos, literalmente su corazón murió.

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El jardín de la escuela era la parte favorita de Yuri, había lo que él desea en aquel lugar, paz.
Mila y Yuri se encontraban sentados bajo un árbol, el más grande, el que les proporcionaba la suficiente sombra para cubrirlos a ambos y así no ser molestados por los rayos del sol que parecían ser aún más potentes (aunque realmente no lo eran).
Yuri se recostó sobre el pasto que se encontraba en el lugar y cerró los ojos, deseando poder sentirse así para siempre, tan tranquilo, sin nada de qué preocuparse, su aura estaba llena de paz.
Claro, hasta que unas fuertes carcajadas atiborraron aquel lugar.
Mila logro ver que los dueños de esas carcajadas eran los del grupo de JJ y eso la molesto, porque sabía perfectamente que estaban planeando atacar a su amigo, así que para evitarse los problemas se levantó del lugar en donde se encontraba y miro a Yuri, le pateo ligeramente, dándole a entender que debían irse.
Claro que el plan de Mila pudo funcionar a la perfección, pero los amigos de JJ se movían aún más rápido que ellos y los lograron alcanzar, ella maldijo por lo bajo, tenía un muy mal presentimiento.
Sintió como un chico del grupo de Otabek la tomaba por los hombros y la apretaba fuertemente hacia él, logro ver que a Yuri le hacían lo mismo.
Mila nunca se había decepcionado tanto de ella misma como aquel día, si tan solo hubiese sido más rápida no estarían en ese lugar, no estaría a punto de ver a Yuri sufrir.
JJ y Otabek se hicieron presentes cuando todos los del grupo lograron cerrar el paso a donde ellos se encontraban y por primera vez Yuri sintió temor al ver a Otabek.
Porque sus ojos lo miraban con odio, parecían querer matarlo.
Lamentablemente así era.
— Eres un cobarde Otabek, maldito cobarde doble cara.- Yuri se armó de valor e intentó ocultar el temor que le tenía.
Espero a que las palabras le hubiesen dolido, pero no fue así, una sonrisa burlona se apareció en su rostro, eso derrumbó la poca valentía que Yuri había ganado.
Otabek se acercó a Yuri con paso lento, algo que ponía de los nervios al rubio.
— Eres un marica Yuri, un jodido marica al que todos odian, idiota e inservible.- Otabek se posicionó frente al rubio, este lo miro con una mirada llena de temor a lo que Otabek pudiese hacerle.
El kazajo miro con furia a JJ y luego se volteó a mirar a Yuri, quien se veía como un corderito indefenso, no lo soportaba.
Así que sin más Otabek le plantó una fuerte cachetada al rubio, tan fuerte que logró el color rojizo en la mejilla de este al instante.
Mila gritó con todas sus fuerzas al ver aquella escena, zarandeo y pataleo todo lo que pudo, pero el chico que la sostenía no la dejo ir, era inútil intentar escapar.

Yuri.
Jamás había tenido esta sensación de suciedad sobre mi piel, nunca me había sentido como una basura, más bien nunca nadie había logrado hacerme sentir como una completa basura.
Solo Otabek lo había logrado y me siento completamente estúpido ahora que estoy aquí, tirado sobre el pasto, con lágrimas recorriendo por mis mejillas y golpes por todo mi cuerpo.
Pero eso no era lo que me hace sentir estúpido, me siento estúpido por no poder odiar a Otabek.

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Narrador.
Yuri y Mila se encontraban en la cafetería, sentados en una de las mesas más alejadas de todos, deseando que en ese lugar no les molestasen.
Tanto Yuri como Mila tenían marcas rojizas alrededor de su cuello, después de haber sido atacados en el pasillo, Mila llevándose una buena estrangulada y Yuri golpes en todo el cuerpo.
Aún no lograban entender que era lo que había pasado con Otabek, después de tanto tiempo juntos, de un día para el otro él llega tan cambiado y odiando con todo su ser a Yuri.
Mila suspiró con tristeza, se sentía completamente inútil al no poder ayudar a su mejor amigo aunque sea una vez, por no poder defenderlos de todos esos bravucones que solo buscaban golpearlo y hacerle la vida imposible.
La puerta de la cafetería se abrió de golpe, dejando ver a JJ, quien entraba con su aire de rey supremo.
JJ se percató de la mirada de Yuri, aquellos ojos verdes le miraban con temor, pero él no podía hacer nada, porque extrañamente su corazón se llena de felicidad después de ver al rubio derramar cada lágrima que el provocaba.

El día había sido agotador para el rubio, porque, aparte de que tenía que huir de Otabek, él debía entregar un trabajo atrasado que valía más que el mismísimo examen.
Por lo tanto ahora mismo se encontraba en la biblioteca, resguardado de cualquier persona que quisiera molestarlo.
O eso creía el, ya que a unos pasos de este se encontraban JJ y Otabek, quienes parecían un par de leones asechando a su presa.
Yuri se sentía muy cómodo en aquel lugar, claro hasta que sintió la presencia de dos personas detrás de él, una de ellas la sujetó por el cuello y causando un gran estruendo le jalo hacia arriba, provocando que Yuri se levantase.
La bibliotecaria vio la escena, pero no hizo nada más que meterse al pequeño cuarto detrás de su escritorio, ella sabía quién es Yuri Plisetsky y aceptaba todo lo que aquellos chicos le hacían, con la confianza puesta en que eso podría corregirlo.
Yuri soltó un fuerte quejido cuando el que le estaba sujetando por el cuello lo volteó a la fuerza, haciendo que este los mirase.
— Hoy por fin vas a cumplirme el deseo de tenerte sentado en mis piernas, putita.- Y con eso JJ había dicho todo.
Yuri intentó huir de aquel lugar, forcejeo lo más que pudo, incluso le rogó a Otabek que lo dejase, que recordara los tiempos en que ellos eran amigos, pero eso no pudo evitar lo qué pasó.
Yuri sentado en las piernas de JJ, mientras Otabek le golpeaba y le repetía que el solo servía pare ser el juguete de los demás, por ser un jodido marica.

Yuri salió destrozado de la biblioteca, cojeando, con los pómulos llenos de moretones, el labio roto y las notorias marcas en el cuello.
Yuri no solo estaba destruido físicamente, también lo estaba emocionalmente.

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Mila estaba harta de todo lo que estaba pasando, harta de que todos molestaran a Yuri y acabarán poco a poco con él, aún recordaba el cómo había llegado a su casa semanas atrás, completamente destrozado.
Y eso no estaba bien en lo absoluto, Yuri necesitaba ayuda y ella se encargaría de dársela.
No por nada había ido a casa de Yuri con la compañía de Lilia, estaba segura que la noticia que le iban a dar ayudaría a Yuri y le cambiaría la vida completamente.
—Yura, he hablado con Lilia acerca de todo lo que está pasando, ella me comentó que su ex esposo es un gran entrenador de patinaje, el hablo con él y con gusto nos aceptara en su equipo.- Yuri se encontraba recostado en la cama, este miraba a Mila y a Lilia como si estuvieran locas.
Él sabía perfectamente que el ex esposo de Lilia era Yakov Feltsman, el coach de la famosa estrella del patinaje Viktor Nikiforov.
— Yakov me dijo que podían ir mañana mismo a San Petersburgo, ya que mientras antes mejor.- Mencionó Lilia con la esperanza de que Yuri dijera que sí, ya que eso le ayudaría más de lo que él se podía imaginar.
— No puedo, estoy a finales de mi segundo año y Mila, tú te gradúas el próximo, no podemos dejar todo esto y viajar felices hacia San Petersburgo.- Mila suspiró.
— Todo está arreglado Yuri, Yakov les otorga clases particulares muy buenas a sus patinadores, a mí no me molesta en lo absoluto eso y estoy segura que a ti tampoco. Dios Yuri piénsalo, todo lo que podrías lograr allá, tantas cosas inimaginables, pero ¿sabes que es lo mejor? Que podrás alejarte de todos los males que Moscú te dejo.- Lilia y Mila esperaban que aquel discurso sirviese de algo.
Yuri se sintió extráñame te feliz después de tanto tiempo, el poder alejarse de todas las personas tóxicas que estaban en Moscú era lo mejor que podría pasarle.
Así que simplemente sonrío, lo que provocó que Lilia y Mila sonrieran también, porque sabían perfectamente lo que significaba aquello.

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Qué onda que pez, jejeje.
Esto es solo para decirles que este es el penúltimo capítulo.
-M.

Moneda. -Yuri x Otabek-  [YuriOnIce]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora