Capítulo IV

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La mañana siguiente fui despertado por mi celular y su molesto ruido, avisándome que tenía un mensaje de la compañía de la que era encargado.

Hace 10 años, cuando mi padre murió, nos heredó a Mikey y a mí la totalidad de sus acciones en una compañía de dulces, que había hecho las tradicionales paletas de menta que hoy en día nos traían mucha ganancia.

Aunque Mikey me había dejado todo a mí.

Y aunque el trabajo no requería mucho de mi presencia, de vez en cuando había que ir y firmar algún papel o presentarme para que los demás accionistas se dieran cuenta que me interesaba o algo así.


-Gee, el celular-murmuro Frankie con voz adormilada.

-Mi amor debo viajar a Nueva York por la compañía-le dije a cambio.


Él asintió levemente y se estiro en la cama, tallando sus ojos y bostezando. Le di un beso en la frente y me levante, sacando una toalla del armario para tomar una ducha.

Me tarde alrededor de 15 minutos en el baño, con el proceso de afeitarme, lavarme los dientes y esas cosas. Y cuando salí me encontré con un traje azul marino perfectamente planchado y acomodado sobre la cama, con la corbata a juego y los zapatos lustrados.


-Eres una dulzura-le dije a Frank, en cuanto este volvió a la habitación, envuelto en una bata de dormir y con un bolso de cuero en mano.

- ¿Formal o casual?-me pregunto, refiriéndose a la ropa que llevaría por el viaje.

-No te preocupes, precioso, vuelve a la cama-le recomendé, ya que debían ser las cinco de la mañana-; yo preparo todo-me acerque y lo tome de la cintura, besando sus labios con dulzura.

-Ni hablar, ahora bajo a hacerte café-me dejo un último beso y se dispuso a dar la vuelta para salir de la habitación, cuando tome su brazo con firmeza.

-Ya hay gente haciendo el desayuno, ¿Olvidas que somos millonarios?-me reí un poco, mientras él rodaba los ojos-Ya, no te enojes, mejor hagamos algo mucho más productivo...-le sonreí con picardía.


Rápidamente me deshice de la toalla que estaba en mi cintura, dejando ver mi cuerpo desnudo ante su atenta mirada que me quemaba la piel. Él me correspondió la sonrisa y me tiro sobre la cama, poniéndose de inmediato sobre mí.


-Bueno, entonces será mejor que este sobre ti, porque no quiero que termines agotado-se acerco a mis labios y comenzó a besarlos con fuerza, dejándome sin aliento-. Y será mejor que yo reciba, porque el vuelo a Nueva York requiere muchas horas sentado-me sonrió de lado, mientras comenzaba a deshacerse de su bata.


Ni siquiera note cuando su ropa había desaparecido, porque estaba muy duro y el no paraba de besar mi cuello, dejando marcas en este. Solo sentí cuando Frankie puso sus manos en mis bíceps y se auto penetro, comenzando a mover sus caderas con fuerza.

Comencé a gemir como un loco al igual que él, y es que Frankie me enloquecía por completo, siempre tenía esa manía de calentarme en el sexo hasta que yo no podía más y me quebraba.


-Frank...me voy a correr-le dije con dificultad, apretando mis ojos y mordiendo mi labio con fuerza.

-Yo también-me contesto, volviendo a mis labios.


Se detuvo unos segundos, dejándome al límite, sin poder correrme, por lo que gruñí con fuerza y lo tome de las caderas, para que siguiera moviéndose.

Isabel  | Frerard |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora