Un año después.
Kristen miró por décima vez el letrero de "Se Vende", asegurándose que estuviera perfecto.
Era una casa hermosa, sabía que se vendería rápidamente, además tenía ese toque de mansión embrujada que sabía atraería a los coleccionistas como abejas a la miel.
Ya todo estaba listo, sólo le faltaba conocer al dueño de dicha reliquia.
Sus pensamientos se detuvieron de inmediato cuando vio un auto detenerse frente a la casa.
— ¿Kristen Dails? —preguntó el hombre que bajó del auto.
—Así es—sonrió, extendiendo su mano—. Y usted debe ser el señor Way, ¿cierto? Lamento mucho su pérdida.
El hombre sonrió, estrechando la mano frente a él y haciéndole una mueca a la mujer para que lo acompañara dentro de la mansión.
De inmediato el olor a té de canela lo recibió en la casa; la mujer que había contratado para vender la casa era una experta, había lavado perfectamente, había galletas en el horno, una tetera caliente y folletos en la entrada; demasiado británico.
—Leí todas las especificaciones que pidió para vender la casa—aseguró la mujer, tomando un folleto—. La habitación, el cuadro y todo eso; le aseguro que esta casa se venderá tan rápido que no será necesaria una segunda visita. De hecho ya tengo dos compradores potenciales con cita a la una y a las tres.
—Está bien.
—Es que las historias de fantasmas venden muy bien en esta época—siguió la mujer, caminando hasta las escaleras—. Y aunque lamento muchísimo su pérdida, sé que vender esta casa acabará con todos los recuerdos, muy bien hecho.
—Lo sé.
Ambos siguieron caminando hasta llegar a aquella habitación. Dentro pudieron observar el retrato de Bianca colgado de manera perfecta en la pared contraria a la que se encontraba una vieja mecedora de madera.
—Por cierto, puedo preguntar quién es la niña del cuadro—murmuró la mujer, mirando como el hombre caminaba hasta el cuadro para observarlo más de cerca.
—Bianca Rosvelt.
— ¿Rosvelt? Pensé que era su hija.
—Oh, no, era la niña que vivía aquí en la época victoriana; murió debido a un ritual que hizo su familia.
— ¿Ritual?
—Exacto; en ese tiempo, una gitana convenció a la familia Rosvelt de hacer un sacrificio con la menor de sus hijas, todo para conservar el honor de la familia—soltó una risita que le provocó escalofríos a la mujer—. La mataron en esta habitación, dejándola sin una gota de sangre en el cuerpo.
—Escalofriante—aseguró Kristen, mirando el cuadro una última vez antes de abandonar la habitación—. También escuché que su esposa murió aquí hace años, pero sinceramente no lo creí, porque dicen que fue hace muchos años, y usted se ve muy joven para eso.
— ¡Oh, no! Isabel era la esposa de Gerard, no mía—hizo un ademán con su mano, como restándole importancia—. Ella ronda esta casa, junto con Bianca.
—Una familia feliz, eh—intentó bromear, sintiéndose tonta cuando notó el rostro serio de su cliente—. Oh, cielos, lo lamento muchísimo, señor Way.
El hombre negó con la cabeza y salió de la habitación, sobando apenas la espalda de Kristen, quien se sintió mejor con este acto.
—No se preocupe, en realidad no es mi tragedia, es la de mi esposo—sonrió apenas—. Él fue muy bueno en heredarme su gran fortuna y esta enorme mansión, pero en realidad no duramos ni media año con nuestro matrimonio, él tenía costumbres muy extrañas.
— ¿Ah, sí? —la mujer ahora parecía más interesada con su charla, sobre todo cuando lo escuchó mencionar su gran fortuna.
—Así es, Gerard me golpeó un par de veces, nada fuera de este mundo—negó con la cabeza—. De todas maneras, cuando fui a buscar el testamento y me enteré que esta mansión me pertenecía, me dediqué a buscar una bella mujer que me acompañara de algún modo en mi soledad; que viniera a vivir conmigo a esta enorme casa.
Kristen sonrió, sonrojándose cuando el hombre le dedicó una sonrisa soñadora. De inmediato reparó en su postura y se enderezó, de esa manera presumiendo su pequeño escote.
—Oh, lo lamento muchísimo—sonrió coqueta—. ¿Sabe? Su historia me rompió el corazón, quizá estaría bien que pasara las citas de hoy para mañana y nosotros fuéramos por un café, ya sabe, para conocer su historia a fondo y poder contársela a los clientes—se justificó, mordiendo sus labios.
—Eso sería increíble, señorita—sonrió—. Hay una cafetería muy cerca de aquí, y tiene un aire perfecto, romántico.
Kristen sonrió, pensando que era la oportunidad perfecta para salir de su vida y adquirir un hombre guapísimo que estaría dispuesto a proveer sus gustos caros.
—Y por favor, no me llame Señor Way, ese era mi apellido de casado—tomó la mano de la mujer—. Llámeme Frank Iero—depositó un delicado beso en su mano.
—Un gusto, Frank Iero—repitió Kristen, sonriendo con coquetería.
Y si tan sólo aquella mujer se hubiera detenido a analizar la pintura, hubiera notado que aquel hombre tenía la mirada idéntica a la que presumía Bianca Rosvelt, sólo que con la maldad reflejada en su iris.
Eso la hubiera salvado.
Pero no lo hizo.
—Por cierto, que lindos ojos—alagó Frank—. El verde es mi color favorito.
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Isabel | Frerard |
FanfictionAños después de la muerte de su esposa, Isabel, Gerard Way decide volver a su antigua mansión con su ahora esposo, Frank Iero, sin saber la clase de fantasmas que lo acosan. | Frerard |