Vecinos. [|MikaYuu|] •Concluida•

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Vecinos.

Mikaela estaba por los lados del parque que quedaba cerca de su casa, acababa de salir del instituto, cansado de las confusiones que todos los días se hacían presentes.

Sintió algo en su tobillo derecho, algo suave se paseaba por ahí, bajó la mirada para encontrarse con un gato blanco con pequeñas manchas de color negro, ojos azules, era hermoso.

—¿Qué haces por aquí solo?.— el rubio se agachó para abrazar al pequeño entre sus manos.—¿Estas perdido?.

El gatito dió un pequeño ronquido, pasó su lengua por la nariz, era evidente que tenía pereza. El rubio sonrió por tanta ternura, miró a su alrededor si había alguien buscándolo, pero no había nadie.

—No te puedo llevar a casa...— susurró el rubio con lástima.

—¡Percy!.— escuchó un grito masculino, el gatito se escapó de las manos del rubio para saltar a los brazos de un azabache con los ojos color esmeralda.— ¡Casi me matas de un susto!.— regaño el azabache a "Percy" mientras daba un suspiro.

El rubio extendió sus rodillas para quedar parado otra vez.—¿Es tuyo?.

—Sí, gracias por...— el azabache miró al rubio, quedo embobado al ver tal hermosura, los pocos rayos de sol que estaban en el cielo iluminaban su piel.—Encontrarlo...

Percy, salió de los brazos del azabache para dirigirse a su hombro, ahí quedó colgado mientras daba un bostezo.

Volviendo con la situación de aquel chico y Mikaela, bueno, solo había prestado atención a su rostro, así que seguro pensaba que era una chica. Mikaela notó eso, dió un suspiro y se acercó al azabache, agarró su mano y estaba por llevarla a su pecho.

¿Q-qué? ¿Esta chica es una pervertida?. Pensó el azabache con cara confusión, estaba nervioso por lo que esa "chica" iba a llegar a hacer.

Puff. La mano del oji-esmeralda paró en el pecho del oji-zafiro, quien tenía la comisura de sus labios en línea recta viendo cada una de las reacciones del azabache.

¿Eh? ¿Pecho plano?.

—Soy un chico.— dijo con desinterés Mikaela.

—¿Eh? ¿U-un chico?.— balbuceó el azabache con confusión.

Mikaela suspiró.—¿Tengo que ponerte la mano en mi pene para que entiendas?.— respondió con algo de molestia.

El azabache se puso rojo como un tomate, cosa que le pareció rara a Mikaela, los otros chicos siempre ponían una cara de asco y se iban.

—¡N-no, lo siento! No quise confundirte, debí herir tu orgullo.— respondió quitando su mano del pecho del rubio.

—No es nada.— dijo Mikaela con una voz risueña, le parecía lindo por parte del azabache que se disculpara, nadie lo había hecho.

—En todo caso, mi nombre es Yūichiro, hoy me mudé por aquí.— dijo poniendo su mejilla en la pequeña cabeza de Percy.

—Mikaela, vivo por aquí.— respondió el rubio mirando con atención a Yuichiro y a Percy.

O tal vez solo a Yūichiro.

El azabache miró de arriba a abajo a Mikaela, hombros anchos, un poco más alto que él, cuerpo bien trabajado, un hombre hermoso, pero mirando su rostro detalladamente...

—Lo de antes fue por qué no te mire bien pero, creo que no pareces una chica.— dijo con una sonrisa el azabache.

Mikaela abrió los ojos como platos.—¿No?.

—No.— esta vez, Yūichiro soltó una risa.

Oh Dios, la risa de Yuu era una melodía hermosa para los oídos de Mikaela.

Ambos se dijeron un "Adiós", ambos se dirigían a sus hogares, que por casualidad estaban en la misma dirección.

—Oye Mikaela, ¿me estás siguiendo?.— preguntó el azabache algo tenso, ya estaba cerca de su casa y Mikaela seguía detrás de él.

—Tal vez.— respondió el rubio, Yūichiro paró de caminar para mirar a Mikaela con horror, este explotó a carcajadas, lo que confundió al otro.

—Bromeo, mi casa está por aquí.— respondió entre una risa, la cual era pegajosa, por lo que le fue imposible al azabache no reírse junto con el.

—Oh.— dijo el azabache tratando de calmarse, mientras acariciaba la cabeza del felino.—Gracias por hacerme reír.

Mikaela enmarcó una ceja, ¿quién agradecía eso?.—De nada, supongo.

Ambos llegaron a su destino, Yūichiro vivía en la casa de al lado, donde vivía Mikaela.

—Wow.— dijo.—Buenas noches, vecino.— rió para adentrarse a su casa con Percy.

—Buenas noches...— susurró Mikaela haciendo lo mismo.

El destino juega muy bien el juego de la vida.

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¡Bam, primer capítulo!
Disfruté demasiado escribiendo esto, me reía cada vez que lo leía y espero que pase igual o mejor con ustedes.

Se les ama <3

- K.