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Una Tarde; un día.

El azabache estaba emocionado, después de todo sería el segundo día siendo el confirmado novio del Príncipe. Y no solo eso, lo que más le emocionaba es que iba a tener un encuentro más íntimo con aquel chico que lo traía loco.
Bueno, decir que estaba más emocionado por eso sonaba algo atrevido, pero por favor ¡todo el maldito mundo sería atrevido con Mikaela si pudiesen! Aquí no hay excusas.

Aunque en este mundo lleno de fantasía y color rosa del pequeño pervertido de Yūichiro había un problema, y es que Mikaela no fue directo al... punto. Es decir, le dijo que quería una tarde a solas con él, su novio. Toda la tarde y si quisiera podía quedarse a dormir con su lindo vecino. Todo eso apuntaba a que el rubio requería de atención física exagerada, llevando a la sucia insiunación; pero era Mikaela Hyakuya quien lo había dicho.
El maldito rompe ovarios Príncipe de Hielo, quien según la leyenda nunca diría algo como que quiere tener sexo con su novio tan directamente. ¡No se sabía que podía pasar por la mente de aquel rubio! Y eso era lo que estaba metiendo en un lío a Yuu.

En suposición de que el azabache le preguntará si harían lo que se cruza por la cabeza del mismo —aunque no es posible que eso pasara, ya que es un idiota virgen—, y Mikaela dijese que no; se echaría todo a la mierda y el más bajo quedaría como un pervertido delante de la persona que ama. Y si dijese que si... Bueno, ya se sabe como terminaría todo esto.

Pero no era tiempo de pensar en eso, no ahora que estaba dentro de la casa de su vecino. Tuvo toda la noche para su crisis existencial y preciso decide tenerla ahora, era todo un genio.

— ¿Quieres algo de beber?—preguntó Mika mientras lo miraba algo curioso, sacando al otro de sus pensamientos.

—Por favor, gracias.— respondió con una sonrisa.

El ojí azul correspondió el gesto mientras iba a la cocina por un poco de té helado para su extraño novio.
Y aunque la palabra "extraño" le quedaba corta para describir a sus razones de sonreír, no sabía que otra palabra utilizar.
Lo sentía nervioso y algo ansioso, algo así como cuando salieron en su primera cita. Y eso se le hacía tan adorable a Mika, nunca se cansaba de ver las expresiones de Yuu; y más aún cuando había entendido su indirecta/directa sobre el día de hoy. O bueno, eso esperaba.

Era cierto que Mikaela le daba algo de vergüenza decirle aquello a su vecino sin más, pero no mentiría si dijese que si tenía ganas. ¡Era un adolescente después de todo! ¡Aquí no hay límites para las hormonas! Lo cual era normal, y lo era aún más teniendo pareja.

Y aunque anteriormente fue bastante directo con Yuu, cuando se le confesó y demás indecentes coqueteos que le hacía de vez en cuando, simplemente no le podía decir "Yuu-chan, ahora que somos novios y te traigo ganas desde hace tiempo ¿puedes venir a mi casa a tener un día desenfrenado en mi cama?"

Mierda, no. Además esa no era la única intensión que tenía, de verdad quería tener una tarde romántica con Yuu, pero todo momento tiene su erótismo. Y quería mimarlo también, le encantaba hacerlo.

Para Hyakuya, Yuu no era una simple persona de la cuál estaba enamorado, no. Yūichiro para Mikaela era algo así como una explosión de emociones, sentimientos y experiencias nuevas. Ya saben, aquella esencia que tiene cada persona; su personalidad y pequeños detalles que enamoran al instante. Mika pensaba que nunca podría encontrar una persona tan maravillosa y linda como su novio, Yūichiro para el rubio simplemente era un nuevo mundo del cual nunca se iría.

Vecinos. [|MikaYuu|] •Concluida• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora