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Linda Amistad.

Que lindo encuentro se habían hecho esos dos chicos de actitudes extrañas.
Se volvieron muy unidos, se hablaban todos los días, era fácil ya que eran vecinos. Lo que más le gustaba a Mikaela era visitar a Percy y observar a su querido vecino mientras que a Yūichiro le gustaba apreciar la belleza de su amigo.

Llevaban un mes de haberse conocido, a pesar de ser lo opuesto uno del otro se la llevan realmente bien, si no estuvieran es institutos diferentes, serían mejores amigos. No solo el rubio y el azabache se llevaban bien, también sus madres; quienes le encantaban salir al patio de alguna de las dos y conversar por horas mientras sus hijos estaban en la habitación escuchando música o leyendo.

—Oye, Mikaela.— llamó el azabache, el nombrado lo miró al instante.

—¿Si?.

—Promete que a pesar de lo que te voy a decir, no vas a dejar de ser mi amigo.— susurró algo inseguro el oji-esmeralda, el rubio asintió.—Bueno... Em, me gustan los hombres, ya sabes...

—¿Eres gay?.— preguntó Mikaela, el azabache asintió apenado.— Eso está bien.— dijo sonriendo.

—¿En serio?.— Yūichiro no podía creerse eso.—¿No te da asco?.

—Para nada, solo son gustos.— continúo Mikaela.— Yo soy bisexual, así que está bien.

—Oh.— sonrió el azabache mientras se sentaba al lado del rubio quien estaba sentado en su cama.— Eso es genial.— acomodó su cabeza en el hombro de su compañero.

Mikaela sonrió y se le fue inevitable no acariciar el cabello de Yuichiro como si se tratase de Percy, el azabache soltó un suspiro que indicaba relajación, en realidad si tenía cierto parecido con un gato.

∆∆∆

Confusiones.

De eso vivía Mikaela, cada día tenía que soportar la mirada de viejos pervertidos que a pesar de verlo con vestimenta de un hombre, lo confundían con una mujer.

Esto no tiene sentido. Pensó suspirando con pesadez, ¿qué era lo que lo hacía parecer una chica? ¿Su cabello? Tal vez. Pero por nada del mundo se lo cortaría, Yūichiro amaba jugar con este y si se hacía un corte no sería lo mismo para el azabache.
Sonrió inconscientemente al recordar la divertida expresión que hacía su vecino al tratar de hacer una trenza, o cuando se acostaba en sus piernas y le empezaba a contar sobre los extraños sueños que tenía, también cuando tomaban una pequeña siesta y Percy siempre se acostaba en la cabeza del más bajo. Era divertido estar con él.

Siempre que salía del instituto moría de ganas por ver a su vecino, la diferencia de horario que tenían por estar en diferentes institutos no era mucho. Una hora de diferencia, Mikaela salía más tarde.

Mikaela, cruzando por el parque que conectaba la plaza con su hogar, diviso una cabellera azabache bastante desordenada y solo conocía a una persona con ese aspecto, se acercó rápidamente hacia donde estaba.

—¡Boo!.— asustó el rubio, su amigo casi cae.

—¡No me asustes así, Mika!.— dijo Yuichiro exaltado, tenía la cara pálida.

Mikaela rió.—Lo siento. ¿Qué haces?.— preguntó rodeando el cuello del azabache con su brazo.

—Percy, otra vez.— suspiró.

—Ese pequeño rebelde.— dijo Mikaela buscándolo con la mirada.

—Estoy preocupado...— susurró Yūichiro abrazando el torso de Mikaela, le gustaba hacer eso.

—Tranquilo, irá a casa por la noche. Los gatos son así.— trato de calmar el rubio, el otro soltó una risita.

—Sonamos como si Percy fuera nuestro hijo.— dijo entre risas, el rostro de Mikaela se tornó de un color algo rosa.

—Si ese es el caso, tu eres la madre.— dijo sonriendo, Yūichiro explotó a carcajadas.

—Claro, querido.— siguió con el juego.

—Yuu.— llamó Mikaela al azabache quién se encontraba aún abrazando su cuerpo.

Pero ese no era el problema, tal vez Yuu no había notado el mal movimiento que había hecho Mikaela, sólo un pequeño movimiento de su mano, y ese movimiento tenía en aprietos al rubio.

—¿Si?.— dijo con tranquilidad.

—Mi mano...— dijo avergonzado.—Esta tocando a tu amiguito de toda la vida...

El azabache estuvo en silencio un par de segundos, tratando de asimilar lo que había dicho Mikaela, y finalmente, lo hizo.

—¡OH DIOS MÍO!.— Gritó separándose del rubio, su rostro estaba rojo y las ganas de morirse en ese instante eran enormes.

Mikaela, tenía su cuerpo quieto como una estatua, sus mejillas estaban algo encendidas impidiéndole ver a Yuu.

Mierda.
Mierda.
¡Mierda!

Se repetían ambos en sus adentros, no sabían que hacer o decir en ese momento, era bastante incómodo.

—Lo siento.— dijo el rubio llevando su mano (ahora sagrada) a su bolsillo del pantalón.

—No fue tu culpa.— dijo Yuu volviendo a la posición de abrazo, solo que esta vez se aseguró que la mano de Mikaela estuviera lejos de ese lugar.—Fue un accidente.

—Supongo.— rió Mikaela, correspondiendo al abrazo de su acompañante.

Una hermosa amistad iba creciendo, un mes de haberse conocido en este mismo lugar, un mes de sentir el sentimiento más grande que la amistad para Mikaela y para Yūichiro solo que, para el último nombrado, aún no sabía muy bien lo que sentía.

∆∆∆∆∆

Hola!
Espero que les haya gustado~
La relación de amistad que tienen estos dos es demasiado beia me va a dar lástima cuando cambie eso :'>
Yah' espero que tengan un buen día.

Se les quiere <3

- K.

Vecinos. [|MikaYuu|] •Concluida• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora