Última noche

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La puerta de la sala de reunión que servía de tribunal se abrió con estrépito, dejando entrar a un David Nolan en un estado que pocos le habían conocido. Sin mirar a la asistencia, avanzó con paso rápido hasta el estrado donde estaba instalada su mesa y subió el escalón de un salto. Verde de ira, se apoyó en el borde de la mesa y miró al jurado con oscura mirada. Después girando la cabeza, divisó a su mujer sentada en primera fila, lo que calmó su respiración entre cortada y la visión de Emma al lado de Regina terminó por tranquilizarlo. Recobrando su respiración un ritmo normal, suspiró profundamente e intentó poner en orden su cabeza.

«Esta...mañana no hablaremos del proceso de Regina» gritó alzando la cabeza, los ojos fijos en un punto que nadie pudo ver.

Un murmullo se elevó suavemente en la sala, que rápidamente se transformó en un barullo ininterrumpido, cosa que David frenó con un gesto de la mano.

«¡Anoche pasó algo...algo horrible, algo de...de...algo que no podría perdonar!»

Con las dos manos apoyadas en la mesa, el juez se enderezó despacio y recorrió la sala con la mirada. Deteniéndose en Rumpel, movió la cabeza señalándole al viejo mago que podía hacer aparecer a la anciana.

En seguida el brujo hizo un gesto con la mano y Granny se materializó en el asiento destinado a los testigos. Los miembros del público parpadearon al ver aparecer ante sus ojos a la mujer. Después de algunos segundos de asombro, pudieron darse cuenta de que no estaba realmente sentada en la silla, sino que flotaba algunos centímetros por encima, las manos sobre las rodillas, las piernas apretadas, como amarradas por un lazo totalmente invisible. Su respiración era irregular y sus ojos se movían de manera errática, de izquierda a derecha, buscando claramente a alguien en esa muchedumbre asombrada. No le bastaron sino pocos segundos para cruzar su mirada con la de aquella a la que espera ver, pero la reacción de su nieta no fue la esperada. Bajando la mirada, totalmente devorada por la vergüenza, Ruby no pudo evitar que las lágrimas cayesen, aún bajo la impresión de lo que le había sido revelado la noche anterior.

David se colocó detrás de la anciana y después de algunos segundos durante los que buscó sus palabras con precaución, volvió a hablar con voz firme y segura.

«Anoche, asistimos a un acto infame...»

Suspirando, comenzó a caminar por el estrado sin dejar de mirar a la asistencia.

«Mientras estamos intentando juzgar de manera digna y respetable a Regina Mills por sus actos del pasado, mientras que todo ha sido llevado a cabo para proporcionarle un veredicto justo, para que todos podamos pasar página y encarar una nueva vida, lejos de nuestras antiguas costumbres y de los actos a veces irreales de nuestra alcaldesa...mientras que cada uno intenta olvidar sus rencores y basar su opinión en los hechos, y solo en los hechos...»

Volvió a colocarse detrás de la mujer y la miró con expresión de asco.

«Dos personas han intentado tirar por la borda todos nuestros esfuerzos. ¡Ayer se cometió un intento de asesinato!»

Un nuevo murmullo se elevó en seguida entre el público, que David no intentó callar. Retomó la palabra con voz más potente.

«Granny, a la que todo el mundo conoce y el Dr. Whale, miembro eminente de nuestro consejo ciudadano, figura respetada por sus conocimientos y su habilidad para salvar vidas...»

De forma mecánica, David se dio la vuelta y miró a Regina a los ojos.

«Esas dos personas...» abrió y cerró la boca buscando las palabras «esos dos...traidores...» incluso el sonido de su voz le hizo temblar «intentaron matar a Regina»

EnjuiciamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora