Te recuerdo todos los días.
Las noches son frías sin poder recordar bien tu sonrisa.
Hace tanto que no te veo que hasta me cuesta recordar tu aspecto.
Te echo tanto en falta como echaría de menos a un familiar que se mude al extranjero.
Cada día siento que me haces más falta que el mismo oxígeno.
El hablar contigo era una de mis graves adicciones.
Y ahora.. No tengo nada, me dejaste sola, sin nada que pueda calmar este dolor, esta morriña, este malestar que se produjo gracias a tu ida.
Lo único que me queda es intentar recomponer mi vida.