Sus besos mis delirios, sus abrazos mis pedidos, sus caricias mis gemidos, sus sonrisas mis suspiros, su felicidad mi objetivo, y ella es quien hace de mis noches un insomnio infinito.
Era un placer tener su cabello entre mis dedos, acariciar su piel como si fuera mismamente terciopelo. Mis sentimientos iban aumentando por momentos. A los pocos mi coraza de hielo se iba derritiendo.
¿Me volvería a enamorar?
Esa pregunta me aterraba.
La primera vez que me enamoré.. salió mal. Era normal temer volver ser dañada. Aún que, ante todo, en ella confiaba. No quería dañar, ni ser dañada. Decía amarme, y yo decidí darle mi confianza, porque la amaba.
No quería tirar esto por la borda, ni dejarlo marchitar. Tanto el café, como el amor, nunca hay que dejarlos enfriar