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Yuta sobrevivia de las miserias que ganaba al vender sus pinturas; usualmente las presentaba en el museo, donde durante siete horas corridas observaba mil y una expresiones, esperando por un comprador que se sintiera atraído por lo que pintaba y reflejaba en sus lienzos.

Ahí los observó de nuevo, HanSol y DoYoung tomados de la mano, como si aquel incidente jamás hubiera pasado y todo fuera un mal entendido. Sonrió enternecido por la imagen, pues ambos se veían completamente felices, sonrojados a más no poder y con pequeñas risitas que soltaban de vez en cuando.

Por un momento, Yuta se sintió mareado y molesto, conteniendo la necesidad de ir y separarlos, pues aunque la escena se viera hermosa, había algo que realmente no terminaba por convencerlo. Si tan sólo en ese momento Yuta hubiera deparado en la mirada opaca y muerta que DoYoung tenía en su rostro, tal vez hubiera hecho lo correcto y no se hubiera detenido a pintar una imagen opaca, sin vida y con más dolor reflejado del que imaginaba.

Las horas corrían de forma rápida, pronto, la mayoría de su exposición de 10 cuadros había sido vendida y Yuta tenía el dinero con el que lograría sobrevivir una semana más.

"La pintura del cielo... ¿Cuánto cuesta?" pregunto una adolescente que se veía inmersa en las pinceladas y lA pintura que se utilizó. "Es muy triste y deprimente para haber sido pintada por ti." confesó, ganándose una mirada asombrada de Yuta. "Hmn, me encantaría comprarla, pero no tengo el dinero suficiente para ello." sonrió de forma ligera, llenando el interior de Yuta con una paz que no había sentido en un largo rato. "Espero que la próxima vez que vea algo de tu arte sea menos opaca y más brillante, como tu rostro." y se fue, sin decir nada más que eso.

La situación en ese momento era un desastre, pues afuera había comenzado a llover, había un gran alboroto dentro del museo, no sólo por aquellos que entraban a refugiarse de la lluvia, sino también por una pareja que estaba montando una escena un tanto peculiar en la sala continúa a la que había sido otorgada a Yuta.

"¡Basta, HanSol, eres un completo estúpido!" por un momento, la voz de DoYoung sonó poderosa.

El silencio no se hizo esperar y, poco después, jadeos sorprendidos y un golpe seco se hicieron presentes.

"¿¡Qué demonios has hecho!? ¿¡Por qué lo golpeas!?" podía disntiguir a lo lejos, sintiéndose ajeno a la situación que se desarrollaba en la sala continúa.

Tomó todas sus pinturas, pinceles, los lienzos que no lograron ser vendidos y aquellos que quedaron blancos para comenzar a retirarse del lugar, sintiéndose como un desconocido en el lugar que en su momento, sirvió de casa. Movió lentamente todo lo que había traído consigo a una pequeña carrera que usualmente se utilizaba para mover exibiciones a sus salas o al sótano y poco a poco fue avanzando, mientras una potente mirada taladraba su espalda.

2:33 am.

Las 2:33 am marcaba el reloj y, como muchas otras veces, él insomnio le hacia compañía, mientras revivía los incontables errores que había cometido tiempo atrás y que justamente había cometido en ese mismo instante.

Recuerda que después de salir del museo se movió de forma ágil por las calles de Seúl bajo la lluvia, mientras las personas que caminaban de forma tranquila lo observaban a él y sus pinturas con una mueca de pena en el rostro.

El sonido abrasador de una sirena inundando sus oídos, empujandolo a moverse de forma más rápida por las calles, tratando de evitar el horrible sonido y la noticia que podía intuir, porque Nakamoto Yuta podría estar inmerso en su mundo, pero no era para nada estúpido y, de cierta forma, sabía que el plan de aquel chico siempre fue ese desde un principio.

En ese momento Yuta se odiaba a más no poder y ni siquiera se reconocía,  ¿Quién era ese chico que estaba tirado a un lado de la cama, siendo abrazado por la cintura por un ser tan despreciable como HanSol? Él no era el Nakamoto Yuta que solía ser, pues este había sido vendido a los insaciables deseos de ser poseído por HanSol.

Las sensaciones de satisfacción estaban ahí, y no era para menos, pues HanSol había sido dulce y agresivo a la vez, robandole un gran jadeo cuando Yuta abrió la puerta de su apartamento y este entró, arrinconandolo contra la pared y besandolo de forma dulce, mientras sus manos recorrían su cintura, levantando poco a poco su camisa; cuando aquélla prenda que en su momento estaba demás había sido retirada por fin, HanSol tomó a Yuta e hizo que este se sostuviera con sus piernas a sus caderas, dándole más accesibilidad a su cuello y a su piel, donde se encargo de dejar mordidas, besos húmedos y algunos chupetones que pronto comenzaron a tomar color, pero en ese momento nada le importaba a Yuta, pues las sensaciones que HanSol le hacía sentir eran indescriptibles, ya que nunca había sentido algo igual.

Pequeñas quejas salieron de los labios de Yuta cuando HanSol lo dejó sobre la cama, quitando la última prenda de ropa que le quedaba, dejando a la vista el cuerpo completamente desnudo y relajado del chico, para después comenzar a dilatarlo con una sonrisa en los labios al escuchar los jadeos y gemidos que salían de los labios del japonés cada vez que tocaba su punto dulce, observando las mejillas sonrojadas que tenía y como se aferraba a las sábanas negras por el placer que sentía. Para Yuta, esos minutos se hicieron eternos, pues él quería algo más, sentirse mejor de lo que ya lo hacía, y HanSol no se detuvo ni un momento cuando entró completamente en él de un golpe, robandole un grito mezclado con un jadeo que se convirtieron en muchos más cuando HanSol comenzó a ir más rápido, haciéndole ver estrellas y constelaciones como las qué usualmente pintaba en sus lienzos en blanco.

La culpabilidad en su cuerpo poco a poco fue creciendo, pues él sabía que todo esto había sido un error, Yuta jamás se perdonaría que aún después de enterarse que DoYoung había muerto hace apenas algunas horas, él se hubiera metido con él que en algún momento fue el novio de su amigo. Se sentía enfermo y triste por la estupidez que acaba de hacer, y más teniendo en cuenta que el mismísimo HanSol le había sido sincero contándole que él había asesinado a DoYoung de forma indirecta, pero que gracias a eso, ahora podía estar con él sin la necesidad de estar soportando a la carga que era DoYoung para HanSol y la relación que quería estabilizar con Yuta.

Pero Yuta no quería eso, pues la estrella brillante que en algún momento fue, había muerto, así como los lienzos blancos que nunca uso, fueron rotos y quemados junto a sus sueños y esperanzas.

lienzos en blanco ❀ yusolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora