Contraparte

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Al día siguiente al que Zeff encontró a Sanji, aquellos que lo habían secuestrado habían llegado al lugar donde siempre dejaban la mercancía, no muy seguros de querer entrar, pero si escapaban lo más seguro era que el jefe los cazara, cada cierto tiempo debían llevar un artículo de valor y el plazo había finalizado.

De la mercadería más hermosa que han obtenido solo quedaron las fotos.

-¿Qué tienen para mi?- decía un hombre alto musculoso, con las cejas arqueadas y una perilla cuidadosamente afeitada. De pelo negro ondulado y largo hasta los hombros. Vestía un gran sombrero blanco con una banda de color negra, junto a un traje blanco con las mangas dobladas, zapatos de pelo negro y con su camisa media abierta. –¿Dónde está mi mercancía, Kalifa, Spandam?-

-No-nosotros ...-empezó la mujer intentando que Spandam continuara, pero este solo temblaba por el miedo que aquel hombre llamado Rob Lucci le provocaba –pe-perdimos al artículo-.

-¡¿Qué!?- dijo el pelinegro frunciendo el ceño.

-nos descuidamos un rato y escapó, no lo pudimos encontrar- mintió, el era el único responsable porque Sanji escapara, pero no quería ser al único al que dañaran.

Kalifa había sido envuelta en la perdida del muchacho por culpa de Spandam y cuando iba a decir que no fue culpa suya, el jefe habló.

-¿cómo era el artículo?-

-Le he sacado unas fotos mientras lo 'chequeaba'- dijo Spandam al tenderle la cámara.

Ambos veían con angustia como las expresiones del jefe iban cambiando, al principio de asombro, deseo y lujuria hasta llegar al enojo e ira.

-¿tuvieron en sus manos a esta belleza, y lo dejaron ir?- dijo con el ceño más fruncido que nunca.

Se quedaron callados.

Lucci se acercó a ellos guardándose la cámara –asumo que el culpable fue Spandam- estiró el brazo con intenciones de ahorcarlo, deteniéndose a pocos centímetros –pero, la que estaba a cargo- desvió su mano al cuello de Kalifa alzándola del suelo –eras tú- dijo aumentando la presión en su cuello.

-po-por fa-vor- suplicaba en sollozos al sentir la falta del aire –lo re-cu-pe-ra-ré-

Al escuchar eso la soltó dejándola caer de lleno en el suelo, a lo que esta tosía tratando que el aire le llegara de nuevo a sus pulmones.

Rucci se agachó hasta la mujer y cogiéndola de la cara aun roja le dijo –mi querida, Kalifa, entenderás que estoy siendo piadoso, no cualquiera logra que le de otra oportunidad, pero tú me has sido muy útil y sería un desperdicio deshacerme de ti, formarás un grupo y lo buscarás, lo quiero para mi, ¿entendiste?-.

-si, no lo defraudaré- dijo rápido.

El jefe se levantó y se dirigió al puesto del que Spandam no se había ni movido –Kalifa es demasiado inteligente para que un chico se le escapara, pero tú eres otra historia- de la nada aparecieron dos hombre reteniéndolo por los brazos –Jabra y Blueno se encargarán de darte una lección y si sobrevives te daré otra oportunidad- dijo a lo que estos se lo llevaban a rastras.

-¡por favor no!- grito desesperado al imaginarse todas las clases de torturas que aquellos dos maniacos le harían.

-un momento- dijo Lucci al recordar aquellas fotos y dirigiendo sus palabras a Jabra y Blueno declaró –denle un castigo especial por haber tocado la mercancía de mi interés-

Tras esas palabras ambos retornaron su camino arrastrando a Spandam, quien solo lloraba pidiendo piedad, mientras que ellos pensaban en lo que iban a cortarle.

-Retírate Kalifa, tienes mucho trabajo por hacer-

-si señor, con permiso- dijo para salir casi corriendo dando gracias de lo que se había salvado, ahora tenía otra misión y era encontrar al que seguramente sería el capricho del jefe.

Mientras tanto el jefe estaba sentado en una silla viendo nuevamente las fotos que el inútil le había tomado a esa perfecta criatura, se veía muy joven, tal vez de unos 14 o 15 años, tan solo imaginar como se vería al llegar a su mayoría de edad le excitaba de sobremanera, sería para él, solo él podría tocar ese cuerpo, hacerlo suyo cuantas veces quisiera.

Una Vida ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora