Resiliencia

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-"Me pregunto si en mi vida pasada hice algo malo, debo haberlo hecho si mi castigo es estar en manos de un ser tan despreciable"- se lamentaba Sanji.

Hace más o menos media hora había despertado desorientado en una habitación de lujo bastante iluminada, con sabanas de seda rojas, con apenas mi ropa interior y como si no fuera suficiente con eso, mis manos y pies estaban amarradas y abiertas en dirección a los extremos de la cama.

Escuché hablar a unos tipos que asumo son guardias, diciendo que despertaría en unos 40 minutos y que hasta que su líder regrese nadie podía entrar.

Lo único que me consuela es la tranquilidad que siento en este momento, tal ves esto se deba a que ya pasé por algo igual, como sea, si algo es seguro es que hasta que el líder aparezca recuperaré mi fuerza. Las cuerdas no son muy gruesas, tal ves me lastime pero puedo romperlas, parece que me ven como alguien débil, lástima para ellos, mis amigos me preocupan más que yo, sobretodo Zoro, cuando se entere no razonará correctamente, solo espero que los demás logren tranquilizarlo.

Pasó más o menos 20 minutos hasta que escuché las puertas abrirse, pensé en hacerme el inconsciente pero mi deseo de ver al dichoso jefe que parece estar encaprichado con migo pudo más, quería ver al desgraciado en quien soltaría toda mi frustración.

-No dejas de sorprenderme Sanji, no solo tu belleza es exorbitante, tu capacidad de recuperación me inquieta...- dijo mientras se sentaba a un lado de la cama acariciando desde abajo mi pierna derecha, subiéndola poco a poco, deteniéndose en el filo de mi bóxer su mirada estaba llena de lujuria.

A lo que pasó su mano recorriendo mi pierna sentí mucho asco, las ganas de vomitar me dejaban un mal sabor de boca, lo cual no pareció pasar desapercibido por él, ya que sacó una jeringa que me trajo muy malos recuerdos.

-Además de hermoso, inteligente, ya te diste cuenta, verdad?- me preguntó, a lo cual me tensé –pero- se detuvo al tener la aguja a milímetros de distancia de mi cuello –a diferencia de Spandam yo jamás he necesitado de nada para satisfacer y hacer que me rueguen por más –dijo a lo que arrojó la jeringa hacia algún lado de la habitación.

Aun estando amarrado empezó ascendiendo desde mis rodillas hasta mi cuello besando todo a su paso, por lo que solo podía apartar mi cara y hacer muecas de disgusto. Aun que ya sentía a mi cuerpo libre de la droga necesitaba aguantar un poco más y encontrar el momento adecuado. Al poco tiempo apartó sus labios de mi cuerpo y dirigió sus manos a mis tobillos, deshizo las cuerdas de estos y levantó levemente mis caderas para sacarme el bóxer, estaba totalmente desnudo ante sus ojos, al ver que mi pene seguía flácido a pesar de sus 'gentiles' atenciones acercó su mano a mi miembro, comenzando a masturbarlo rápidamente, yo solo podía sentir repugnancia, tal era el sentimiento que en ningún momento logró que se me paraba.

Al pasar unos 10 minutos tratando de estimular mi cuerpo y mi pene se hartó. Me miró indignado y me dijo -¿Por qué te resistes tanto?, déjate llevar y te gustará.

-¡Jamás podría gustarme esto!-

Parecía empezar a cabrearse –según tengo entendido, tienes novio, con solo ver tu cuerpo me doy cuenta que el ya debe haberte probado de muchas formas- dijo con enojo la última frase –así que ya debes tener al menos un poco de experiencia en el placer de estar con un hombre-.

-¡Nunca sentiría placer contigo ni con ningún otro... solo con Zoro, yo no amo a nadie más que a él!-

La palabra amor terminó de sacarle de sus casillas, llevó su mano hasta mi cuello y la apretó con bastante fuerza, haciéndome casi perder la conciencia, me soltó, a lo que tosí fuertemente, cuando vi su intención de querer hacerme una mamada decidí patearlo, pero antes de que algo pasara, se escuchó un sonido, que aun que fuerte se oía aun lejano, en eso alguien se aproximó corriendo hasta fuera de la puerta de la habitación y tras detenerse tocó estrepitosamente la puerta.

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