Capitulo 1: Interrumpida por muchos.

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7:05am y por supuesto estaba en la escuela.

Todos parecían no conocerse, supongo que no era la única que se sentía incómoda.

Nuestro «Tutor» nos dijo que debíamos presentarnos, teníamos que decir nuestro nombre completo, y si queríamos que nos llamarán de una forma especial (es la típica rutina de inicio de clases para perder tiempo: ¡Genial!

Empezó una chica rubia, realmente no puse atención ,pero tres personas metieron una pisca de inquietud en mi.
Dos chicos y una chica.
Vanye Rojas Montemayor, estatura promedio (1.64), ojos cafés, cabello largo de color negro, nariz fina, cuerpo «perfecto» y manos pequeñas.
Uno de los chicos, Dan Cruz Guerrero, realmente guapo, cabello «perfecto» café, ojos de un café claro, de la misma estatura que la chica.
Y Felipe García Arcanco, GUAPO, cabello negro, ojos verdes, alto, delgado.

¡Demonios! Había llegado el momento de morime de nervios y presentame.
En ese momento todos ya platicaban (extraño), sólo Felipe me ponía atención.
-Hola, me llamo Sam Rosas Altamirano.
Todos parecían tumbas.
Bueno creo que es obvio, que tú padre licenciado golpe a 5 tipos a la vez sin salir sin un rasguño es extraño, y raro.
Entonces después de 4 segundos empezaron a hablar de nuevo.

Era receso, planea salir a comer a las bancas situadas a fuera de la cafetería. Me parecían bien, porque hay pasto y uno que otro árbol.
Tenía la cabeza agachada mientras tomaba jugó. En un volumen bajo escuché a alguien hablándome.
-Hola Sam, puedo acompañarte. -esa voz me abrió la cabeza en un segundo.
-No veo porque no. -respondia mientras alzaba la mirada.

¡Demonios!

-Bueno, hay algunos novios que son celosos. En este caso, yo lo sería.

Y mi mente pensó, "Ví cuando la chica de cabello rojo te coqueteaba y ni caso".

-¿En este caso?

Estúpido chico.

-Me refería si te tuviera de novia.

-Ahhhhhh. -ese «ah» fue el más largó que e dicho.

-Bueno, quisiera saber algo de ti.

En ese momento sonó la campaña.

Entramos al salón y el maestro, bueno «Tutor» aún no llegaba.
Giré un poco el rostro para ver con quién platicaba Dan, pero un cuerpo no me dejaba ver.

-¡Hola! Quería hablar contigo.

Enseguida volví a la libreta que tenía en la paleta de mi silla.
-¿De?

-Pero que chica tan sociable.

-Disculpa ¿eres? -preguntaba mientras le miraba a los ojos.

-Vaney, ¿puedo sentarme?-señalaba la silla de enfrente.

¿Por qué demonios había una silla vacía justo enfrente mío?

-Claro, igual no es mía. -resultaba algo cortante.

-Sam, ¿verdad?

-Si, la misma. -no dejaba de mirar mis ojos, eso era extraño ya que nadie me miraba de esa forma.

-Eres muy hermosa. -susurró.

-¿Qué? -me puse colorada.

-Que sería bueno conocernos.

-Supon...

No terminé de decir la palabra cuando entro el maestro.
Vaney se había ido a su asiento. El maestro comentó lo que teníamos que traer mañana, oí el toque y todos salieron. Me tardé un poco para salí, me seguía Felipe pero no quise voltear porque venía platicando con la chica pelirroja.

-¡Sam! Espera. -gritaba mientras dejaba atrás a la otra chica.

-¿Te irías sin despedir? -preguntaba agitado.

-Te veías con una muy buena compañía, no quería... -segunda vez que me interrumpieron.

-La única compañía que quiero es la tuya.

-¿Aja?.

-¿No me crees?

-¡Claro! Llevamos minutos de conocernos, ¿Por qué no lo haría?

En ese instante ví a Dan regresar al salón (supongo), pasó al lado de Felipe y lo empujó.

-¡Que gilipollas¡ -gritó.

-¡Hey! Sigo a tu lado, bueno ya no. Tengo que irme.

-¿Me das tu número?

-Te lo anotó.

Mientras buscaba en la mochila me di cuenta que mi libreta pequeña no estaba, así que regresé al salón.

-Joder, iré de nuevo al salón.
Dame el tuyo.

-Si quieres...
Lo anotó en mi brazo y se fué. Se veía enfadado.

Abrí la puerta y ahí estaba el chico guapo.

-Hola, soy Dan.

¡Lo sé! ¿Crees que no te ví durante toda la clase?

-Soy Sam...

¡Diablos! ¿En serio?

-Lo se niña, lo sé -dijó.

¿Niña?

-¿Se te olvidó algo? -me miraba con cara de sorpresa.

-Si, una libre...

¡Agh!

-¿Esta? -sostenía la libreta en sus bonitas manos.

-Esa, gracias Dan. Adiós. -avance lo más rápido a la puerta.

-¿Puedo acompañarte a la salida? Niña.

-Si. -me cagaba que me dijera niña.

A la mitad del camino venían hacía nosotros muchos chicos corriendo, como si su vida dependiera de ello, Dan me apretó de la cintura para orillarme, sentí una vibración en mi, diablos.

-Discul...

-No importa, si no fuera por eso hubiera muerto aplastada por muchos chicos.

-¡JAJA! Tienes razón -sus mejillas se colocaron rojas.

Esa risa, esa risa.
De camino a casa seguía pensando en Dan, saque las llaves y entre.

Para mi, tu y yo, siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora