Hola! ya se que la historia no puede parecer muy interesante los primeros capítulos y que va muy lenta, pero a medida que la trama avanza la historia se vuelve más interesante. Espero que os guste porque realmente me da mucha vergüenza publicar escritos propios... Y os agredecería mucho si comentaseis cualquier cosa, aunque sean críticas de mis defectos para poder corregirlos en un futuro, gracias!
Caía del cielo, chocaba contra la pared, bajaba por ella hasta acabar en el suelo, juntándose con el resto de gotas y colaborando en su tarea de acrecentar el charco. Cuando se quiso dar cuenta, toda la clase la estaba mirando. Seguramente la habían preguntado algo, miró de reojo el título de la páguina en la que estaba, "Economía mundial" , agradable tema. Iba a decir cualquier incoherencia que le viniera a la cabeza en ese momento, pero prefirió no hacerlo.
- No lo sé - Dijo finguiendo pena.
- Osea que no estabas atendiendo - Insistió su profesora de ciencias sociales - No sabes el significado de "Mecanización"
- La verdad es que no estoy muy segura, pero creo que es cuando la agricultura sustituye gran parte de los trabajadores por máquinas. - Había acertado. Una vez dicho eso, volvió a su estudio del paisaje a través de la ventana. Elisabeth tenía ese típico sitio en clase de todos los protagonistas de las películas; al lado de la ventana, en la penúltima fila. Solo había una diferencia entre ella y aquellos protagonistas, y es que ella no se acercaba en lo más mínimo a un protagonista. Su vida era monótona y aburrida, algo poco usual en los adolescentes de 16 años a los cuales les encanta vivir la vida y pintar con tipex en sus mochilas "Carpe Diem". Ella era la típica chica rubia de ojos miel que pasaba de ir a mega fiestas, no tenía notas demasiado buenas y nisiquiera tenía algun tipo de clases extraescolares. Lo único que la sacaba de esa vida eran sus amados libros, y es por eso, que lo que más ansía en la vida es formar parte de uno de ellos, y escapar de aquel mundo tan aburrido y latoso.
Una vez acabadas las clases, dio gracias a Dios por no tener que aguantar más tiempo allí sentada y salió por la puerta de clase esperándo acabar de estudiar pronto el exámen que tenían al día siguiente.
- ¿Vienes en bús? - Le preguntó de repente una voz en el oído.
- Que susto me has dado - Dijo poniendo cara de alivio, era Gus; un compañero con quien cogía el autobús todos los días de vuelta a casa. Era moreno y de tez pálida, somo la suya proopia. - Si, claro que voy.
Apenas había terminado la frase cuando otra voz la llamó desde el fondo del pasillo del colegio. Cuando se giró vio que el profesor de E. Física la estaba pidiendo ayuda con el material.
- Ahora te alcanzo - Le dijo - desventajas de ser una enchufada.
Una vez hubo acabado de ayudar al profesor a recoger el gimnasio entero, se fue corriendo esperando llegar a la parada del autobús a tiempo. Lástima, Ya lo veía irse a lo lejos . "Desventajas de ser una enchufada" se repitió para sus adentros. Dicho esto, se puso de camino a su casa antes de que se muriera de hambre o se pusiera a llover.
Todavía quedaban unas cuantas manzanas cuando empezó a llover. Se paró y miró al cielo, adoraba la lluvia, pero no cuando estaba en calcetines y con falda a una distancia considerable de su casa. Apenas había retomado su paso, cuando unos chicos con aspecto de pequeños mafiosos de las calles se la cruzaron.
- Oye, ¡esa chica me ha mirado mal! - Los delincuentes juveniles de siempre, no les prestó importancia y siguió su camino.
- ¡Oye espera! - Empezó a oir pisadas , ¿la seguian? no se quiso dar la vuelta, pero aceleró el paso. Las pisadas también. Una vez sabido esto, empezó a correr . En un intento de despiste, se ocultó tras un contenedor en un callejón. Mala idea: estaban a punto de pasar de ella, cuando al retroceder un poco, le da una patada a una botella de cristal. Maravilloso, ya podía esconder todo lo que tuviese porque de ahí no salía intacta.
Los delincuentes ( cinco que ella llegase a contar) , ya la habían rodeado. Ella siguió retrocediendo poco a poco hasta el final del callejón, intentando pensar en un plan de huida. El chico más cercano, que parecía ser el líder, tenía una sonrisa implantada en su cara llena de percings. << Repugnante>> pensó.
(Aquí empieza a ser narrado en primera persona)
- ¿Por qué corres guapa? - No contesto, estoy demasiado ocupada mirando a los lados en busca de una vía de escape.
- ¡Te han hecho una pregunta! - Grita uno por atrás.
- Shhh déjala - Dice de duevo el cabecilla acercándose - la podemos perdonar si cede un poco...
- No. Dejádme en paz - Nunca había tenido experiencias así, con lo que no sabía si tenía que parecer sumisa o hacerme la dura, lo que sí era seguro era que estaba asustada.
- Nos da igual lo que pienses - Esta vez está pegado a mí, y antes de que me pueda resistir ya me ha agarrado las muñecas y con una sola mano los mantiene sujetos por encima de mi cabeza, mientras que, con la otra se limita a usarla para agarrarme por la espalda y acercarme a él.
- Tío, acaba pronto ¿eh? Los demás también queremos. - Enuncia otro de ellos. No serviría de nada que gritase, el callejón estaba demasiado oculto y no estábamos en una zona demasiado transitada.
Su mano recorre mis caderas y me está levantando la camisa. Yo no puedo hacer nada, estoy inmovilizada. Su boca se acerca a mí, y él me sujeta la cabeza de tal manera que deja mi cuello libre. Hunde sus labios en mi cuello, es asqueroso, y solo puedo gritarle, pero de nada me sirve porque me está tapando la boca. Su cabeza baja poco a poco, mientras su mano recorre mi muslo subiéndome la falda. Este es el momento en el que el heróico príncipe azul aparece al final del callejón y se lía a mamporros con mis acosadores, por desgracia, solo pasa en los libros. No veo a ningún príncipe azul, veo los percings en la cara del chico que tengo delante y su pelo castaño oculto tras una gorra.
- Para... - No lo hace, y como respuesta obtengo otra risita enervante, lo último que veo antes de cerrar los ojos son las caras de satisfacción de sus amigos.
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Sombras Oscuras
General FictionEthan me pide que me agarre a él y le cojo del brazo, me hace sentir más segura, y esbozo una intranquila sonrisa que se transforma en una leve carcajada. Ethan, al verme, se ríe también y se vuelve a concentrar en el horizonte. Cuando estoy a punto...