Directos al vacío

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Desperté. Todavía tenía los ojos cerrados, pero sabía que estaba en una cama. Eso quería decir que todo había sido un sueño y que nada de ello había ocurrido. Me sentí aliviada de no haber abandonado a mis padres, aunque sentía un pinchacito de decepión dentro de mí. Cuando abrí los ojos, todo era blanco, y aún cuando me acostumbré a la luz, seguía brillante y luminoso. No estaba en mi cama, ni en mi casa. Estaba en un hospital, todo era muy tranquilo allí, solo conseguía ver dos filas de camas separadas entre sí por unas cortinas. Me incorporé rápido mirando a mi alrededor, no estaba conectada a unos cables ni tenía una bata como en los hospitales normales, sino que de los bordes de la cama salían unas luces verdosas iluminándome. Me levanté asustada; no tenía ni idea de dónde estaba, así que me dispuse a correr cuando oí una cortina correrse a mi lado. Me sobresalté y me pego con la cama al girarme. Al otro lado estaba Ethan, estaba sentado en la cama de al lado y me miraba con expresión divertida.

- Ni que hubieras visto un fantasma. Ten cuidado, te acabas de despertar. 

- ¿Dónde estamos?

- En un hospital

- Eso ya lo veo, me refería a qué hospital.

- En La cuerda del túnel. Nosotros lo llamamos simplemente la cuerda.

- ¿Nosotros? - Suelta un soplido y mientras se llevaba la mano a la nuca y se masajea brevemente el cuello.

- Supongo que te lo tendré que explicar yo... Venga Elisabeth, acompaña a tu nuevo guia por el nuevo mundo. Y date prisa porque nos vamos a quedar sin luz. - No sé qué tenía que ver la luz en esto, pero intenté seguir sus grandes zancadas a través del hospital. Salimos de la sala llena de camas en la que estábamos y salimos a unas grandes escaleras con ascensor, casi no me doy cuenta de cuando llegó el anscensor, porque era de cristal. Doy un paso dentro algo insegura y veo como Ethan marca la planta más alta.  Subimos en silencio hasta que lo interrumpe:

- Este mundo está dividido en dos. Los buenos y los malos, blanco y negro, ángeles y demonios; luz y oscuridad. Hay representantes tanto de la luz como de la oscuridad, y los que nos han estado persiguiendo hoy eran los oscuros; los argos. Nosotros nos llamamos Solyn, y somos los defensores y creadores de la luz. - El anscensor llega a la planta deseada, y cuando se abren las puertas estamos directamente en la azotea, y el sol parece que no va a tardar mucho en ocultarse, y el cielo ya está empezando a anaranjase. 

- Justo a tiempo - Dice y una ráfaga de viento le revuelve el pelo iluminado por el sol. La mísma ráfaga de viento que penetra a través de mi camiseta y me pone los pelos de punta. - Ten, cógela. Debes de tener frío - dice mientras se quita su cazadora negra y me la tiende.

- No gracias, estoy bien - Digo mientras me meto las manos en los bolsillos para evitar que vea lo rosadas que están. Me niego a parecerle débil.

- Oh venga. No te hagas la dura. - Sin que me diera cuenta, se ha colocado detrás mío y me ha puesto la chaqueta sobre los hombros. Noto su aliento en mi nuca y me estremezco. Me gusta.

- Gracias - Mascullo mostrándole una sonrisa de agradecimiento mientras me pongo las mangas. Entonces, recoge mi mochila del suelo y se la cuelga de un hombro. Avanza hasta el borde del edificio y, con las manos en los bolsillos se sube al borde. Disfruta unos momentos del viento contra su cara antes de girarme y llamarme. Voy hacia él y me asomo antes de subirme. Estámos a mucha altura. Saco fuerzas y me impulso para ponerme de pie. Debo de estar loca para hacer esto, pero lo peor de todo es que me gusta.

Ethan me pide que me agarre a él y le cojo del brazo, me hace sentir más segura, y esbozo una intranquila sonrisa que se transforma en una leve carcajada. Ethan, al verme, se ríe también y se vuelve a concentrar en el horizonte. Cuando estoy a punto de preguntarle qué se supone que hacemos, extiende una pierna fuera de la cornisa y se lanza al vacío arrastrándome a mí con él.

Sombras OscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora