Capítulo 7. Juntos somos más fuertes

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Se despertó de golpe con el sonido del gong que indicaba el inicio de la jornada. A su lado se encontraba Yeo Wool, que gruñó y se restregó los ojos, todavía medio dormido.

  A su lado se encontraba Yeo Wool, que gruñó y se restregó los ojos, todavía medio dormido

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― ¿Qué haces aquí?― inquirió Soo Ho.

El otro gruñó y se estiró cual gato.

― Cinco minutos más...―murmuró.

Soo Ho se apartó de él un poco. Habían estado dormidos uno al lado del otro toda la noche, sabía que Yeo Wool tenía fama de yacer con otros hombres y lo que le faltaba es que se extendiese ese rumor sobre él también. O que se enterase su padre.

― Anoche....― comenzó a hablar el otro― empezaste a hablar y hablar de lo mucho que odiabas a Ban Ryu y no me acuerdo... me quedé dormido.― sonrió con picardía.

Ah, Ban Ryu. Cómo podía haberse olvidado de eso. La noche anterior no podía dormir e hizo que Yeo Wool se tragase su discurso sobre su rencor hacia Ban Ryu, en el que más bien intentaba convencerse a sí mismo que lo sucedido era un sinsentido. Pero sucedió. Y en aquel momento para Soo Ho no había nada con más sentido que besarlo.

Él lo odiaba, lo odiaba por haberlo abandonado así. Cuando se llevaban bien, nunca se había sentido así y ahora Ban Ryu había crecido y estaba más arrogante que nunca. Y olía mejor que nunca. Sacudió la cabeza intentando olvidarlo. Necesito salir de aquí cuanto antes.

― Oye, ¿vais a venir?― se trataba de Ji Dwi, ya vestido y a punto de salir por la puerta― Anuncian la nueva prueba ahora.


Sabía que no tenía permitido escucharlo pero a fin de cuentas, ni su presencia en la residencia Hwarang estaba permitida. Había conseguido infiltrarse como ayudante de enfermería. Lo cierto es que tenía miedo de lo que podía pasar si los pillaban, pero no podía dejar ir a Sun Woo solo. Se sentía muy sola en la casa, sin nadie y a veces los recuerdos la ahogaban.

Sun Woo se había convertido en todo lo que tenía en los últimos meses, casi como si hermano. Casi. A Ro e sentía estúpida por coger sentimientos en ese momento, en un principio no le importaba que él arriesgase su vida con tal de conseguir su propósito pero ahora... no podía dejarlo solo.

― ¡Acercáos!― exclamó el viejo ese encargado de entrenar a esa panda de jóvenes en celo― La segunda prueba va a comenzar. Es preciso que los Hwarang estén unidos, dependéis el uno del otro para proteger al rey, por ello en esta actividad tendréis que agruparos y luchar juntos por un objetivo: ganar un partido de fútbol.― las conversaciones estallaron y un murmullo fue creciendo― Ah. Se me olvidó comentarlo― La reina asistirá junto con sus consejeros, vuestro padres, para disfrutar del torneo. Tenéis una semana para entrenar.

Sonrió. Por fin iba a tener una oportunidad para hacer lo que había venido buscando.


Para elegir los equipos había una gran caja y había estaban los lados rojos y los azules, dependiendo de la suerte de cada cual, acaba en un equipo u otro. Soo Ho no se alegraba de tener que compartir equipo con gente que no conocía, pero el objetivo seguía siendo el mismo en la siguiente prueba para él: vencer a Ban Ryu.

Sacó el lazo rojo. En ese equipo se encontraban Yeo Wool, Ji Dwi, Byung Yeon y Yoon sung; al menos había gente de fiar. Había perdido a Han Sung y Sun Woo en el equipo azul, pero el primero carecía de fuerza para levantar un palo, y el otro estaba distraído todo el día, sería imposible de entrenar con él.

Entró en el círculo donde se encontraban los miembros del equipo rojo, alzó el pecho.

― Ya tenéis a vuestro líder.― se formó un silencio incómodo― ¿Qué? ¿Acaso no queréis que lo sea? Soy el mejor-

Se calló de golpe al ver quien estaba sentado en el grupo. Ban Ryu. Intercambiaron miradas llenas de interrogantes.

― Soy el líder.― avisó Ban Ryu. Entonces dijo algo que nadie se esperaba― Me alegro que estés en mi equipo― y sonrió.

  Entonces dijo algo que nadie se esperaba― Me alegro que estés en mi equipo― y sonrió

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Soo Ho enrojeció y se limitó a asentir. Le latía el corazón muy fuerte.


Escuchó unos pasos acercándose a la puerta y se puso en pie al instante. Han Sung llevaba un rato esperando a que llegase Ban Ryu del entrenamiento, se alegraba mucho de poder compartir con él.

Siempre se habían llevado muy bien pero él era un chico tan distante... por fin tenía la oportunidad de acercarse. Ban Ryu siempre había sido muy cercano con Soo Ho y él solo era el amigo raro que a veces se les unía. Y aun así, nunca podría tener lo que habían tenido ellos.

Pero nunca lo había rechazado, Han Sung había visto a Ban Ryu convertirse en el hombre que era ahora. Fuerte, inteligente y guapo. Sentía mariposas en el estómago cuando lo veía y con los años se había dado cuenta de lo que era: amor. Entre dos hombres estaba mal, o eso decían los adultos, pero no le importaba. Sabía que lo que sentía era lo correcto.

Ban Ryu abrió la puerta y le guiñó el ojo. Se le aceleró el corazón.

― Te hice caso. Estoy haciendo un esfuerzo para llevarme mejor con Soo Ho.

Se puso aun más contento. Estaba escuchándolo, le importaba su opinión.

― ¿Ves? Tan difícil no es.

El otro suspiró y se reclinó sobre la cama de Han Sung.

― Lo sé... pero tengo que tener cuidado. Es difícil.― se quedó absorto en sus pensamientos. Han Sung lo observó en silencio, pensando en lo guapo que era. Quería... quería que lo mirase.― El día del torneo será un día complicado― se le ensombreció el rostro.

Sí que va a serlo, coincidió Han Sung, porque ese día tengo que encontrar el valor para confesar mis sentimientos hacia ti.

HWARANG: Una historia de caballeros y floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora