Un año atrás
Llevaban esperando junto a la fuente en la ajetreada plaza media hora cuando aparecieron Sun Woo y su padre. Estaban muy pálidos y por más que Ah Ro y Moo Myung les preguntasen qué había pasado, se negaban a responder hasta que no estuviesen en un lugar privado.
Penetraron en las callejuelas de la ciudad en silencio, nadie quería romper el silencio. Ah Ro y Moo Myung estaban bastante preocupados, no era normal lo que estaba pasando.
― Es muy importante que esto no lo sepa nadie― susurró su hermano.
― ¿Qué pasa?
Su padre se apoyó contra la pared temblando.
― Hemos visto al rey.
Empalidecieron.
El famoso rey sin trono; su madre, la reina regente, llevaba ocultando su identidad desde que nació. Estaba terminantemente prohibido solicitar la presencia del rey, menos aun buscarlo, y cualquiera que tuviese la mala suerte de encontrarlo estaba destinado a la muerte. La reina había asesinado a todas las amenazas contra su hijo.
― ¿Os han visto?― inquirió Moo Myung.
Se formó otro silencio en el que padre e hijo intercambiaron una larga mirada.
― Sí.
Ah Ro sintió como perdía fuerzas para sostenerse en pie y se apoyó contra la pared con debilidad.
― ¿Saben quienes sois?
― No creo...― su padre soltó un suspiro― Sólo han visto nuestras caras y desde la distancia, fueron tras nosotros, por lo que parece todavía no nos han encontrado.
― Tenéis que regresar a casa y cambiaros de ropa cuanto antes― recomendó Moo Myung. Estaba de brazos cruzado y parecía más serio que nunca― Una vez que estemos fuera de la ciudad, les será imposible encontraros.
Asintieron.
Presente
El chico se sentó a su lado con naturalidad pero sabía de sobra que estaba intentando ligar con él. Era bastante taciturno, lo había visto muchas veces sentado bajo la sombra leyendo, sin duda, era muy guapo. Yeo Wool lo había conocido hace unas semanas ya que compartían su pasión por los juegos de mesa y resultaba que además era un chico genial.
Y ahora parece que son la pareja feliz.
Han Sung los miró de reojo desde la distancia. No sabía por qué le molestaba, debería alegrarse por Yeo Wool y el otro muchacho era realmente agradable. Pero no lo aguantaba.
Se acercó a los chicos intentando mantener el rostro relajado.
― Yeo Wool, ¿te importaría venir un momento a ayudarme con esto?― señaló el lazo de su armadura.
― Por supuesto.― se levantó y comenzó a intentar a atar las cuerdas.
Al estar tan cerca, Han Sung podía sentir su respiración. Se quedó muy quieto, intentando no distraerse por su olor. Yeo Wool estaba concentrado en su tarea, y aprovechó para observarlo. Sus labios, su pelo, sus ojos almendrados, todo lo hacía parecer un príncipe. Parpadeó intentando despertar de su hechizo.
― ¿Te gusta ese chico?― soltó. Lamentó haberlo dicho nada más inquirir.
Yeo Wool se irguió y lo miró confuso.
― ¿Por qué preguntas?
― No sé, ¿no puedo?― sonaba más a la defensiva de lo que debería, Han Sung intentó calmarse― Soy tu mejor amigo, si te veo feliz con un chico por supuesto que quiero saberlo.
El otro alzó las cejas.
― Ah. Entonces, ¿te gustaría que le pidiese salir?
Han Sung se apartó con exasperación.
― Mira, interprétalo como te dé la gana.
Se fue sin despedirse.
Un año atrás
Estaba en shock, no podía reaccionar, no podía pensar, no podía hacer nada. Tampoco podía apartar los ojos de los cuerpos.
Fueron a cruzar la muchedumbre buscando la salida de la ciudad, Sun Woo y su padre estaban histéricos pero era necesario cruzar la gran plaza para poder llegar al otro lado de la periferia. Todos se habían agarrado de la mano, formando una cadena, para asegurarse de que ninguno se quedaría atrás.
Ella no iba a dejar ir la mano de Sun Woo nunca. Delante suya, Moo Myung abría paso entra la multitud con el rostro ensombrecido.
Cualquiera de los soldados a su alrededor podría haber sido, pero fue un hombre encapuchado.
Pasó a su lado en un visto y no visto, dejando tras de sí un paso de sangre.
Les cortó el cuello a Sun Woo y a su padre, y volvió a desaparecer, antes de que nadie pudiese reaccionar. Antes de que el grito de horror saliese de los labios de Ah Ro.
Ella sólo podía gritar y llorar y verlos inertes.
Eran su mundo.
Escuchaba gritos a tu alrededor, pero no podía moverse. Quería curarlos, su padre era médico, le había enseñado muy bien. Pero no podía, era demasiado tarde.
Se quedó sobre el suelo, sujetando la mano de su hermano, acunada por los fuertes brazos de Moo Myung.
Presente
― Quería venganza― susurró Ah Ro entre lágrimas― Quería hacerle pagar a la reina y a toda la maldita familia real por matar a mi hermano y a mi padre― cogió aire antes de continuar― Moo Myung decidió inscribirse en los soldados Hwarang haciéndose pasar por mi hermano, Sun Woo. Y esta es la verdad.
Ji Dwi enterró el rostro entre sus manos. Era extremadamente abrumadora la verdad.
― Ah Ro... ― comenzó con la voz rota. Tenía que decírselo, después de que ella se hubiese sincerado con ella, no le importaba nada más en el mundo, merecía saberlo― hay algo que deberías saber sobre mí.
No podía ni mirarla a la cara.
― Lo sé― afirmó ella, se alejó unos pasos y esbozó una sonrisa llena de amargura― Su alteza, rey Sam Maek Jong, llevo utilizándolo― hizo una breve reverencia― y me gustaría poder seguir haciéndolo, porque te odio, te odio. Odio que por tu culpa matasen a mi familia.― contuvo un sollozo, no podía llorar delante del hijo de la mujer que los asesinó― Y odio que hayas hecho que me enamore de ti.
No podía llorar delante del hombre al que amaba.
Él cerró los ojos, intentando contener el flujo de emociones que lo recorrían. Temblando, se inclinó lentamente ante ella e hincó una rodilla. Agachó la cabeza, mostrando sumisión.
― Yo, Sam Maek Jong, rey de Silla, me postro a tus pies para que hagas lo que quieras conmigo. Ódiame. Pero por favor, ― alzó la cabeza para mirarla suplicante― no llores.
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HWARANG: Una historia de caballeros y flores
Fiksi PenggemarEn el dormitorio de los Hwarang todo menos bueno pasa. Soo Ho, el más famoso donjuán, se ve obligado a compartir habitación con su archienemigo y ex-mejor amigo Ban Ryu, la tensión entre ambos es palpable y acaba volviendolos a todos locos. Por ot...