Capítulo 19. Cartas anónimas

861 87 5
                                    


Deslizó los dedos por su pelo. Parecía seda. No sabía cómo conseguía siempre tan fino y brillante, Yeo Wool sin duda parecía un príncipe. Cogió el cepillo y terminó de recogerlo.

― ¿Yeo Wool?

Hmm.― el chico detuvo su lectura, y se giró para mirar a Han Sung.

― ¿Te gusta alguien?

Llevaba demasiado tiempo aplazándolo, había intentado de todas las maneras posibles decirle a Ban Ryu como se sentía, pero siempre se quedaba en blanco cuando llegaba el momento.

Yeo Wool bajó la mirada.

― Sí. Supongo que sí.

Han Sung se puso alerta, era la primera vez que escuchaba eso.

― ¿Piensas declararte alguna vez?

Se encogió de hombros.

― No soy correspondido.

― Pero deberías intentarlo. No pierdes nada por intentarlo.

― Me importa más como se sienta él, no quiero complicar más las cosas― suspiró, sumido en sus pensamientos.

Han Sung se puso rojo. Sabía que a Yeo Wool le atraían los hombres, lo había supuesto, pero era la primera vez que lo decía en voz alta.

― Has dicho "él"... ― murmuró, nervioso. Admiraba la seguridad que tenía en ese aspecto, él apenas podía imaginar la reacción de Ban Ryu al descubrir que le gustaba.

El otro parpadeó, como si fuese lo más normal del mundo.

― Sí. No hay nada de malo.― estrujó su mano y sonrió― No hace falta ocultarlo.

Han Sung lo observó de hito en hito. ¿Qué quiere decir?

― Espera― contuvo la respiración― ¿acaso sabes... que yo...?

― ¿Que estás total y absolutamente colado por Ban Ryu? Habría que estar ciego para no notarlo― puso los ojos en blanco y se rió.

Se quedó boquiabierto. Era su secreto mejor guardado y Yeo Wool ni siquiera parecía dudarlo.

― ¿Desde...?

― Desde que te conocí el primer día que entramos aquí.― le sonrió con calidez, intentando calmarlo― Tu secreto está guardado conmigo, no te preocupes.

Han Sung agachó la cabeza, estaba secretamente aliviado de poder compartirlo con alguien. No sabría que hacer sin Yeo Wool, siempre parecía saberlo todo. Desde que se había separado de su hermano, tenía la sensación de estar perdido en el mundo, y Yeo Wool lo arrastraba de todos los males.

― Creo que debería confesar mis sentimientos a Ban Ryu.― anunció.

El chico alzó las cejas.

― ¿Sí?

Sonó el gong avisando del comienzo de la jornada.

― Tengo que hacerlo tarde o temprano― cogió los zapatos y se los puso, preparándose para salir― Me preocupa que no le gusten los chicos...

Yeo Wool se puso en pie, ya listo.

― Cariño, no creo que eso sea un problema.


― Lleváis aquí bastante tiempo. Estoy orgulloso de vosotros, en unos meses habéis pasado de niños a hombres.― Wi Hwa esbozó una sonrisa pícara― Pero no habéis acabado el entrenamiento. Os presento la última prueba de la temporada, una misión sin comparación: proteger a la reina.― estallaron los murmullos― Vais a escoltarla en una trayectoria desde la capital hasta la frontera, su seguridad depende de ella. Sois el futuro de Silla, y es preciso que os dediquéis en cuerpo y alma a esta misión.

HWARANG: Una historia de caballeros y floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora