Capítulo 10. Sólo hay un ganador

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El público rugió.

El equipo rojo había conseguido marcar otra vez unos segundos antes de que se acabase la primera mitad del partido, y el marcador volvía a empate 2-2. Estaba reñido, ambos estaban jugando con todas sus ganas. Todos querían demostrar ante la reina y sus familiares lo mucho que valían.

Sun Woo aprovechó para escabullirse de los vestuarios los minutos que tenía libres. No le importaba tanto el resultado, al contrario que todos los demás, sólo quería evitar que A Ro hiciese alguna locura. Nunca lo escuchaba.

Se alegraba de tener a Han Sung en su equipo, había empezado a cogerle cariño a ese pequeñajo. Era un poco raro pero era muy dulce, no le había hecho muchas preguntas sobre su pasado, se limitaba a sonreír y a contarle sobre su vida. Nunca pensó que conocería a gente genuinamente agradable. Incluso Soo Ho, con el que ahora compartía cuarto, que en un principio parecía algo impulsivo había demostrado que podía ser buena persona.

Sobre Ji Dwi... era amigo de su hermana. Era un joven extraño, no se acercaba mucho a casi nadie, tampoco parecía necesitarlo. Y por eso mismo no podía odiarlo, porque podía entenderlo. De alguna manera siempre estaba ahí, comiendo con ellos, charlando sobre lo mal que olían las duchas, y podía ver que, aunque no mostrase sus sentimientos, les caía bien. Era difícil romper sus barreras. Igual que yo.

Tsk.― lo llamó alguien desde las sombras de los árboles.

― ¿Quién anda ahí?― inquirió.

A Ro salió a la luz, tapada con su capa y armada. La observó con asombro y respeto, parecía una reina de la noche. Sus ojos claros brillaban bajo la capa y tenía el rostro serio, no parecía temblar.

― Sun Woo, voy a intentar acabarlo esta noche, durante la fiesta.

― ¿Qué?― se puso nervioso― Es peligroso

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― ¿Qué?― se puso nervioso― Es peligroso. Quedamos en que esto lo haría yo.

― Pero esta es la oportunidad perfecta. Notarán si faltas tú, yo podría salir de esto impune.― le rogó. Sabía por qué estaba preocupado, pero necesitaba que confiase en ella.

― Pero...― intentó encontrar algún argumento, pero sabía que tenía razón. Y a la vez no podía dejarla ir, no sabría qué hacer si le pasaba algo.

― Escúchame.― bajó la voz― Si me descubren, no te delataré. Fingiré que todo esto ha sido cosa mía.

Sun Woo abrió los ojos de par en par. Ella le agarró de la mano y la sujetó con firmeza.

― No te preocupes. Irá bien.― se dio la vuelta y desapareció en entre las sombres.

Sonó el pitido anunciando la segunda mitad del partido.


Jadeó. No quedaba mucho para que acabase el partido y todavía seguían en empate. Esto tenía que acabar de alguna manera u otra, había ultimado los detalles de su estrategia durante el descanso pero no parecía estar dando frutos. Soo Ho veía como todos sus compañeros estaban muy cansados, e incluso Ban Ryu apenas podía sostenerse. Apretó los puños. Vamos a ganar como sea.

Se deslizó detrás de un miembro del equipo azul y consiguió robarle la pelota. Soo Ho comenzó a correr por el campo, acercándose a la portería, sentía la adrenalina. Quedaban solo dos minutos y era preciso que marcase en ese momento.

Won Young se le acercó para interceptarlo, tenía el rostro demacrado y lleno de odio. Pero no iba a echarse a atrás, podía esquivarlo. Se acercó intentando robar el balón, y consiguió evitarlo. Lo escuchó correr detrás suya volviendo al ataque, pero Soo Ho estaba seguro de que tenía mejor manejo que él.

Entonces, todo dio vueltas.

Escuchó un pitido en la distancia.

¿Por qué todo está negro?

Sentía líquido sobre su cabeza. Estaba... ¿sobre el césped?

Escuchó en la distancia a Ban Ryu llamándolo. Quería responder que estaba bien, pero no podía mover la boca. Tampoco podía abrir los ojos. Escuchó a alguien llorar, ¿qué está pasando?

Sintió como el pesado sueño de la inconsciencia lo atrapaba.


Había sucedido todo en un visto y no visto. Soo Ho estaba surcando el campo como un verdadero profesional, tenía los ojos brillantes. Estaba consiguiendo evitar a todos los del equipo azul, y justo a unos metros de la portería Won Young fue a pegar... ¿la pelota? O eso justificó él después, tras ser interrogado.

Si fue a pegar la pelota, ¿por qué le dio en la cabeza?

Soo Ho salió volando y Han Sung se quedó sin aliento. No podía ver a su mejor amigo así, abandonó su puesto y corrió a por él. Won Young no perdió ni un momento, cogió el balón y corrió a la portería enemiga, a ganar su preciado partido.

Nadie del equipo rojo se molestó en detenerlo, ni nadie lo celebró cuando fue a la portería y marcó gol. Porque todos estaban sobre Soo Ho. Ban Ryu había gritado su nombre al verlo caer, se había puesto pálido y al instante estaba sobre el chico, llamándolo. Han Sung no podía parar de llorar, había mucha sangre.

Mucha sangre.

Se había instalado el silencio en las gradas, nadie tenía ganas de celebrar. El padre de Soo Ho se había puesto en pie con el rostro desencajado. Nunca había visto a Ban Ryu tan preocupado, sujetaba a Soo Ho entre sus brazos y lo acariciaba. Se había quitado la túnica superior e intentaba tapar con ella hemorragia. No paraba de murmurar "no pasa nada, te vas a poner bien", pero Soo Ho no respondía.

Han Sung se sentía inútil, sólo estaba de pie sin hacer nada, mientras su mejor amigo se desangraba. Grandes lágrimas caían por su rostro.

Cuando parecía que no despertaba, Ban Ryu envolvió sus brazos en el cuerpo de Soo Ho y lo alzó. Todos se apartaron en silencio para que pudiese pasar. El sol comenzaba a ponerse y la multitud observó cómo cargaba en silencio con Soo Ho, como si fuese su más preciado tesoro.

Los observó marcharse. Han Sung solo podía desear que estuviese bien, quería seguirlos pero sabía que solo sería un estorbo.

Tal vez... hoy no es el mejor día para confesarle mis sentimientos a Ban Ryu.

HWARANG: Una historia de caballeros y floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora