Luz De Luna

Capítulo 47

 Era viernes, fuimos con unas amigas a un lugar al aire libre con pileta: Me besé con un chico para nada lindo y le hablé al chico de barrio.

Si te preguntas la razón de todas esas actitudes poco propias en mi, es muy simple: Estaba muy ebria, como nunca en mis cortos años de vida.

El chico de barrio sigue tal cual como lo recordaba. Simplemente no pude evitar hablarle, necesitaba saber de él. Necesitaba con todo mi ser saber de él, aclarar cosas que no me cerraban, decirle todo lo que sentía.

Miento si digo que no pensé que él podría intentar ser menos testarudo y orgulloso. Por un delicioso momento pensé que él iba a pelearla, que se iba a arriesgar a ser lastimado, que se iba a abrir a mi, que podríamos estar juntos.

Nada raro en mi esperar tanto.

Él es así, no quiere estar con nadie, no va a cambiar e incluso así lo quiero para mi. Solo para mi. Quiero hacerlo feliz. Daría todo por tenerlo tumbado en mi cama en un sueño profundo en donde sonríe sin pretensiones, por hacerlo rabiar de ternura en reacción a mi inocencia, burlarme de él, besar su carnosos labios y abrazarlo.

Quisiera en su momento haberle hecho sentir todo el deseo que sentí. Haber dejado que con sus manos cree caminos, infinitos, cargados de todo lo que nadie pudo llegar a hacer. Ni siquiera vos.

Yo fui tonta, inmadura, imprudente sin embargo siempre fui sincera, paciente, dulce.

Él fue soberbio, egocéntrico, orgulloso y lo único bueno que puedo dar a su favor es que siendo como es trato de ser un poco menos duro conmigo.

Si, yo perdí todo orgullo y dignidad al hablarle pero él me perdió a mi.

Yo no voy a volver ya, ese fue el cierre de todo.

Si me tengo que alejar sin mi alegría lo voy a hacer, cueste lo que cueste.

 Ya no me quedo donde sé que no hay nada más que perdida para mi.

Me cansé de perder en todo, de ceder, de perdonar, de dejar pasar cosas que me hacen mal.

Ya entendí, aprendí.