Antes de él

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Nací el 16 de Octubre de 1947, dos años luego del término de la guerra, mi madre decía que eran tiempos duros y que por eso, yo siempre tenía gesto de malestar, que por eso no le decía "te amo" cuando nos despedíamos; yo sólo creo que me comporto así porque simplemente no me anima nada de este mundo.

Crecí como un niño normal dentro de lo que cabe, aún recuerdo haber oído a la vecina decir «En cualquier momento sueltan bombas en algún país, y la crisis, de nuevo, ya verán». Mi mamá la tachaba de loca cuando yo estaba ahí, pero en soledad era fácil decir que realmente se preocupaba. La abuela era una persona terriblemente encantadora, los primeros diez años de mi vida me rechazó porque decía que si no había salido deforme seguro era radioactivo. «Un día de estos, verás, despertaremos y este niño va a tener tres ojos o tres brazos, o peor aún, podría querer matarnos ¡Ya verás! Pero yo me voy a largar de aquí antes que eso pase, y cuando pase, vendré a decirle a tu cadáver "Te lo dije", sino es que me mata él primero» Al final nunca se fue de la casa, le agarró una bronquitis en cama que, por terca, nunca se atendió, y luego de seis meses de quejarse falleció; claro que a mi mamá le dolió la pérdida de su madre, pero estoy seguro que podía sentir un alivio en su pecho porque ya no le iba a tener que preparar sopa de arroz y acelga cada vez que le dolía algo (ósea todo el tiempo), por mi parte sólo lamenté no haberme podido llevar mejor con ella, pero hasta ahí.

Mamá decía que debía estudiar medicina en señal de agradecimiento, porque gracias a un médico de esos pude nacer sano pese a las condiciones precarias en que vivían en ese entonces: una mesa, una estufa y un futón era todo en la casa. Decía también, que si había otra guerra debía seguir los pasos de mi padre y mi abuelo, así que si no quería estudiar para médico siempre estaba el ejército; pero ninguna de las dos me terminaba de convencer aunque sabía que la remuneración exorbitante que le habían dado a mi mamá y a la abuela por los servicios prestados de sus esposos no duraría para siempre.

La escuela era simplemente otra forma de morir en vida; los adultos tenían sus trabajos, los niños la escuela, pero aun así debía ir, algún día me convertiría en un médico o en un militar (lo que pasará primero) y para lo primero era necesaria, para lo segundo era puro capricho de mi madre. En el colegio tenía una amiga llamada Aura, una canadiense de cabello rubio casi blanquecino que me ayudó a bajar mi mochila del mástil una de las tantas veces que "aparecía" ahí.

- No deberías dejar que te traten así.

- ¿Qué les puedo decir? Aún si les digo lo seguirán haciendo.

- Entonces pégales, ponte frente de ellos y diles "Más les vale dejarme en paz antes de que les rompa la cara" - Decía mientras soltaba golpes al aire y luego reía.

- Suena como a algo que funcionaría - sonreí pues me imagine recreado la escena, luego volví a la realidad -... pero no para mí.

Luego de pocos días tenía a la chica pegada a mí como muégano; en realidad no me molestaba su presencia, me caía bien y como plus, desde que comenzó a hablarme los acosos disminuyeron masivamente.

Luego de terminar el segundo año del bachillerato mi mamá enfermó de pulmonía, resulta que había estado lavando ajeno para pagar la matrícula de la escuela y los útiles así como el uniforme, y no es que lavar la ropa de las vecinas fuera lo que la enfermo, sino haberlo hecho por las mañanas cuando estaba en la escuela (para que no me diera cuenta) aun cuando hacía bastante frío a esas horas — Nunca sabes cuándo ser prudente ¿Verdad? ¿Qué voy a hacer sin ti? —. Incluso ahora no sé la respuesta a esa pregunta. Tuve que meterme a trabajar para pagar sus medicinas, hecho que me llevó a dejar la escuela, salía a las seis de mi casa para llegar temprano al trabajo, iba y venía en bicicleta entregando pan por todo el vecindario hasta ese fatídico día de diciembre; estaba nevando y no había podido ir con el panadero para trabajar porque la nieve estaba acumulada en mi puerta sin dejarme salir, quizá el clima sabía algo y adrede no me había dejado salir.

- Lamento que hayas tenido que pasar por estos dos años y medio hijo - Acaricio mi mejilla y yo cerré los ojos - me hubiera gustado verte entrar a la universidad.

- No es tu culpa madre, sólo querías darme lo más posible.

- Sí, no puedo soportar la idea de que por mi causa no hayas terminado el bachillerato.

- Mientras tú estés bien no me preocupa la escuela - ella negó con la cabeza, se movió entre las sábanas y con dificultad sacó un sobre amarillo.

- Un pasaporte, visa y doscientos mil dólares para que te vayas a estudiar fuera de aquí, haz el examen para alguna universidad y vive allá.

- ¿Y tú? ¿Cómo se te ocurre que puedes viajar en tu estado? - De nuevo negó sin decir nada - No me voy a ir de aquí sin ti.

- Kenma, hijo, sabes que la leucemia no es algo que te deje vivir mucho, cualquier cosa, como un resfriado se convierte en algo peor, como una bronquitis. Japón no es un país malo para vivir pero debes irte, estudia lo que sea que quieras estudiar.

Nos acostamos en elmismo futón esa noche, no lo dijo pero seguro se sentía bastante mal cuandoplaticamos, quizá sabía que no iba a amanecer conmigo y por eso aprovechó adecirme todo. En el sobre había exactamente lo que ella dijo: un pasaporte, lavisa y doscientos mil dólares « ¿Qué voya hacer con todo esto?» No tenía idea de nada ¿Irme a otro país a estudiar?Era demasiado problemático, primero, tendría que ver qué haría con la casa,luego ver la escuela, ir a hacer el examen y esperar a que me den el resultado.Definitivamente no.    

Flower BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora