Capitulo 3 - "Algo Falló".

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Aidan POV.

En cuanto entramos a otra sala que no había visto antes Austin suelta mi mano y se dirige directamente hacía un mini bar frente a la chimenea.

Yo me quedo de pie, junto a la puerta mirándolo.

La habitación está muy bien iluminada, así que ahora me doy cuenta de que tanto el cabello como la barba de Austin son en realidad rubio obscuro, y que bajo la manga arremangada de su camisa también se puede distinguir un tatuaje que cubre todo su antebrazo. Y no me sorprendería si se extendiese por todo su bíceps también.

Austin regresa tres minutos después, con dos vasos en sus manos.

-Toma –me entrega uno, y por la cercanía puedo apreciar mejor su tatuaje.

-¿Es requisito estar tatuado para pertenecer a su grupo de amigos?

-Si –responde mientras da un pequeño sorbo al líquido color marrón en su vaso-. Supongo que en poco tiempo tendrás el tuyo.

-¿Es en serio? –inquiero, boquiabierto.

-No –sonríe-. Es una broma. Supongo que solo compartimos el gusto por la tinta. Aunque si me lo preguntas, no recomiendo que lo hagas. De hecho, siempre les digo a todos que no se tatúen.

-¿Por qué? Si estás tapizado de tatuajes.

-Porque primero empiezas con uno, pequeño, quizá en la muñeca –explica-. Y de pronto terminas con todo el brazo tatuado.

-¿Tu también tienes todo el brazo?

-Si –contesta-. Y parte del pecho. ¿Quieres verlo?

Me encojo de hombros.

-Si –termino respondiendo.

Esperaba que se levantara más la camisa, pero en lugar de eso comienza a desabotonarla.

En menos de diez segundos ya se ha quitado la prenda y la arroja hacía el mueble junto a él.

Tengo que darle un trago al whisky para poder apartar mi mirada de su torso desnudo.

-Mira –masculla acercándose a mí.

Me muestra su musculoso brazo, extendiéndolo hacía mí.

Su tatuaje es una especie de serpiente, que inicia en la muñeca y termina en el hombro. También hay flores y hojas de árboles.

Extrañamente es muy bonito. Me gusta.

-Tengo otro acá –dice mientras levanta el brazo para dejarme ver sus costillas.

Es una palabra, aunque no logro distinguir que dice.

Retrocede dos pasos, pues estaba demasiado cerca de mí, y metiendo sus manos en los bolsillos me preguntó:

-¿Y qué opinas?

-¿Sobre qué?

-Sobre el tatuaje –masculla.

-Oh. Muy... bien.

No sé qué es lo que me pone más nervioso: Su intensa mirada fija en mí, o su torso desnudo.

Su piel es blanca, y tiene una capa de bello obscuro que adorna desde su pecho hasta su abdomen, y desaparece bajo la pretina de su pantalón.

Lo siguiente que sé es que tengo sus labios sobre los míos y sus manos sujetan mi espalda con desesperación.

Él está besándome. Creo.

Bueno, yo nunca he dado un beso antes, así que lo único que hago es quedarme quieto, con mis ojos abiertos.

El último adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora