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-Eres una niña estúpida si crees que Derek siente algo por ti- dijo Jennifer Blake, su profesora de inglés, con una gran sonrisa en los labios. -Lo único que quiere es acostarse contigo, si no es que ya lo ha hecho- comentó burlándose.

Lydia la miró con odio. Tenía el rostro magullado, los ojos rojos y las mejillas cubiertas de lágrimas secas.

-¿Qué quieres de mí?- preguntó con la voz quebrada y un hilo de sangre cayendo por su barbilla.

La rubia fresa apenas podía hablar, no tenía fuerzas y le dolía todo el cuerpo. Sentía que en cualquier momento se desmayaría a causa de los repetidos golpes que la mayor le había dado por todo el cuerpo.

-¿Aún no sabes lo que quiero?- preguntó soltando una risa y acercándose a la adolescente, que se encontraba sentada y amarrada en una silla en medio del salón de clases.

La pelinegra tiró del pelo de Lydia hacia atrás, haciendo que la menor soltara un grito del dolor.

-Quiero a Derek- susurró en el oído de la joven.

La mujer soltó su agarre, haciendo que la cabeza de Lydia cayera hacia adelante con el cabello rubio fresa cubriéndole el rostro.

-Eres mi carnada, Lydia- dijo tomándola por el mentón y obligándola a elevar el rostro.

La joven la miró con los ojos llenos de lágrimas.

-No tengo nada en contra tuyo pequeña pero esta es la única forma de atraer a Derek hacia mí. Aunque...- hizo una pausa examinándola de arriba a abajo. -Te has estado acostando con mi hombre y eso no te lo perdonaré, pequeña perra- dijo con notable enojo, escupiendo su rostro para luego soltarla.

Lydia sólo pudo cerrar los ojos y con la risa de su profesora de fondo, rogó porque Derek o sus amigos aparecieran pronto y la rescataran de esa lunática.

Dydia [one-shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora