De noche

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Había comenzado a anochecer, y Nanaba seguía sin saber qué hacer. Su peor pesadilla se había hecho realidad, Mike no regresaba. Los nervios de la rubia podían con ella, no sabía que era lo que les convenía hacer. Podían parar y esperara Mike, pero los Titanes... No, aquella no era una opción. Debía encontrar algún sitio para pasar la noche, necesitaban descansar.

Como si alguien escuchara sus plegarias, un viejo castillo en ruinas, que no podía reconocer, se alzó frente a sus ojos. En sus piedras se podía notar como la lluvia, el viento y la soledad habían ejercido un gran daño en él.

La mujer hizo un ligero gesto a los muchachos cuando, con un leve vistazo, se aseguró de que loa Titanes no merodeaban por allí. Todos se aproximaron al edificio. A pesar de un sinfín de desperfectos el castillo era habitable.

Los caballos se quedaron fuera del castillo. Los jóvenes entraron dentro de este y comenzaron a buscar comida, después de cerrar la puerta y poner barrios trozos de madera para impedir su acceso. Los Titanes no atacaban de noche, pero aun así Nanaba lo ordenó. A pesar de que estaban huyendo de los Titanes, seguían dentro del muro Rose. Todos parecían a verlo olvidado, pero a medida que sus mentes fueron calmándose recordaron que el mayor problema no era huir. Porque, en realidad, no había sitio en donde nadie pudiera esconderse, los Titanes estaban dentro del muro, los Titanes estaban en casa.

Christa miró fijamente a Nanaba. La mujer estaba con la mirada perdida en un punto fijo. Se abrazaba a sí misma, buscando consuelo. En ningún momento lo encontró. Algo dentro de ella le decía que Mike no estaba bien. Sus años de experiencia le gritaban que su amado, estaba muerto. Pero su corazón, que aún conservaba esperanza, le gritaba que él aún seguía vivo.

Christa desconocía totalmente la tormenta de sentimientos que se estaban produciendo en el interior del pecho de amiga, así que decidió abrazarla.

Noto como cada uno de los huesos de su amiga se estremecían al contacto de sus pieles. Noto como la rubia dejo caer un par de lágrimas en la piel desnuda de su muñeca. Christa no solo estaba abrazando a su amiga, también estaba rompiendo el último hilo de esperanza que quedaba en Nanaba.

A la luz de la luna, mirando las estrellas y escuchando el himno del viento, Nanaba comprendió que Mike nunca volvería. El cálido abrazo de Christa le había hecho comprender que el joven nunca la habría dejado sola tanto tiempo. Entre sollozos Nanaba noto como pedazo a pedazo, su corazón se caía de su pecho, y pudo sentir como su dolor salió disparado por su garganta, permitiendo que sus labios lanzaran un grito de dolor y de impotencia.

Después de aquello cayó al suelo, derrotada. Christa se puso a su lado y volvió a abrazarla. Nanaba había parado de llorar, sencillamente se aferraba al cuerpo de la pequeña buscando una respuesta a tanto dolor.

- Hey... - dijo una voz a sus espaldas

Ambas chicas se giraron. Se encontraron con la figura de Sasha, que sostenía en sus brazos unos trozos de pan. La morena les mostraba una agradable sonrisa. Enseguida comprendió lo que estaba ocurriendo. Prefirió no martirizar más a Nanaba, y se agachó junto a ella y le ofreció amablemente el trozo de pan.

- Después de llorar se duerme mejor – comentó la morena con una sonrisa.

Nanaba la sonrió con los ojos llorosos y cogió el trozo de pan. No tenía apetito, pero debía comer, Mike hubiera querido que ella comiera.

- ¿Dónde lo habéis encontrado? – preguntó Christa

- ¿El pan? – supuso Sasha – Ni idea, me lo ha dado Reiner.

Shingeki no kyojin, los ghouls al acecho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora