18. Palabras de Verdad.

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"Las más crueles mentiras son frecuentemente dichas en silencio" — Robert Louis Stevenson.

Nina estaba siendo reconfortada por dos mujeres, una de cabello oscuro y otra con una inusual coloración en su espesa cabellera: rosa pálido. Ambas le estaban murmurando pero para Nina era imposible comprender, las palabras estaban distantes y distorsionadas, como si ella estuviera apartada por un muro de cristal que le impidiera oír con claridad. 

El dolor, la pérdida, la añoranza, la desdicha, la confusión... Todo aquello se aglomeraba en su interior en un cumulo de emociones y sentimientos, totalmente ajenos a la realidad de Nina. Nunca en su vida la habían asaltado de tal manera, siempre los consideró una anomalía pero jamás eran tan fuertes. 

Su corazón parecía abrirse en dos debido al dolor. 

En medio del caos que se formó en su mente y su cuerpo, notó como Adair avanzaba hacia ella, la miraba directamente a los ojos, sostenía con delicadeza su barbilla y le lanzaba una orden, con suavidad en su tono de voz pero infranqueable: — Tranquilízate. 

A decir verdad, eran palabras bastantes sencillas pero ejecutarlas era el verdadero problema. Esto era lo que los humanos describían como un ataque de pánico, una sensación terrible y abrumado, que ciega tus sentidos y te priva de la realidad. 

Al ver que Nina no lograba deshacerse de las sensaciones que la oprimían, Adair exigió que los demás abandonaran la habitación. Esperaba que rechazaran su mandado, pero uno a uno, abandonaron la estancia, incluso Aarón, la última en salir fue Jeno, quién no se fue sin antes dejar caer una advertencia. 

  — Ella no es lo que parece.

Aquellas palabras le pusieron los nervios de punta a Adair, pero no dejaría al ángel inhibidor sola.  Ella necesitaba de él, parecía estar desmoronándose, sus fragmentos cayendo y perdiéndose sin esperanza de ser recuperados. 

  — Nina — probó Adair con voz baja, en la mirada de la joven había cierta inocencia y fragilidad que invocó un sentimiento de protección en él, algo que jamás le había sucedido.

Ella respiró con dificultad, inhalando y exhalando con vehemencia. De sus ojos se desbordaban lágrimas, le temblaba el labio inferior y tenía las facciones del rostro contorsionadas en una mueca de tristeza.

— ¿Qué hago aquí?

 Adair se planteó con cuidado como responder aquella pregunta, ya que el la había traído más como un capricho que por mera necesidad, además, su seguridad estaba en peligro. Ella estaba rodeada por un aura oscura, igual  que su apartamento, las malas energías abundaban como en la figura alada metálica que ella había hallado.

  — ¿Por qué tenía esa escultura?

—  No era mía, apareció en mi hogar de la nada. Tenía un grabado, decía "muerte".

Le llegó la imagen a la cabeza de Elián, el guardián de las almas, quién determinaba lo que le sucedía al almas tras el fallecimiento en su cuerpo mortal. En su mente, tenía las manos manchadas de sangre, gotas surcando su piel y cayendo al suelo, lo mismo con su cabello blanco, estaba untado de aquel líquido carmesí. En sus ojos jamás había arrepentimiento, mucho menos en la constante sonrisa que llevaba en los labios, como riéndose de una broma privada. 

Adair jamás había dudado de la lealtad de uno de sus compañeros, pero Elián y él no eran precisamente los mejores amigos. No podía pesar en él como el causante de todo aquello, pero sin duda alguna, no salía de las posibilidades.  

Aunque, otra opción, era que el creador de aquella estatua quería causar confusión. En fin, no podría saber más sin aventurarse a investigar sobre el tema. 

 Nina hipó, limpiándose las lágrimas del rostro sin cuidado, tirando de la piel y enrojeciendo el área. El ángel caído la detuvo, apartando las manos de Nina y reemplazándolas con las suyas, quitando con delicadeza las gotas que corrían por el rostro de la joven  en su apesadumbrado semblante. 

 Ella le miró aguantando las ganas de quitarse sus manos de encima, no estaba acostumbrada a que la tocarán, mucho menos con tal ligereza  y exquisitez, como si ella fuera una preciada obra de arte, algo que merecía ser tratado con suavidad y finura. 

De repente, con una mirada mortalmente seria, Adair se irguió y se sacó una cadena sobre la cabeza, la traía oculta bajo sus prendas y colgando de ella, había un anillo. Era algo grueso, tenía un diseño intrincado, espirales cruzándose unas sobre otras como una enredadera, era de color negro con la incrustación de una piedra azulada.   

Lo deslizó en el dedo indice de la mano izquierda de Nina. 

— Con esto, nadie aquí podrá hacerte daño. 

Anonadada.

Era la palabra perfecta para describir la sorpresa que inundó a Nina, las emociones golpeando en su interior por una razón completamente diferente ahora. 

— Las personas que estaba aquí, lo que tu llamarías demonios alguna vez fueron ángeles — empezó a explicar Adair para tranquilizar aún más a Nina — No como ustedes, carentes de emociones, al contrario, éramos el ejercito del Creador y todos poseíamos dones, algunos mayores que otros. Luego ocurrió la caída, los ángeles se dividieron pero todos abandonaron al Creador y él desapareció, llevándose consigo las emociones de ustedes, los inhibidores, quiénes le dieron la espalda y condenando al averno a nosotros, quiénes nos rebelamos ante él. 

Para Adair, aquella historia estaba tan clara en su mente que cada vez que recordaba parecía estar viviendo los sucesos de nuevo. 

  — Es decir... — habló Nina con voz trémula y los ojos abiertos de par en par por la revelación —  que mi raza tenía emociones. Entonces, ¿Qué soy? ¿Por qué puedo sentir?

Adair se encogió de hombros,  aceptando que desconocía la respuesta.

  — Cuando hubo la rebelión, el ejercito se dividió, ustedes no lo enfrentaron pero tampoco le ayudaron. Por ende, con su desaparición, el Creador se llevó sus emociones y su inmortalidad. Mientras que, a nosotros quería encerrarnos en el infierno, junto con los malignos, solo que no esperaba que Aarón tomara el poder aquí. 

Nina estaba renuente a creerle, todo lo que le habían enseñado a lo largo de los años se destruía ¿Era posible? Su vida, su realidad, sus pensamientos, lo que consideraba correcto y lo que no, todo parecía en duda, nada era certero por completo.

¿Por qué había sucedido todo aquello?

Gracias por leer <3 ¿Qué te pareció el capítulo? Pregunta: Si fueras un personaje de esta historia ¿Cómo serías físicamente y cómo sería tu personalidad? Sé que la actualización normalmente era los martes o miércoles, pero creo que desde ahora será los viernes ¡Un abrazo!

El beso del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora