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Leah

Desperté debido al dolor de cabeza que se hacia cada vez más insoportable. Me levante de la cama donde estaba, la habitación estaba en penumbras ¿qué había pasado? ¿dónde me encontraba?. Los recuerdos asaltaron mi memoria, yo estaba en el aeropuerto después fui al baño,aquel sujeto y luego obscuridad. Aterrada busque desesperadamente un interruptor o una lampara pero antes de que me pusiera de pie la habitación fue iluminada.

De una esquina de la habitación se veía un cuerpo corpulento, alto, radiaba una seguridad increíble. De pronto empezó acercarse hasta el pie de la cama y así pude verlo mejor. Un chico verdaderamente alto, cabello azabache, cuerpo trabajado por donde se apreciaban unos cuantos tatuajes y unos espectaculares ojos verdes. Me sentía pequeña al estar frente a él. Una sonrisa de lado surco su rostro.

— ¿Cómo te sientes? — su voz era profunda y ronca.

— ¿Dónde estoy? — ignore su pregunta, estaba aterrada. No sabia donde estaba y quien era el tipo frente a mi.

— Yo te he preguntado primero — gruño — responde — ordeno.

— Y yo te he preguntado donde carajos estoy — le sostuve la mirada, sus ojos se tornaron un poco más oscuros, se había enojado.

— ¿Tienes hambre? — volvió a ignorarme.

Enojada me puse de pie rápidamente quedando frente ha él. No sabia donde estaba ni quien era él lo único que quería era volver a casa.

— ¡Eres imposible! — le grite — ¿quién eres? ¿dónde estoy? — las preguntas salieron atropelladas de mi boca.

El sujeto me sujeto de mis antebrazos logrando que me quedará inmóvil. Su mirada se fijo en la mía.

— A mi no me hablas así — dijo entre dientes — no importa que seas mi Luna me debes respeto — sus palabras me dejaron desconcertadas.

— ¿Qué quieres de mi? — logre apenas articular debido al miedo.

Todo sonrió con superioridad — quiero todo de ti — su voz me causo escalofrío.

— Dejame ir por favor... — mis ojos se llenaron de lágrimas — quiero volver a casa.

— Estas en casa mi Luna — aspiro el olor de mi cabello — estas donde perteneces, a mi lado.

— Dejame ir — volví a rogar con las lágrimas a tope.

Sus ojos se oscurecieron de nuevo, me sujeto con más fuerza.

— Eres mía, entiendelo de una vez — su fría voz me sorprendió — no dejare que te vallas, ni ahora ni nunca.

Me soltó bruscamente y se fue dando un portazo. Me senté en posición fetal en la cama. Llore con una Magdalena, tenia bastante miedo, él me daba miedo. Se suponía que debería estar en casa con mi amiga a lado charlado sobre lo que había pasado mientras yo estaba fuera pero en cambio estoy aquí en estas cuatro paredes.

Debía salir de aquí, fui hasta la puerta pero esta se encontraba cerrada, el muy maldito me había encerrado tal cuál como un animal en una jaula. Probé con el ventanal y este estaba igual, con las esperanzas por el suelo volví a la cama. Encontraría la manera de salir de este lugar, ese hombre estaba enfermo si creía que me quedaría como sin nada.

Entonces recordé cuando fui un verano con mis primos maternos, ellos me enseñaron a abrir puertas con un simple pasador y yo traía dos sujetando mi cabello. Con las esperanzas renovadas fui hasta el ventanal. Deforme el pasador para que pudiera entrar por la cerradura, empecé a moverlo dentro, la desesperación estaba llegando a mi hasta que un 'clip' sonó, había abierto el ventanal que daba a un gran balcón. Sin tiempo que perder salí por este, me encontraba en el segundo piso, la vista era un gran bosque bajo la luz de la luna.

Era la hora de salir, solo tenia que saltar aunque la idea no fuera muy buena. La puerta fue abierta de pronto y por ella entro el mismo chico de ese rato, cuando vio mis intensiones no dudo de venir hasta a mi y tomarme por el brazo fuertemente.

— ¿Qué demonios estas asiendo? — su voz calo todo mi cuerpo — entiende de una vez que no puedes escapar de mi, eres mía — rigió de una manera sobrenatural para ser “humano”, su mirada causaba escalofríos.

— Yo...yo...— no logre decir más porque mi cuerpo colapso.

Traición [1]  [Sin Editar] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora