Traición [1] [Sin Editar]

16

Ethan

Un pequeño pinchar se sintió en mi pecho cuando dijo aquellas palabras. Aleje aquel dolor, ni bien sabía que me lo merecía.

— Melissa por favor ¿nos puedes dejar a solas? — hable con fingida paciencia.

Vi la duda pasar por sus ojos, un suspiro cansado brotó de sus labios, se levantó con pesar de la cama.

— Espero no la cagues — murmuró cuando paso a lado mio — no mas.

Se escuchó la puerta cerrarse. Ahora sólo estábamos Leah y yo en la habitación, junto a la tensión en el aire.

Con un poco de inseguridad camine hasta a lado de la cama, me senté a lado de ella. Pude sentir su incomodidad, sus ojos miraban cualquier lugar menos a mi.

《Hazlo de una vez idiota》

La voz de Dan retumbo en mi cabeza. No me gustaba recibir órdenes, para eso yo era el Alpha...

Un Alpha jamás pide perdón, ni siquiera a su Luna...

Las palabras de mi padre hicieron eco en mi cabeza.

Tomé la pomada para el dolor y la abrí, con las llemas de mis dedos agarré un poco y acerque mis dedos con cuidado por las heridas que tenía Leah en la espalda, las que habían surgido por los latigazos.

Una pequeña protesta salió de sus labios cuando mis dedos tocaron una de las heridas. Poco a poco empecé a esparcir la pomada, recibiendo quejas de ella.

— No debiste haberla defendido — dije mientras tomaba otro poco de pomada y la empezaba a esparcir en otra herida.

No contestó.

— Hay reglas que se deben cumplir sin exención alguna — hable — si alguna de ellas es rota, debe tener castigo.

— ¿Maltratar a las personas es un castigo? — pregunto incrédula — es el castigo más estúpido que habia visto, ni que estaramos en la época medieval.

— Hay ciertas cosas que aún no sabes...

— Si no me las dices jamás lo sabre — ironizó — no soy adivina ¿sabes?, pero descuida, no quiero saberlas.

— ¿No?.

— No cuando lo único que quiero ahora mismo es salir de aquí.

Mi mano dejó de acariciar su espalda cuando ella dijo aquellas palabras.

— Tu no vas a ir a ningún lado — demande.

— ¿Y para que quieres que este aquí? — pregunto con tono tosco — ¿Para golpearme cuando algo no te parezca bien? ¿por romper alguna regla estúpida de este lugar?, déjame informarte que mi cuerpo no es de acero, hasta el acero en temperaturas altas se derrite, yo soy un ser humano.

Sus palabras me dejaron mudo,  sabía que tiene razón. Ella no tenía nada que ver con este mundo, ella no tenía la culpa de nada. Pero era lo suficiente egoísta como para dejarla ir, la sola idea de imaginarla con alguien más, me hacia hervir la sangre.

— Tu no te vas a ir de aquí, es mi última palabra.

Y sin más me fui de ahí más cabreado. Necesitaba descargar mi ira.

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