LeahMi rostro cada vez acumulaba más gotas de sudor, las lamparas hacían que el calor fuera más sofocante mientras el dolor aumentaba considerablemente.
Mis manos se aferraron a los costados de la pequeña camilla, los gritos desgarraban mi garganta, me sentía cansada, mis ojos amenazaban con cerrarse.
— No lo hagas Leah — una voz conocida se escucho a mi lado — ya falta poco — sentí como mi mano se aferro a la suya cuando este me la ofreció.
— Ya falta poco, vamos usted puede...— me alentó el doctor.
— ¡AHAHAHAHAHA! — di mi último grito y por fin el dolor fue disminuyendo.
— ¿Esta todo bien? — pregunto.
— Esto no es humano.... — el terror y la incredulidad eran evidentes en su voz — ¡¿qué mierda son ustedes?!.
— ¿Qu-ué sucede? — mi voz salio rasposa y débil.
— Monstruo, esto es un monstruo.
— Traiga acá — el sujeto le arrebato el pequeño bulto que el doctor sostenía entre sus brazos.
— Dejame verlo... — la sorpresa en el rostro de Ethan me decía que no era nada bueno — por favor, dejame ver a mi hijo.
Y lo que mire no me agrado en lo absoluto.
Y desperté.
— ¡No! — grite.
Mis ojos se abrieron de golpe, mi respiración era agitada y el corazón latía con frenesí. El miedo se incrustó en cada célula de mi cuerpo.
— ¡¿Esta bien Luna?! — Ana entro azotando la puerta.
— Si... — asentí — solo fue una pesadilla.
— Por la Diosa — llevo una mano a su pecho — su grito se escucho hasta en la planta de abajo, le estaba preparando su desayuno ¿quiere que se lo suba?.
— Por favor.
Y la puerta se volvió a cerrar.
Talle mis manos en mi cara, no era la primera vez que tenia pesadillas, pero las demás no eran nada comparada con esta.
Dos semanas.
Dos semanas han pasado desde que Ethan me prometió cambiar, intentarlo y hasta ahora ha habido un gran avance para nuestra relación pero menos en mi corazón.
Por más que Ethan tenga una actitud diferente y no sea aquella persona fría y cruel que conocí hace unos meses, mi corazón no lo acepta.
Melissa llamaba cada que podía, mi vida ya no se sentía como una prisión, ya no me sentía como tal. Ahora puedo salir fuera de la mansión pero no más allá del límite, mis días se iban prácticamente en la casa de los niños de la manada, ellos me habían sentir más viva y me recordaban a él.
— Permiso Luna — dejo la charola con el desayuno en la mesa de noche a lado de la cama.
— Gracias.
— El Alpha me dijo que se alistara para la hora de la comida — empezó — van a salir — una diminuta sonrisa empezó a crecer en su rostro.
Ella sabía cuanto anhelaba esto, salir y poder mirar más allá que solo grandes árboles.
(...)
Pase mis manos por mis piernas, borrando las arrugas inexistentes del vestido. Me había decidido por un vestido cómodo de corto hasta la rodilla, me sentía emocionada de poder salir.
El sonido de la puerta hizo que girará mi cabeza en esa dirección. Ethan venía sólo con unos pantalones puestos y descalzo, quizás venía de hacer un recorrido en su forma de "lobo".
— Me baño y nos vamos — asentí en su dirección.
Media hora después nos encontrábamos dentro del auto rumbo a Cochrane, del pueblo dónde mis padres y yo vivíamos, de donde hace cerca de dos meses se suponía que tomaría un vuelo y regresaría a casa.
Pero ahora estaba aquí, en una auto de lado de copiloto y de piloto a un hombre lobo.
Poco a poco los arboles se hacían más escasos, los techos de las casas se hacían visibles y las personas transitando ya eran vistas por las calles.
Ethan estaciono el auto frente a un pequeño restaurtant, se bajo del auto y me abrió la puerta.
— La comida de aquí es muy buena — comento mientras nos ingresabamos — mesa para dos.
— Sigame por favor — la mesera frente a nosotros nos guío hasta la mesa, nos extendió el menú y se fue — regreso en unos momentos.
— Es muy bonito — murmuré hechando un vistazo al lugar.
— Si... — los ojos de Ethan se encontraron con los mios — ¿te gusto cierto?, te gusto salir.
— Ni como negarlo — me encogi de hombros.
Una sonrisa tiro de sus labios, aquella sonrisa genuina que miraba por primera vez desde que lo conocí.
(...)
Delicioso.
Esa palabra no abandonaba mi mente desde que metí la primera cucharada de helado a mi boca. Si el chocolate era mi droga, en helado era el éxtasis.
— Vaya que te gusta el helado — la risa de Ethan llego hasta mis oídos, concentre mi atención en él, como se le hacían pequeñas arrugas en sus ojos y como apenas se le podía ver los dos hoyuelos formados, apenas visibles — ¿qué pasa?.
— No te ríes muy a menudo — deje la cuchara sumergida en el helado — es raro a decir verdad.
— Si, bueno — sus ojos miraban mi rostro — no es nada raro no verte con residuos de chocolate en el rostro.
Sentí como mis mejillas tomaban color. Cuando comía no era una dama, a veces mi tía me solía decir que parecía niña al comer, si no manchaba mi ropa, me quedaba comida en el rostro.
— Lo siento — tome la servilleta y la pase por las comisuras de mis labios — por cierto.... ¿pasa algo? — el Ethan de hace cinco minutos se había ido, su semblante se volvió serio y sus ojos fríos como el hielo.
Algo pasaba.
— Nos vamos.
— ¿Pero por qué? — respingué — no las estábamos pasando bien...
— Leah — dijo — ese jodido vampiro tiene rato mirándonos, por favor vámonos, ahora.
Y no cualquier vampiro, sino un príncipe del clan de uno de los más poderosos.
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Traición [1] [Sin Editar]
WerewolfEthan Black, el alfa de una de las manadas más fuertes del país. Frío y controlador, eran las palabras que más lo describían, con 205 años de edad, 189 años esperando a su mate. Leah White, una chica de 21 años sumergida en su trabajo. Curiosa y fie...