Prólogo

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Los relojes marcaban las dos de la madrugada, el cielo se desmoronaba en forma de lluvia, los relámpagos lo iluminaban y los truenos estremecían los muros de la ciudad. Las avenidas se convirtieron en ríos, y los apagones no tardaron en causar estragos. Era impensable que alguien pudiera andar por ahí a esa hora de la noche, bajo una tormenta miserable. No obstante, taxistas como Ray conocían a detalle la ciudad, sabía que siempre hay personas en las calles rondando, trabajando de forma honrada o mezquina en la oscuridad, para sostener sus vidas monótonas.

El taxista divisó dos siluetas oscuras y abultadas en una esquina, protegidas bajo el techo de lona de un restaurante. Aunque la lluvia estrellándose en el parabrisas entorpecía su vista, concluyó que no podrían ser prostitutas, pues no vestían ropas provocativas, al contrario, sus vestidos casi llegaban hasta el suelo. Una de las chicas extendió el brazo para hacer la parada, Ray acercó el auto. Pensó que podría tratarse de actrices o cantantes de cabaret que se dirigían a casa.

Ray les abrió la puerta, hizo una mueca de sorpresa al ver que no eran mujeres, eran dos chicos con vestidos de corsé, bolsos, maquillaje y pelucas que sujetaban entre las manos para protegerlas del agua. El primero en entrar al taxi llevaba una peluca rubia alaciada, de cabellos cortos que no llegarían ni a la mitad del cuello. El otro chico cargaba una peluca larga y ondulada, tan negra, que desde lejos se desmentía su naturalidad.

—A la calle Broadway, por favor —indicó el chico de la peluca negra y vestido púrpura. Ray asintió y pisó el acelerador—. Hoy estás insoportable, Jamie, pudimos irnos caminando.

—No me gusta este clima, Liam —masculló Jamie, sujetando el largo de su vestido azul para no pisarlo—. ¿Por qué no hicieron la fiesta el viernes?

—Hoy es el segundo aniversario, tenemos que respetar esa fecha —respondió Liam, con tono de ofendido—. Hay que mantener vivo el recuerdo y el orgullo de los que perdieron la vida.

—¿Qué importa el orgullo, la valentía y todo lo demás? —repuso Jamie—. Estamos solos.

—No sabes lo que dices —Liam meneó la cabeza. Sacó un espejo de su bolso y se miró el rostro para ver si la lluvia no había arruinado su maquillaje de Drag queen. Se acomodó las pestañas postizas y volvió a guardar el espejo.

Ray encendió la radio, tratando de ignorarlos. La señal era muy débil debido a la tormenta eléctrica. Cambió de estación varias veces, había interferencia, pero al fin pudo escuchar algo, era un noticiario. Dio un rápido vistazo en el retrovisor, soltó una risita al ver como los dos chicos se acomodaban las pelucas con movimientos delicados.

—No tengo ganas de ir a la fiesta —decía Jamie, acongojado miró por la ventana—. Tan sólo mira el cielo, es como una lluvia de lágrimas, los truenos son como llantos de...

—Ay, ya basta —lo interrumpió Liam, haciendo un ademán. Se serenó, dejó de tensar sus hombros y giró la cabeza de Jamie hacia él para verlo a los ojos—. No es una fiesta ordinaria; es la celebración de nuestra valentía. Es tiempo de deshacernos de la tristeza a nuestra manera, las lágrimas sólo nos debilitan. Es nuestra noche, y vamos a disfrutarla como lo que somos: como reinas. Ya no llores, no quiero verte así esta noche —Liam lo miró con ternura. Su amigo asintió y dibujó media sonrisa.

Jamie volvió a mirar por la ventana. Una voz de mujer resonaba por las bocinas del taxi, debilitada por la electricidad atmosférica. La mujer hablaba sobre un atentado en un centro nocturno para la comunidad LGBT. Sonaba furiosa, debía ser integrante de la comunidad, o quizá familiar de una de las víctimas. Entre gruñidos y lágrimas, le reclamaba al gobierno y los llamaba hipócritas. <<¿De qué sirve proclamar que una ciudad es amigable con la comunidad? ¡No sirve de nada! Es una estupidez>>, decía ella. <<Esas personas creen que al decir que nos dan todo su apoyo y aceptación, de inmediato van a frenar los crímenes de odio, y que los homofóbicos se volverán nuestros amigos por arte de magia. Pero no es así, quedan cosas que deben resolverse, como el control de la venta de armas>>.

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