Clary Stonewall

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El futuro pertenece a cualquiera capaz

de asumir el riesgo y de aceptar la

responsabilidad de crearlo.

Robert Anton Wilson

La puerta enrejada se abrió frente a una chica con cabello teñido de rojo intenso, dos guardias la escoltaban lado a lado y una más detrás de ella. La guiaron hasta su celda en una prisión femenil de máxima seguridad, donde se podían encontrar recluidas a las mujeres más peligrosas y despiadadas del país. Cuando las presas la vieron entrar, el barullo se desató en una mezcla de vítores e insultos.

Por más de un año, la astucia de Clary le permitió pasar desapercibida en la ciudad. Sólo hasta que la capturaron, las autoridades descubrieron su verdadera identidad, algo que podría traerle problemas en esa prisión. Dentro de poco, el mundo entero sabría la verdad, en cada noticiario se revelaría la verdadera identidad de Clary Stonewall, la justiciera. Las guardias tuvieron que colocarla con una de las mujeres que representaba una amenaza menor para ella.

Mientras una de las guardias se entretenía abriendo la puerta, Clary observaba a la mujer que estaba dentro de la celda. La mujer estaba leyendo una revista sobre los chismes del mundo de la farándula, era muy bella, pero su cabello lucía descuidado y quebradizo.

La guardia que resguardaba el lado derecho de Clary la tomó del brazo, pero sintió algo cuando la mujer tocó su piel, un destello blanquecino le rodeó los globos oculares, la cegó temporalmente. No era una luz artificial, era una luz que provenía del rincón más misterioso de su mente. Clary observó a una anciana, tenía frío y decidió prender el calentador, pero se quedó dormida antes de apagarlo. El gas venenoso se acumulaba, pues hacía mucho frío y las ventanas estaban bien cerradas. Tuvo una nueva visión, venía del futuro, en ella observó a la mujer guardia que la tomó del brazo un segundo antes, pero estaba llorando frente a un féretro.

Clary volvió de nuevo a la realidad y observó a la mujer.

—Tu madre está en peligro —le advirtió—. Se ha quedado dormida y dejó el calentador prendido, si nadie hace algo, morirá asfixiada.

—No dejes que esta perra te asuste —la otra mujer zarandeó a Clary, la metió a empujones a la celda.

—No te quiero asustar —aseguró Clary—, sabes que estoy diciendo la verdad.

La mujer no respondió ni asintió, pero su acción reveló su credibilidad, salió corriendo por el pasillo. Clary esperaba que no fuera muy tarde para su madre. Las dos guardias restantes se retiraron de la celda, una de ellas la llamó "fenómeno" antes de irse. Clary se quedó encaramada a las rejas, como un ave recién capturada.

—Déjame verte, cariño —ordenó la reclusa que sería su compañera. Clary se volvió hacia ella—. ¡Esto es una verdadera sorpresa, querida! —la mujer caminó hacia ella, le dio un beso en la mejilla. Clary hizo una mueca de incomodidad—. Clary Stonewall, la vengadora de la comunidad gay, la nueva celebridad. Es un gusto conocerte.

La mujer acariciaba sus cabellos de fuego, como para examinarlo y estar segura de que era ella. En la prisión no dejaban de hablar sobre la captura de Clary Stonewall, las guardias iban por los pasillos describiendo hasta su físico y su anormal modus operandi.

—¿Gusto?, ¿por haber matado a todas esas personas, sin que recibieran un juicio? —Clary preguntó con seriedad, luego de recibir tantos abucheos por parte del público, la policía y algunas reclusas. Le parecía extraño escuchar que alguien la elogiara. Estaba segura de que esa mujer no estaba arrepentida de sus crímenes.

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