El extraño de la carretera

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Buscando el bien de nuestros

semejantes, encontramos el nuestro.

Platón

Mi transformación comenzó pocos días después de mi cumpleaños número veinticinco, los mismos años que llevaba atrapado en un cuerpo que no me pertenecía. Era un hombre oculto en un cuerpo femenino. No debería maldecir una creación tan perfecta como el cuerpo humano, pero no era feliz con el cuerpo que la naturaleza me adjudicó. La gente a mi alrededor me veía como una mujer moderna, que sólo quería llamar la atención con su pelo corto y vestimenta andrógina, pero mujer, al fin de cuentas.

Sin embargo era feliz, porque era profesora de primaria y mis alumnos alegraban mis días. Odio hablar sobre mí en femenino, pero en ocasiones es necesario para no confundir a la gente, en situaciones como esta, cuando tengo que hablar sobre mi pasado.

Mis alumnos me adoraban porque era diferente a otros profesores, no por el hecho de no dejar tarea, eso no tenía nada que ver, de hecho, era de las profesoras más estrictas. Me adoraban porque era la única que practicaba deportes con ellos durante el receso. En una ocasión, me dijeron que sería mejor profesora de gimnasia que el profesor que impartía esa clase. También me gustaban los videojuegos, eso hacía que los niños se acercaran todavía más a mí. Durante el receso, había veces que todos se reunían conmigo para que les diera consejos sobre cómo pasar algún nivel, al día siguiente llegaban para agradecerme, y para entregarme sus tareas impecables y bien hechas, como una forma de agradecimiento. Las niñas también se me acercaban para preguntarme sobre mis extravagantes cortes de pelo, creo que en mi veían a una niña en el cuerpo de un adulto.

Los profesores decían que era una mala influencia para los alumnos, más para las niñas. Decían que las incitaba a hacer cosas que le corresponden a los niños, y que a los niños los incitaba a la rebeldía. No lograron expulsarme de esa escuela, el consejo no encontró nada malo en mi forma de relacionarme con ellos, además, las buenas calificaciones de mis alumnos demostraban que era buena.

El día de mi cumpleaños, además de comer del pastel que mis alumnos me obsequiaron, me la pasé revisando y calificando exámenes, ya que el sábado tenía que viajar hacia el sur, hacia la ciudad. El bebé de mi hermano había nacido algunos días antes, harían una reunión para que toda la familia conocería al nuevo integrante.

Mi hermano fue el único familiar que me habló por teléfono para felicitarme por mi cumpleaños, él era una parte importante en mi vida, el pilar más importante hasta ahora; me ha dado su apoyo y amor desde que éramos niños. Es el único de mi familia que lo ha hecho, y su esposa, por supuesto. Por eso temía que la reunión familiar terminara siendo una batalla campal, pero nada me impediría ver a mi sobrino recién nacido, a quien llamaron Ethan.

Salí a buena hora el sábado, a medio camino mi hermano me envió un mensaje para pedirme que comprara algunos refrescos. Aceleré para atravesar lo más rápido posible el desolado paraje por el que conducía, una llanura semidesértica, vasta e intimidante,

Cuando llegué a la ciudad me estacioné en un sitio un tanto concurrido, mi hermano ya me había advertido sobre los peligros de la ciudad, aunque yo ya estuviera al tanto de ellos. En ese entonces, la misteriosa Clary Stonewall aun no había sido aprendida, cuando llegué a la ciudad para visitar a mi hermano se cumplía un año desde que comenzó su oleada de venganza. Sin embargo, no me creía las historias que circulaban por la red y la televisión, jamás creí que fuera posible que una sola chica pudiera frustrar tantos ataques, vengar o prevenir las muertes de miembros de la comunidad LGBT, pensaba que era una agrupación bien organizada de justicieros.

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