Los secretos más grandes se ocultan
siempre en los lugares más inverosímiles.
Roald Dahl
Diecinueve años antes...
—Lo siento, no puedo ayudarlos —fue el veredicto final del psicólogo de Alejandro—. Lo que me pide va en contra de mi código de ética.
—¡Usted no sabe nada! —gruñó Robert, el padre de Alejandro—. Apuesto que está igual de retorcido que mi hijo, por eso no quiere ayudarnos, quiere volverlo como usted.
—Para su información, señor Robert, estoy casado con una bella mujer desde hace siete años —comentó el psicólogo, con tranquilidad imperturbable.
Sentada en una silla, la madre de Alejandro lloraba, entre sus dedos ansiosos sujetaba un pañuelo. A su lado, su hijo de cinco años de edad abrazaba un oso pardo de peluche y miraba con desconcierto la escena.
—Usted es el peor psicólogo que hay por estos lugares —protestó un joven Robert, levantándose del asiento. Sus arrugas de ira le dejarían marcas casi dos décadas después—. Claro que debe haber una manera de curar a mi hijo. Buscaré un mejor psicólogo, uno que sepa cómo arreglar la mente confundida de mi hijo.
—Quizá crea que, por ser su padre, tiene autoridad total sobre Alejandro, pero no es así. —Elijah se levantó para defender su punto de vista, luego recalcó—: Su hijo no está enfermo, es un niño inocente al que le gusta mostrar afecto con sus compañeros, nada más. Y cualquier psicólogo que se jacte de tener una cura podría terminar en la cárcel, y usted también podría quedar tras las rejas, si permite que su hijo sea sometido a terapias que no están permitidas.
Robert volvió a sentarse, sabiéndose vencido por Elijah. Se llevó las manos a la frente, estaba furioso y pensativo a la vez. Su expresión se trasladó del enojo a la serenidad poco a poco, hasta que volvió a hablar:
—¿En verdad cree que no está enfermo?
—Claro que no —afirmó Elijah. Le echó un rápido vistazo a Alejandro y sintió lástima por él—, es sólo un niño, tendrán que pasar años para definir su sexualidad. Y si en el futuro resulta ser homosexual como usted cree, deberían aceptarlo, ustedes son el pilar de su vida y felicidad. En nuestras sesiones, Alejandro me platicó cosas muy tristes; lo molestan en la escuela, usted no lo comprende. Sean los padres que él necesita, no sean como los padres de sus compañeros de clase, que enseñan a sus hijos a odiar.
—Sería difícil aceptarlo —dijo Robert al fin—. Pero trabajaremos duro en eso, no es algo que se acepte de un día al otro.
—Lo sé, muchos padres pasan por la misma situación —dijo Elijah, comprensivo—, pero la mayoría logran superarla y aprenden a amar a sus hijos tal como son.
La madre de Alejandro había dejado de llorar, lo cual reconfortó a su hijo. Alejandro se sentía mal consigo mismo, le disgustaba ver llorar a su madre, se sentía culpable.
—Bien, si mi hijo no está enfermo y los que necesitan cambiar somos nosotros, no tenemos nada más que hacer aquí. Amanda —Robert llamó a su esposa—, adelántate con Alejandro al auto.
Su esposa se retiró no sin despedirse de Elijah y agradecerle por la terapia, pero en realidad sentía gran decepción por lo que le había revelado sobre su hijo. Alejandro fue el único en despedirse del Elijah de forma sincera, corrió a darle un abrazo; en esos momentos de su vida, Elijha fue su único amigo y confidente.
—Nos vemos —dijo Alejandro, esperanzado.
—Claro, mi amigo —Elijah le dio unas palmaditas en la espalda.
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Conexión paranormal
ParanormalDos años atrás, un centro nocturno LGBT fue atacado por fanáticos religiosos que asesinaron a varios inocentes, desde ese entonces, nada volvió a ser igual para los habitantes de la ciudad y del pueblo aledaño: Storycreek. Sucesos extraños han acont...