Capítulo 5.- Agradecido

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El pelinaranja se encontraba despertando de un pesado sueño nocturno, el día anterior había recogido al felino del callejón y lo había llevado hasta su casa ilegalmente, Jimin ya se estaba arrepintiendo apenas despertó, no sabía que iba a pasar con su vida a partir de ahora, todo sería totalmente incómodo.

De hecho no sabía que debía hacer, como tratarlo o en todo caso, como evitarlo, se arrepintió de no haberle hecho caso omiso a esos maullidos pidiendo ayuda para sacarle de ese lugar tan espantoso, pero que más daba, después de todo su corazón se encogió debido al amor que le tenía a los animales, Jimin podría ser muy egocéntrico y a veces molesto, pero su sensibilidad y cariño nunca desaparecieron.

La noche anterior sin posibilidades de que el pelinaranja se acerque en ningún momento para cubrir el mojado cuerpecito del felino, lo dejó ahí enrollado durmiendo, temblando pero el temor al contacto humano del minino era más fuerte. Por prevención y esperanza que conserve su estado gatuno le dejó un tazón con un poco de leche sobre el mesón de madera a un lado de él, si despertaba en la media noche podría beber un poco de esta.

Ayer que regresaba camino a su hogar no pasó a la veterinaria como siempre lo hacía, pensó que el felino se fastidiaría de esperarle en la puerta o le ahuyentarían por las malas personas del lugar, lo bueno para Jimin fue que eso él no lo presenciaría ya que estaría en su escuela haciendo y distrayéndose en otras cosas. Lo que no tenía en cuenta fue que en lugar de librarse de él, ahora tenía a una boca más que alimentar.

El dinero no era un problema para él, sus padres le costeaban todos sus gastos y caprichos con tal de que siga sus sueños llegando a ser alguien en la vida. Con eso el pelinaranja se sentía tranquilo y dichoso por tener lo que quería sin esfuerzo.

Jimin restregó sus ojos con la manga de su pijama y decidió ir a la cocina, no sin antes mirar su reloj de pared y darse prisa para el último día de clases, mañana sería sábado de descanso y relajación para su mente ajetreada e histérica.

Ya listo, preparó su desayuno y se sentó para disfrutar su gran comida de restaurante, leche y cereales, excepcional para empezar el día junto con una manzana comida en dirección a la escuela.

Terminó sin indicios de querer salir, no había rastro alguno del felino y tenía miedo de que algo le haya pasado. Comenzó su búsqueda profunda por todo el departamento, desde rincones hasta por debajo de los muebles.

Lo que nunca revisó fue su habitación y debajo de la cama, tal ves ahí encontraría una no tan grata sorpresa para él.

Encogiendo sus hombros restándole importancia a la desaparición del gato, emprendió su marcha hacia la escuela y como antes, le dejó un tazón de leche encima de la mesa por si el felino se dignaba a salir de su escondite y sin preocupaciones siguió su ritmo rutinario.

Sus habilidades artísticas resaltaban cada día, sus profesores le felicitaban por su excelente y arduo trabajo. Jimin se sentía orgulloso de ello, ser independiente y obtener créditos por su cuenta sin depender de segundas personas que lo único que hacían era opacar sus talentos. Cuando recibía una critica prácticamente destructiva, Jimin no lo dejaba pasar, se esforzaba al máximo para callarles la boca a aquellas personas que sólo se ocupaban en hacerle sentir mal.

El pelinaranja tenía otra cualidad que era la responsabilidad, eso se demostraba en sus ejercicios físicos por resaltar y ser el mejor al igual que en otros aspectos de su vida diaria, como comprar comida para el minino.

No sería tan egoísta como para dejarle sin alimento el tiempo que él se quedaría en su departamento, no podía dejarle a un lado y pensar sólo en sus necesidades propias, pensó antes de pagar con la tarjeta de crédito que le regaló su padre.

Regresando a casa, el pelinaranja se encontraba sumamente nervioso, el felino que había dejado en su departamento había desaparecido de la nada sin rastros de querer verle.

Lo que le pareció más extraño fue ver el tazón blanco vacío y la puerta de su habitación abierta. Un ladrón era imposible que entre, la seguridad era confiable y la única respuesta era que el felino retome su estado humano.

Temiendo lo peor, avanzó con lentitud en sus pasos adentrándose y asomando sutilmente su cabeza en la habitación.

Desde ahí, todo fue demasiado repentino... soltó la manija y pegó un grito que de seguro se escuchó hasta la esquina. El felino ahora humano, estaba tumbado abrazándose a si mismo en su cama durmiendo plácidamente hasta que escuchó tremendo grito por parte de su amo.

El humano-felino se asustó tanto que se arrinconó hasta la cabecera de la cama aferrándose fuertemente con sus pequeñas manos a las sabanas impregnadas del olor de su dueño cubriendo su cuerpo con éstas, sus redondos ojos azules picaban por querer llorar y su cuerpo temblaba de miedo, mordía su labio inferior sintiendo el sabor metálico de este.

Ahora su transformación por querer sentir que es una verdadera cama y la comodidad de dormir en una, lo tenía que pagar con un Jimin furioso.

-A...amo-. Tartamudeo miedoso.

-¿Se puede saber que haces tú-. Le señalo con el dedo índice-. En mí cama?-. El pelinaranja resaltó las palabras haciendo énfasis.

El humano-felino no se había movido de su lugar, estaba perplejo ante la situación vergonzosa que pasaba con su dueño.

-Hoy, cuando desperté me sentí muy mal-. Confesó el híbrido cabizbajo. Era verdad, al despertar su cuerpo se encontraba con temperatura, todo debido a la lluvia anterior y para rematar, sin secarse apenas llegó, eso sólo empeoró la situación.

-Quita de ahí, no me quiero contagiar con tu enfermedad-. Su mano derecha hacía una seña para que se quitase y su cara de disgusto hizo al híbrido chillar, pues no quería bajarse, estaba desnudo y expuesto.

-Pero amo...

-¿Que excusa dirás? -. Se cruzó de brazos fastidiado.

-Yo...no tengo ropa-. El híbrido se sonrojó, estaba acostumbrado anteriormente a caminar desnudo en su antigua casa. Su dueño le permitía de todo pero tenían confianza, aquí era diferente para él.

Jimin caminó rápido hacia su closet y sacó una camisa ancha que le quedaba demasiado grande para él, no quiso darle un pantalón pues el híbrido tenía cola y no quería romper su preciada tela de marca.

-Tengo esto-. Le tiró sin mirarle la camisa-. Te cambias y sales, no quiero replicas por parte tuya que demasiado te considero.

El híbrido sin rechistar hizo lo que su amo pedía. La camiseta le quedaba hasta la altura de sus pálidos muslos y su cola esponjada le alzaba la parte de atrás quedando su trasero levemente expuesto. El humano-felino sin más, caminó hasta la puerta pero se detuvo quedando sus manos en la cerradura de la puerta.

-Amo-. Susurró sonrojándose, el fresco que entraba de la ventana acariciaba suavemente sus piernas-. Gracias por todo.

Jimin rápidamente se giró por el llamado, sin embargo, no pudo evitar que sus ojos avancen más abajo de su espalda, observando el delgado cuerpo del híbrido, bien contorneado y delicadamente claro de piel, más femenino que una mujer.

El pelinaranja se sacudió de esos pensamientos cuando el híbrido salió azotando la puerta sin recibir respuesta de su preciado amo.

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Esta historia es re porquería pero como prometí terminarla sufro al pensar que alguien se quede ciego con esto ahr

By: Abby

Arisco | Jikook | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora