Capítulo 9.- Hilo de amor

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De aquí para allá, con sus manos en su pálido rostro dando vueltas por el pequeño departamento. Jimin necesitaba urgentemente la compañía de su amada que, con cada día que pasaba, la necesitaba más y más.

Su ausencia le hacia mal, sentía que se volvería loco por estar encerrado sin tener sus dulces besos que lo enviaban hasta el quinto cielo. Necesitaba atención para su abandonado corazón que cada día estaba confuso por la actitud tan amable de su huésped.

Luego de aquel día en donde prácticamente se la pasó pensando en como deshacerse de el felino, no tuvo de otra que decidir quedarse con él y tratar de convencer a la rubia de que aquel individuo, no era tan malo como parecía ser. Sin embargo Jimin pensaba que no podía entablar una conversación estable con él, pues era tan retraído consigo y su pasado que al pelinaranja le daban ganas de tirarlo de una vez por todas y dejarle sin problemas, al menos si tenia que mantenerlo, quería que le contase su historia... Que confíe plenamente en él. Pero Jimin sabía que no era posible, él sabía que con cada momento y plática, nada se tornaba serio y eso a Jimin le molestaba.

Arreglando sus despeinados cabellos frente al espejo tragó en seco, su corazón bombeaba fuerte y sus puños se cerraron quedando sus pequeños nudillos blancos. La rubia en ese momento tenía que estar en casa de su madre por las vacaciones.

Nadie iba a negar que tenía miedo de ir y de que Lisa le diese una cachetada frente a medio mundo, pero es que su quebrado corazón estaba tan incompleto que no tenia necesidad de llorar, su cuerpo estaba hecho al parecer sin lágrimas de tantas que derramó aquella noche en donde su novia se fue y lo dejó sólo con un ser de otro mundo.

Llevaba una manga larga negra con pantalones de mezclilla, colores neutros que tanto le gustaban para no resaltar entre la multitud callejera.

Metió las manos en los bolsillos y emprendió paso hacia la salida, no sin antes de echar un vistazo en el living, con un lindo gatito humano durmiendo plácidamente en el mueble por el frío del medio día.

Jimin sonrió por la tierna posición en la que se hallaba, su pansita subía y bajaba a un ritmo lento, o más bien suave. Al parecer se encontraba relajado y sin pizca de querer rasguñar a cualquiera que pase frente suyo.

Giró brusco la cabeza ignorando todo pensamiento agradable frente a su persona. No tenía que ser así frente a él, simplemente estaba teniendo una confusión por su amada.

Y sin más salió a paso apresurado hacia la casa de su ex-novia, tal ves con un poco de suerte la encontraba sola.

(...)

Mentalmente se preparaba para el discurso tan torpe que se formulaba en su mente. Jimin no sabia exactamente que le iba a decir. No sabia si las palabras correctas eran, "Hey, ¿Quieres regresar conmigo? Ese gato no te hará daño" o, "Te necesito tanto que soy capaz de hacer lo que sea por ti". Bien, lo último sería por si acaso todo se tornaba en su contra, sería capaz hasta de arrodillarse por ella.

Un pequeño toque y nada. Otro y otro pero al parecer nadie se dignaba a salir de aquella casa.

El pelinaranja dio media vuelta sobre sus talones para emprender camino a su departamento, no era buena idea el haber ido, sólo iba a empeorar las cosas y él lo sabía, estaba en la cuerda floja con la chica.

Su estomago dio un giro de sentimientos encontrados cuando una voz masculina le habló desde el umbral de la puerta, Jimin abrió los ojos nervioso. No era la voz de su padre y tampoco de su hermano mayor.

No quería pensar mal, pero sus lágrimas amenazaban por salir de esos pequeños ojos que con tanto amor veían a la rubia en su momento.

No quería girarse, pero lo tenía que hacer por su bien para confirmar sus sospechas.

Arisco | Jikook | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora