Capítulo 7.- Locura

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Había algo llamado desconfianza, eso es lo que precisamente el híbrido experimentaba hora con hora con su amo. Era prácticamente incómodo para él puesto a que el pelinaranja no paraba de mirarle luego del "accidente" que había pasado hacía una semana.

Luego de aquella escena dramática y sexual que aquellos individuos experimentaron, no se dirigían la palabra, calladitos por la incomodidad de Jimin y el temor del humano-felino.

Era tarde y no se hizo esperar la cena que estaba lista en la estufa. Jimin no sabía si el híbrido comía la comida que todo humano ingería, ¿Y si le hacia mal? O ¿Y si lo mata?, internamente se preguntaba el pelinaranja. Aquello lo pensaba porque sí, al híbrido le gustaba la leche tibia que su amo le ofrecía al calentarla por segundos en el microondas.

Temía acercarse al ser para preguntar; este le evitaba a toda costa enrollándose en sí mismo y mirándole con ojos amenazantes.

Suspirando pesadamente, Jimin cogió dos platos de su almacén tendiendolos sobre la mesa, sirvió la comida y comenzó a comer sin esperar al híbrido que se encontraba sentado en el piso con las piernas cruzadas admirando el paisaje nocturno de la gran ventana hacia la calle. El ser se refugió ante tal paz que las calles solitarias le proporcionaban, ante esto, las cortinas volaban por el viento suave.

Al parecer el híbrido pensaba profundamente, su boca entreabierta con labios resecos por el aire era una consecuencia de estar tanto tiempo ahí sin hacer nada. Su cola reposaba sin movimiento a un lado suyo y su cabello era acariciado por el leve aire moviéndolo de un lado a otro.

Jimin en todo ese tiempo no quiso interrumpir su tiempo de reflexión, lo veía tan inocente a la vez que vulnerable, ¿quién iba a pensar que ese ser en realidad se podría convertir en una bola de pelos muy arisca y antisocial?. Bueno, al menos Jimin tenía un nuevo dato informativo sobre los felinos, nunca confíes en uno por más bonito que sea. Pero también él sentía una gran culpa, era obvio que después de casi llegar a más, su actitud sería más lejana. Al pensar eso se sentía estúpido, no debió hacerlo.

Con tranquilidad terminó su comida y lavó su plato, odiaba tenerlos todos ahí amontonados. Era asqueroso para él.

Con cautela se fue acercando sin hacer ruido, quedó parado inmóvil un poco lejos de su cuerpo, tendría que hablarle si o si, no pasaría la noche observando a la nada.

—Hey—. Con seguridad le habló. El híbrido reaccionó y lo miró, esta vez sin indicios de querer huir cosa que le extraño al pelinaranja—. ¿Tienes hambre?—. El pelirrojo negó lentamente y su vista volvió hacia el hueco de la ventanilla.

—Quiero darme una ducha—. Sus palabras eran serenas, Jimin alzó una ceja por la extrañes, él pensaba que los gatos odiaban el agua.

—Yo pensaba que...

—¿Odiabamos el agua?—. Interrumpió riéndose por lo bajo —. Es un mito muy usado, yo amo bañarme—. Su cola se movía de un lado a otro.

Jimin no podría estar mas sorprendido y su cara lo demostraba, era muy obvio su impacto por la noticia.

—¿Puedo usar tu ducha?—. El híbrido se levantó quedando en lejanía pero cara a cara con su amo. Jimin dirigió su vista a sus piernas un poco expuestas y sacudió rápidamente su cabeza, no podía estar pensando ese tipo de cosas. No quería hacer algo indebido aunque su cuerpo haga lo contrario.

—Claro—. Dijo con media sonrisa y rascándose la nuca nervioso. El ser emprendió marcha y una vez más, Jimin no paró de mirar por la parte inferior de su cuerpo, su cola, literalmente, alzaba la camisa dejando sus nalgas expuestas.

El pelinaranja mordió su labio inferior deseoso, realmente tenía un grave problema con él.

(...)

Arisco | Jikook | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora