Sanosuke Harada 1

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Históricamente debemos señalar que Harada estaba casado cuando aún pertenecía al Shinsegumi. Y además tuvo un hijo.
No me baso en la esposa oficial de Harada

Su vista estaba cansada, había sido un largo recorrido después de huir de las tropas que destrozaron su pueblo, todo el camino estaba lleno del olor familiar de la sangre. El ambiente estaba cargado de dolor, de guerra, de muerte, las almas inocentes que habían sido sacrificadas en batalla clamaban venganza y ella era una de esas pocas que logro salvarse al escapar .Trataba de llegar a su futuro refugio, un viejo templo consagrado al cuidado de su familia, nunca había optado por la vida religiosa así que decidió ayudar en el campo, pero mientras se pelaba el reinado era mejor cumplir la promesa de su padre de sobrevivir.

Caminando con cuidado con dos espadas (un pequeño puñal y una espada larga), caminaba entre el hedor de la carne en descomposición, esperando que no tuviera que matar a nadie en su camino. Cruzo con dolor el pueblo que aun ardía en llamas, la madera quemada crujía bajo sus pies, la escena era grotesca y horrible, familias, madres e hijos habían sido sacrificados. Su estómago dio un vuelco pensando en el dolor que tuvieron que haber pasado.

Un suave y apenas audible gemido la alerto y saco espada larga lista para destrozar algunos huesos si es que era requerido.

Caminando despacio se acercó a las ruinas de la vieja casa, y la curiosidad le hizo regresar la espada en su funda mientras, escavaba con sus manos entre las maderas, sus manos ya acostumbradas al trabajo rudo en el campo no se inmutaron ante las astillas, su deseo de ayudar era mayor, cuando quito la última tabla, vio el cadáver de una mujer quemada cubriendo algo, algo que estaba vivo, con cuidado quito el cuerpo de la mujer, para ver un niño de unos dos años debajo del cadáver, se veía aterrado.

De inmediato lo tomo entre sus brazos, acunándolo como una madre. El niño estaba demasiado asustado que al primer contacto con piel tibia comenzó a llorar. Se notaba a leguas que estaba hambriento, ella como pudo le ayudo a beber del agua que cargaba consigo.









Los malditos habían quemado el pueblo y el niño apenas había sobrevivido, la guerra era una pesadilla para todos.










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