Kazama x Oc

95 4 1
                                    

Petición de Ale


PARTE I


Una joven figura se movía junto al  grupo de desplazados que viajaban a Kyoto como refugiados, era sin duda una vista poco común, pero no molesto a  los guardias y campesinos que encontraron en el camino, la joven mujer usaba un tanuki-kimono, dando la impresión a sus acompañantes y la gente en el camino que se trataba de una sacerdotisa. Su cabello estaba atado en una especie de moño bajo y la parte superior estaba escondida en un pañuelo. Las pocas cosas que llevaba con ella era una pequeña maleta y una peligrosa arma dentro de su ropa que no se notaba por el ancho de tanuki-kimono...


Habían pasado cerca de cuatro meses desde que no se cambiaba de residencia y justo al notar a los desplazados vio su oportunidad, era mucho más fácil emprender por su cuenta, pero dadas las circunstancias políticas prefirió optar por ese camino. 

Miró con curiosidad las entrada a la famosa ciudad de Kyoto, sus ojos violetas brillaron al alzar la vista, comparada con Akita, Kyoto parecía una moderna ciudad, esta era la primera vez en años que estaba viajando muy al sur cerca de la antigua residencia de su familia...

Pensar en aquello lo producía un horrible sabor de boca. El tiempo había pasado tan rápido desde que el clan Kurozaki casi llego a la extinción, era difícil pensar en aquello cuando apenas logró salir viva del último ataque. La sensación de sostener el cuerpo de su hermano menor jamás se borraría de su mente, el ver como las orejas marrones de su hermano en forma oni se aplastaban en su cabeza y perdian la estabilidad...Movió su cabeza rápidamente para olvidar esos malos recuerdos antes de sonreír a la gente que hacia comentarios acerca de como viajar con la sacerdotisa los había protegido en su largo andar.

Ella asintió con la cabeza y compartió algunas palabras con ellos, el jefe de los refugiados la llamó a su lado y la llevo con uno de los "vigilantes" de Kyoto. La bata azul con blanco no salio de su vista desde que comenzó a caminar con el anciano y se acercaba a estos hombres, ella sabía a donde pertenecían.Había escuchado mucho acerca del famoso shinsegumi mientras se escondía fingiendo ser una sacerdotisa viajera. 

Los capitanes de algunas divisiones eran conocidos por su fuerza y manejo de la katana, algo que ella misma deseaba mirar sus movimientos y  enfrentarse con ellos, pero lamentablemente no lo podía hacer, sin arriesgarse a ser descubierta. Ser una maestra espadachín era extremadamente raro y si las había eran apenas respetadas por su condición femenina.

Era una verdadera lastima, los pocos enemigos que encontró en el camino eran bandidos de un nivel tan bajo que con un suave y rápido movimiento terminaban sin cabeza. Se encontraba pensando seriamente en dedicarse a cultivar más sus virtudes femeninas, quizá podría hacerlo es esta nueva ciudad.

Cuando estuvieron frente a aquellos hombres que le sacaban más de una cabeza de tamaño, se inclinó junto con el jefe de la caravana y se presentó suavemente ante ellos, no podía negar que uno de ellos tenía una buena pinta, pero mientras lo examinaba rápidamente noto algo extraño en el.

Quería analizarlo más, pero debido a que este hombre le dirigió la mirada ella inclinó un poco la cabeza y fingió timidez escondiendo sus manos frente a ella en su largas mangas. Si quería analizarlo y saber que lo hacía tan familiar necesitaba tiempo y no darse a conocer por ser una mujer descarada. 

La joven mujer actuó algo tímida frente a los hombres jóvenes frente ella, el jefe de la caravana lo entendió claramente, puesto que era una sacerdotisa y era obvio que se sentía tímida frente a hombres tan jóvenes.

—Seika-sama está buscando el templo del dios de Suijin-sama, ¿podrían ustedes ser tan amables de decirnos dónde está? preguntó cortésmente el anciano mientras miraba a los hombres más jóvenes, uno de ellos asintió, pero fue detenido por el otro.

—Necesitamos ver  la nota del sacerdote de Akita, si no es tanta molestia...Seika-sama, la mujer alzó la vista y con un pequeño rubor espolvoreando sus mejillas sacó la nota y se la entregó al hombre, sus dedos se rozaron y ella se asustó así que retrocedió algunos pasos.

El corazón de Seika comenzó a latir rápidamente, ¡ese hombre no era normal! podía sentir la fuerza de un oni dentro de él, pero era extraño...No se sentía como un Oni normal.  Y eso la hacía querer respuesta, no era extraño encontrar Onis, normalmente eran mestizos con su sangre principal de demonio reducida, pero no emitían tan extrañas vibraciones, ella decidió que después de encontrar respuestas, se alejaría de esos hombres, independientemente de su secreto, era malo que ellos supieran su secreto.

— ¿Seika-sama se encuentra bien? luce un poco pálida, comentó el hombre de la larga barba blanca.

—Estoy bien Ryo-san, es solo que el sol no me está ayudando, mientras más rápido llegue al templo será mejor. Dijo con una sonrisa dulce, antes de esperar las instrucciones.

El hombre de ojos cian, la miró sospechosamente, pero no dijo nada antes de delegar la tarea a uno de sus subordinados, no tenía tiempo de escoltar sacerdotisas.







La joven mujer se estableció en una pequeña habitación en el templo, era limpio y solitario, el lugar perfecto, ademas tenia cerca los baños para las mujeres y seriamente necesitada limpiar su piel de la suciedad del camino. Tomo sus productos para el baño y se dirigió a los baños que estaban establecidos para las sacerdotisas, era una fortuna que ella fuera la única en esa sección del templo. Mientras se sacaba la ropa del cuerpo tuvo el cuidado de acomodar la katana en un lugar específico para no mojarla y para tomarla rápidamente si era necesario, su largo cabello descendió se su moño y las raíces moradas brotaron.

Su color de cabello natural apareció una vez que el agua había pasado por su cuerpo sucio, la capa de tinta negra que oscurece su cabello se lavó con el jabón y sus suaves hebras violetas se pegaron a su cuerpo.

Kyoto sería una ciudad interesante, se dijo a sí misma mientras se metía a las aguas termales.


Pero nadie sabía que su tranquilidad duraría pocos meses.


DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora